En un paisaje cuyo marco es completamente distinto al que puede verse en otras zonas que han ido surgiendo en los últimos años, destaca el Este de Mendoza.
Esta es una zona que de a poco va recuperando protagonismo a partir de nuevos perfiles y de productores que la impulsan. Está compuesta por 5 departamentos: Junín, Rivadavia, San Martín, Santa Rosa y La Paz.
Este de Mendoza: características y cualidades
Según los últimos datos relevados en el año 2022, en el Este de Mendoza hay 60.890 hectáreas, lo que representa un 29.4 por ciento del total de viñedos de la Argentina.
De los cinco departamentos principales, por mucho, el más grande es el de San Martín, con 26.802 hectáreas plantadas, una superficie que representa el 18.2% de la totalidad de viñedos mendocinos. Es el doble que lo que hay plantado en Luján de Cuyo.
Todo ello pese a que en los últimos años se registraron pérdidas de viñedos por una cantidad de 3.600 hectáreas.
Con suelos mayormente profundos, algunos lugares se caracterizan también por ser muy pedregosos y con mucha arena. En cuanto a las alturas, no superan los 700 m.s.n.m, lo que genera que el Este de Mendoza sea una zona un poco más cálida que el resto de la provincia, tanto de día como de noche.
Si hablamos de variedades, las cinco más plantadas en el Este de Mendoza son Criolla Grande, Cereza, Bonarda, Malbec y Pedro Giménez.
Claro que también se encuentran, en menor proporción, otras como Syrah, Cabernet Sauvignon, Aspirant Bouchet, Moscatel Rosado, Ancellotta, Sangiovese y varias más.
Una zona con un pasado ilustre
Para Marianela Rossi Martínez, enóloga de Bodega Reval San Isidro, una bodega creada en el año 2010, pionera en vinos varietales de alta calidad en la zona Este- Rivadavia, el primer distintivo del Este de Mendoza es que “fue la cuna en la industria vitivinícola mendocina;, un lugar que vio crecer a bodegas históricas como Gargantini y Tittarelli, lo que hace que tenga mucha riqueza histórica”.
Coincide Lucas Niven, productor y propietario de Bodega Niven, para quien a los viñedos antiguos de la zona Este “hay que cuidarlos, mostrarlos, para dar a conocer la gran cantidad de bodegas centenarias que son propiedad, hace generaciones, de mendocinos que forman parte de la cultura vitivinícola de la provincia”.
Como una de las regiones con la mayor cantidad de viñedos y variedades antiguos, que datan del período 1900-1930 y fueron plantados a pie franco, para Lucas es importante tener un especial cuidado ya que “no todo tiene que ser nuevo y perfecto”.
Un nuevo camino por recorrer
La antigüedad en las viñas y las bodegas de la zona Este de Mendoza parecen haber encontrado el compañero perfecto en algunos productores jóvenes que, como Lucas y Marianela, trabajan desde hace varios años para mostrar otro perfil de la zona.
Matías Morcos, como parte de un proyecto familiar que ya cuenta con 50 años de historia, decidió encarar el desafío de elaborar vinos precisos de uva que era destinada a vinos a granel.
Matías piensa que, si bien no se encuentra una gran heterogeneidad como en algunas zonas de Valle de Uco, sí “existen una infinidad de terruños y micro terruños con distintas características climáticas, lo que implica que aún hay mucho para investigar y aprender”.
Bajo la filosofía de repensar la vitivinicultura de la zona, trabajando obsesivamente en pos de la calidad en la viña y en la bodega, y creando un estilo propio que logre diferenciarlos de otras zonas vitivinícolas por su originalidad y autenticidad, Lis Clement lleva adelante Finca Feliz, una línea de vinos de baja intervención de Bodega Clément, proyecto familiar que encabeza junto a su padre Carlos.
Para Lis el distintivo es poder trabajar con uvas que explotan en todo su potencial en zonas más cálidas, como es el caso de la Bonarda, ya que en su trayectoria encuentra “cada vez más interés en los mercados por vinos que recuperan historias perdidas y por variedades menos tradicionales”.
Una revolución hacia el futuro
En los últimos tiempos, las tendencias de consumo vienen marcando una búsqueda, por parte de los consumidores, de vinos más frescos y con una menor graduación alcohólica, dos características en las que el Este de Mendoza ofrece como alternativa fuerte.
Para Santiago Vignoni, viticultor de Macollo Wines, esto se explica a partir del cambio que varios de estos jóvenes productores iniciaron hace unos años atrás. La clave fue “comenzar a probar lo que hace el vecino de al lado, intercambiar conocimientos y opiniones, que hicieron que comenzáramos a elaborar varietales que nunca habían sido vinificados”.
Para Lis Clement, otra de las claves para un gran futuro será “conservar la diversidad de fincas de pequeños productores, en la que la rentabilidad de pequeñas superficies esté garantizada por un buen valor de mercado y por una nueva oferta turística que muestre la diversidad de la vitivinicultura nacional”.
Históricamente destinada a ser parte de los vinos de mesa del mercado doméstico, el Este de Mendoza hoy cuenta con una generación muy activa que no descansa y trabaja para mantener vivo el patrimonio y la cultura vinícola locales.