Para redescubrir Barrancas, un terroir histórico en Mendoza

Barrancas

Si bien Barrancas fue declarada Indicación Geográfica en el año 2005, la mayor información sobre las características de sus suelos surgió a partir del trabajo que, desde hace unos años, lleva adelante un grupo de productores de la zona con el geofísico Guillermo Corona, enfocado en los viñedos antiguos de Barrancas.

Esto se complementó con encuentros entre productores de las bodegas de la zona, en los que degustaron los varietales plantados en Barrancas. Así, Germán Páez, enólogo de Finca Agostino, cumplió su meta de “aseverar aquellas características que uno ya tenía incorporadas de esa zona”.

Otro de los referentes del grupo, Rogelio Rabino, enólogo de Finca Flichman, agrega: “El objetivo principal es compartir cuáles son las características y diferenciales de la zona en relación a otras. Son muy diferentes las posibilidades de vinos que podés lograr en los viñedos de Barrancas en comparación con los de otros distritos de Maipú, Luján de Cuyo o Valle de Uco”.

Un pasado con historia

Barrancas

Al noroeste de la cerrillada Lunlunta-Barrancas-La Ventana,  dominio de la cerrillada pedemontana, Barrancas está sobre la margen derecha del río, en una terraza del abanico sur del río Mendoza. Su nombre se debe a los paredones de los cauces secos que el curso del río Mendoza pulió por años, dando origen a una geografía espectacular de barrancos y huayquerías.


El legado agrícola de Barrancas es ancestral y data de la era precolombina, cuando los Huarpes  -agricultores y cazadores originarios de Cuyo– cultivaban maíz, quínoa y calabaza. Más tarde, recibieron influencia inca y española que les permitió optimizar el uso de los recursos naturales de la región. En el siglo XVI, con el arribo de las misiones jesuitas que erigieron la capilla de Nuestra Señora del Rosario   -hoy Monumento Histórico Nacional–, se inició el desarrollo de viñedos y olivares.


En el siglo XIX, la producción vitivinícola y olivícola se transformó en la principal actividad económica de esta zona, que llegó a ser considerada una de las joyas de la vitivinicultura mendocina y que atrajo la atención de bodegueros pioneros como Sami Flichman y Pascual Toso. 

Barrancas bajo la lupa

Barrancas

Barrancas concentra unas 2900 hectáreas de viñedos con un importante patrimonio de vides centenarias, lo que la convierte en una Indicación Geográfica muy importante para Mendoza.

Los suelos representan dos ambientes geomorfológicos. Por un lado, suelos modernos, pedregosos, casi sin cubierta de material fino como arena, limos y arcillas. Por otro, sobre el borde sur, se da una transición rápida a suelos profundos, arcillosos y limosos. Dada su modernidad, en los suelos de Barrancas el contenido de carbonato de calcio es mínimo. En algunas fincas de la zona, se presentan tres diferentes perfiles de suelos: pedregoso, franco arenoso y arenosos y profundos.


Para el propio Corona, Barrancas “es una de las zonas más tempranas de Mendoza debido a sus suelos cálidos, lo que se suma a un clima también cálido, propiciando cosechas más tempranas de lo habitual”. En Barrancas, el promedio de temperaturas anuales de 15ºc, los 200 milímetros anuales de precipitaciones y una altura entre los 680 hasta los 840 m.s.n.m -que define una marcada amplitud térmica- ayudan a mantener frescura en las uvas y concentrar expresiones aromáticas frutales y refinadas.

Sabores, variedades y ventajas de Barrancas

Barrancas

Barrancas destaca por su aptitud para el cultivo de distintas variedades, especialmente tintas de ciclo largo, como Syrah, Cabernet Sauvignon y Cabernet Franc, aunque es también un terroir tradicional para el Chardonnay.

Valeria Bonomo, ingeniera agrónoma de Abito Wines y Finca Bautem, suma: el Cabernet Franc en particular se desarrolla muy bien e incluso ”se puede experimentar con diferentes clones de Cabernet Franc para obtener distintos perfiles de sabor y textura, con tipicidad y buena concentración”. Uno de los grandes distintivos de Barrancas en cuanto a las variedades de ciclo largo se da en los Cabernet Sauvignon, en los que logran “características particulares, como los taninos dulces y el color rojo intenso”, que adjudica al clima cálido de la zona.


Para Rogelio Rabino, los vinos de Barrancas “tienen una personalidad que los ubica como vinos redondos, frutados y fáciles de beber, con perfiles aromáticos diferentes, sobre todo en varietales de ciclo largo”. Páez añade: “Barrancas es un punto de Mendoza que debe ser rescatado por su importancia para trabajar el perfil aromático y evolutivo del Cabernet Sauvignon y del Syrah, ya que ambos muestran características que no se dan en otras zonas de Mendoza”.


Algo similar destaca del Chardonnay, del que se puede obtener un perfil más cremoso y un perfil aromático distintivo, propiciado por los suelos secos y áridos. Para él, hay una caracterización importante entre los cerros, las barrancas y el río Mendoza, que transforma a la zona “en un terroir que da cosas únicas”. 

Hoy en día Barrancas experimenta una nueva era, producto del trabajo en conjunto de los productores para lograr una caracterización de los vinos que elaboran. La combinación de un legado histórico, sus características geográficas y climáticas únicas, y la experiencia y trabajo de sus viticultores se traduce en los vinos de Barrancas, verdaderamente distintivos. 

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