Vinos cordobeses: En busca de la identidad del paisaje

Vinos de Córdoba

Hablar de vino argentino remite al Malbec, a la búsqueda de altura o al eje Cuyo-Valles Calchaquíes. Pero para representar lo que pasa hoy en Argentina, es imprescindible mencionar los vinos cordobeses, una de las nuevas regiones que no estaban en el mapa moderno del vino, pero que ingresaron al juego ofreciendo características distintivas e interesantes. 

Ubicada en el centro de Argentina, con una geografía surcada por cadenas montañosas de entre 600 y 1300 metros de altitud, tiene ríos de aguas cristalinas y una vegetación de monte con énfasis en plantas autóctonas. La diversidad de paisajes propone, al producir vinos, un abanico de posibilidades que empiezan a ser exploradas y ofrecen resultados sorprendentes, con una intensa aromática a monte y dejos balsámicos. 

En la provincia existen tres grandes franjas productivas con sus caracteres y patrimonios vitícolas propios. En ellas se escribe la nueva historia y el futuro de los vinos cordobeses.

Vinos cordobeses

Centro-Norte: La cuna de los vinos cordobeses

Vinos cordobeses

La historia no siempre es justa y eso se puede pensar en relación con los vinos de la región centro-norte. Allí, la vitivinicultura se desarrolló a partir del siglo XVI con la llegada de los jesuitas. Dicen que el primer vino proveniente de las nuevas colonias que bebieron los Reyes españoles fue un “lagrimilla”, hecho por los religiosos en Jesús María. Esa producción se perdió con la expulsión de la Compañía de Jesús, aunque numerosas edificaciones en pie dan testimonio del pasado vínico cordobés. 

Más tarde, la vitivinicultura resurgió gracias a la inmigración italiana de principios del siglo XX, con fórmulas y principios diferentes, dando origen a un florecimiento de la elaboración de vino a gran escala.
En Colonia Caroya, epicentro de la vitivinicultura de la región, está La Caroyense, una antigua bodega clave para el vino del centro del país, que aún conserva los inmensos toneles de roble en su entrada.
Terra Camiare es hoy es la bodega más grande y, en cierta forma, marca el ritmo de los vinos cordobeses, apostando por la tradición y modernidad.

La tecnología convive con una antigua y restaurada bodega estilo italiano. Los tanques de acero inoxidable y los huevos de cemento se conjugan con viejas formas de hacer vino que el enólogo Gabriel Campana reactivó, siguiendo la tradición familiar. Así, produce desde un rosado de uva Isabella (único lugar del mundo en donde se permite su elaboración) hasta un complejo Pinot Noir y un novedoso blend de Malbec, Cabernet Franc y Viognier.

Vinos cordobeses

Otras bodegas pequeñas de la zona elaboran de manera artesanal, buscando expresar la herencia de métodos y técnicas de los inmigrantes. Entre estos proyectos se encuentra Patente X de Daniela Mansilla, una ingeniera agrónoma que desde hace años recorre la provincia asesorando a la mayoría de los viticultores y ya es una voz imprescindible al hablar del terroir cordobés. “En Córdoba contamos con una interesante variedad de suelos y microclimas. Tenemos por delante una gran aventura y estoy convencida que ya hay varios proyectos que nos van a sorprender”, comparte.

Traslasierra y sus paisajes

El Valle de Traslasierra, a 150 kilómetros y al noroeste de la capital, está enmarcado por la cadena montañosa de las Altas Cumbres y su paisaje cautivante. La región estuvo dominada por viñedos hasta que, en la década de 1960, la industria tabacalera reemplazó vides por tabaco. Ya en nuestro siglo, varios productores volvieron a las vides, aprovechando las condiciones climáticas privilegiadas.

El Noble, de la pequeña población de San Javier, es un emprendimiento del enólogo Nicolás Jascalevich, que apuesta a las cepas Malbec y Merlot. El es uno de los pioneros de la zona y un referente de la biodinámica en la región.

Finca La Matilde es otro emprendimiento biodinámico, con certificación Demeter. Se trata de una quinta agroecológica, cuyos vinos se destacan por una acidez cruda, principalmente sus Malbec y Tannat.

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Otros proyectos, como Aráoz de Lamadrid y Viarago, acentúan la oferta de la zona y brindan servicios de primer nivel para quienes quieren disfrutar de sus vinos mientras contemplan el paisaje. 

Buscando altura, en Pampa Achala, Achala Bodega Exótica tiene un singular viñedo plantado sobre roca madre granítica, algo comparable con los mejores terroir del viejo mundo, a 1100 metros. Según estudios del experto Pedro Parra, estos suelos se asemejan a los de Borgoña y los del norte del Ródano por su elevada presencia de carbonato de calcio. La bodega apuesta por un Syrah de singular delicadeza, con equilibrio y taninos finos. Otro de sus éxitos es el Sauvignon Blanc, de expresión fresca y filosa.

Valle de Calamuchita

La región que más está creciendo es el Valle de Calamuchita, al centro de la provincia. Empujada por el turismo, ofrece una vegetación que combina el monte nativo con pinares, abruptas montañas y apacibles valles, ríos cristalinos y paisaje pedregoso.

Vinos cordobeses

Hace 20 años Juan Navarro se instaló en la zona, plantó el primer viñedo de montaña en Córdoba y creó Bodega Las Cañitas. El establecimiento, entre cerros alfombrados de pinos y zarzamoras silvestres, inmensas piedras y un río caudaloso, aprovecha las condiciones climáticas de la zona -a 1200 msnm-, óptimas para los vinos blancos de Sauvignon Blanc, que desarrollan una aromática de hierbas silvestres y un toque balsámico impecable.

Con el potencial de la zona y esos paisajes, otros emprendedores han comenzado a aprovechar las virtudes del área. “La presencia de carbonato de calcio en los suelos y un clima benigno con importante variación climática, generan un atractivo para la exploración de variedades, en especial las uvas blancas”, destaca el winemaker Gabriel Campana. Una prueba:  el novedoso Sauvignon Blanc de Bodega Río del Medio.

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Vista Grande, Familia Furfaro y Molvento aprovechan la vista al dique Los Molinos y la geografía escarpada para combinar la elaboración de vino con el turismo. Otra curiosidad de la región es la champañera Sineres que invita a descubrir junto a sus vinos de método Champenoise el mundo de las burbujas, de mano de sus mismos dueños.

Las bodegas de Córdoba son emprendimientos jóvenes, pequeños, que están trabajando su identidad con diferentes variedades y estilos. El empuje del turismo, el conocimiento heredado y las condiciones geográficas dejan pensar un futuro prometedor partiendo de los vinos de paisaje y de contraste que, poco a poco, empiezan a mostrarse más sueltos y cordiales. 

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