Merlot, una joya de la vitivinicultura argentina

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La historia del merlot argentino es un relato de resiliencia y sofisticación. A pesar de haber sido eclipsada en las últimas décadas, esta uva, que durante años fue un clásico local, aún conserva un lugar especial en el corazón de la vitivinicultura argentina. 

Idas y vueltas del merlot argentino

El merlot, originario de Bordeaux, Francia, es una de las variedades más prestigiosas del mundo, utilizada en vinos icónicos como Petrus y en los tintos de Saint-Émilion. El merlot argentino lleva más de un siglo de cultivo, y sus vinos supieron estar entre los favoritos del público, además de ser un componente clave en los bordeaux blends locales.

Durante la década de 1990, el boom de esta cepa llegó a Argentina y muchas bodegas apostaron por el merlot, que parecía ser una nueva indispensable. Sin embargo, en 2004, la película Sideways afectó negativamente su reputación, especialmente en Estados Unidos, reduciendo la demanda y empujando a muchos productores a reemplazarla por variedades más populares.

A pesar de una disminución del 30% en su superficie durante la última década, el merlot argentino aún cuenta con 4,610 hectáreas, desde el norte hasta la Patagonia, que hacen las delicias de fieles winelovers y winemakers que saben apreciar su carácter elegante.

Características únicas del merlot argentino

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En Argentina, el merlot sigue siendo cultivado y elaborado con esmero. Sus terruños ofrecen condiciones ideales para el desarrollo, en particular en las regiones de altura, tanto de Mendoza como de Salta, y especialmente en la Patagonia. 

Sucede que esta uva, de ciclo medio, se adapta bien a los veranos de temperaturas moderadas de estas regiones y se luce tanto en suelos ricos en gravas y arcillas como en los más pedregosos de los viñedos de montaña. 

Para quienes aman el vino y buscan algo diferente, el merlot argentino ofrece una alternativa que vale la pena explorar. Con su estructura media, frescura natural y perfil aromático refinado, estos vinos representan una conexión profunda con los paisajes y reflejan el espíritu de la vitivinicultura argentina en su faceta más delicada y compleja.

Merlot, de norte a sur

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Una particularidad de Argentina como país vitivinícola es su diversidad de terruños, que ofrecen condiciones muy singulares de cultivo. Esta situación permite lograr vinos de un mismo varietal con diferentes expresiones, de acuerdo al lugar. En el caso del merlot, debemos destacar que se cultiva principalmente en zonas de clima continental, lo que marca una gran diferencia con los elaborados en otras regiones. Lógicamente, la altura de los viñedos es otro factor determinante. Veamos entonces, que tipo de merlot podemos encontrar en los principales terruños.

En el Noroeste, por ejemplo, el merlot se cultiva principalmente en los valles Calchaquíes, entre los 1700 y 2600 metros de altura. Zonas de altura extrema reconocidas por estos vinos son Cafayate y Cachi, donde es justamente la altura la que modera el clima cálido, aportando una frescura notable en los vinos mientras que la buena insolación define potencia y carácter.

Ejemplo para comprobarlo son Adentro y Miraluna, ambos de Cachi, con aromas especiados y frutos negros maduros mientras que en boca resultan opulentos y vibrantes. En Cafayate, mientras tanto, el de Domingo Molina ofrece un estilo sobrio de frutos negros con matices minerales y paladar carnoso. Por último, desde Chañarpunco, El Esteco Fincas Notables es terroso, frutal y floral con paladar aterciopelado.

Como es de esperarse, Mendoza cobija la mayor superficie de merlot en Argentina con el 79,1% del total (3530 ha), siendo Luján de Cuyo, el Valle de Uco y San Rafael regiones con resultados sobresalientes. Un origen tradicional sin dudas es San Rafael, al sur de la provincia, donde el clima fresco y las viñas añosas dan resultados como el Bianchi Particular, un clásico muy buscado por quienes aman el merlot.

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En cuanto a los exponentes notables de Luján de Cuyo, Bressia Del Alma Merlot es uno de los más sofisticados y elegantes de los merlot de Argentina, con un estilo fluido y envolvente que también se puede apreciar en Finca La Anita Blend de Merlot, un vino curioso que combina grandes añadas.

En el Valle de Uco, por su parte, el merlot alcanza buena maduración, colores profundos, acidez natural refrescante y gran complejidad aromática. Tres etiquetas indispensables para sus seguidores:  Piattelli Limited Edition proveniente de Los Chacayes, que aporta buena estructura con taninos calcáreos; Achával Ferrer Singular Diamante desde la altura de Gualtallary con mucho vigor y frescura; Catalpa Merlot, de Atamisque, un exquisito tinto de Tupungato con matices florales y frutados que dominan el paladar.

Patagonia es otro terruño ideal para el merlot, donde la cepa es una especialidad en más de una de sus regiones. Aquí, el clima cálido y los suelos arcillosos ofrecen un hábitat ideal para esta uva, principalmente en los viñedos del Valle de Río Negro, donde es posible encontrar muchas vides centenarias que ofrecen vinos muy equilibrados, como Humberto Canale Gran Reserva, Riccitelli Old Vines e Infinitus Gran Reserva, todos con exquisita tipicidad frutal, buen balance y sabor de frutos rojos persistente. Mientras, también hay lugar para expresiones suaves y ligeras como la de Miras Joven Merlot.

En cuanto al merlot en Neuquén, corresponde decir que los productores apuntan a un estilo moderno y potente definido por un terroir de estepa, soleado. Un factor común de estos vinos son los aromas de cerezas y guindas maduras con trazos de casis, con paladar jugoso como podemos encontrar en Del Fin del Mundo Reserva, Saurus Select de Familia Schroeder y Malma Reserva de Familia.

Finalmente, la provincia de Chubut, en la Patagonia Extrema, ha demostrado un gran potencial para el merlot en la zona de Capitán Sarmiento, donde se elabora el Otronia 45 Rugientes Merlot, un vino que desafía a un clima difícil, que define una expresión delicada con buen caudal de frutas rojas y negras con detalles minerales intensos. 

Como podemos ver, más allá de los altibajos experimentados por el merlot en el mundo, en Argentina esta cepa sigue ofreciendo grandes vinos que, con una identidad renovada y un estilo distintivo, puede reconquistar a quienes valoran la sofisticación y autenticidad en cada copa.

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