Café descafeinado, leche deslactosada, cerveza sin cebada y, también, gaseosas sin azúcar. Atentos a los gustos y necesidades de los consumidores, la industria de alimentos ha ido modificando sus productos para ofrecer una respuesta que permita disfrutar de estas bebidas, en formas modificadas pero sin perder su esencia.
El vino –y en particular el vino argentino– ha comenzado a recorrer un camino similar para responder a una tendencia global, que atraviesa a todo el abanico de las bebidas alcohólicas (spirits incluidos), y que es la búsqueda de opciones de baja graduación alcohólica o, incluso, vinos sin alcohol.
“Vemos una tendencia mundial de consumir vinos con menor graduación alcohólica. Sobre todo lo hemos estudiado en el público más joven, e incluso con respecto a vinos desalcoholizados”, comenta Martín Hinojosa, presidente del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) argentino.
Vinos sin alcohol o de baja graduación: desarrollos en marcha
La respuesta de la industria del vino argentina a esta tendencia no se hizo esperar y ya son varios los vinos sin alcohol o de baja graduación alcohólica que han salido al mercado, y muchos más los que están en proceso de desarrollo.
Un ejemplo es Bajo Grado, un Malbec elaborado por la bodega Fraccionadora San Juan, proveniente de esa provincia, con 7% de graduación alcohólica y una práctica tapa a rosca; otro, el Críos Chenin Bajo Alcohol, de la bodega mendocina Susana Balbo Wines, que rescata una variedad blanca con mucha historia en la Argentina, pero que la presenta con innovadores 9° de alcohol.
Las de los vinos sin alcohol o desalcoholizados y los de baja graduación alcohólica, afirma Ana Lovaglo Balbo, Gerente de Marketing de Susana Balbo Wines, “son categorías que están creciendo en el mundo. Nosotros hemos hecho algo más perfilado para el consumo interno y el mercado brasileño, porque en Europa existen productos de bajo alcohol, pero son de menor graduación (unos 4 o 5°) realizados por el método de desalcoholización”.
“Nuestro Críos Chenin Bajo Alcohol tiene 9°, o sea, bajo alcohol para los estándares de Argentina, donde por el clima que tenemos llegamos fácilmente, tanto en blancos como en rosados y más aún en los tintos, a niveles por encima de los 13 y hasta 15 grados”, afirma.
Gustavo Bertagna, Primer Enólogo de Susana Balbo Wines, agrega: “Definimos como vino de bajo alcohol a todo aquel que se encuentra por debajo de la media de su categoría. En el caso de un vino blanco seco, en promedio los vinos elaborados en esta categoría no bajan de los 10° u 11°. Críos Chenin queda por debajo del promedio en cuanto a su tenor alcohólico, pero conserva los aromas y expresión características de la uva Chenin”.
Cómo bajar el nivel de alcohol
La elaboración del vino tiene como paso fundamental la fermentación, que es el proceso donde las levaduras convierten en alcohol el azúcar presente en el jugo de las uvas. Tanto los vinos de baja graduación alcohólica como los desalcoholizados atraviesan este proceso, pero requieren medidas extra (por llamarlas de alguna forma) para reducir o eliminar el porcentaje de alcohol.
“En general en otros mercados, sobre todo en Europa, utilizan como método la desalcoholización del vino: primero hay que producir un vino con alcohol y luego tratarlo en una planta desalcoholizadora. Hay varios sistemas que se pueden aplicar antes, durante o después de la fermentación (como la destilación en frío a 15° o 16° al final del proceso) para lograr que su graduación etílica sea inferior a 0,5%”, explica Gustavo Bertagna.
La de hacer vinos sin alcohol (desalcoholizar) es una opción; la otra es optar por cosechar más temprano, en momentos en que la uva todavía no ha acumulado en su interior tantos azúcares que luego en la fermentación se convertirán en alcohol.
Nuevos targets para vinos sin alcohol
“Nosotros hicimos pruebas desalcoholizando y no nos gustó el resultado de la calidad del producto final. Se perdían los perfiles aromáticos y gustativos de los vinos. Por eso elegimos un método más natural cosechando más temprano”, comenta Bertagna, al respecto de Críos Chenin.
La bodega incluso ha lanzado Envero, que es la primera bebida sin alcohol (0% de alcohol) elaborada a partir de uvas Torrontés y Cabernet Sauvignon, en las que el jugo no atraviesa el proceso de fermentación; no es vino, sino una nueva categoría llamada “Refresco 100% natural en base a mosto de uva”.
Por su parte, Bodega Santa Julia, de algún modo pionera en el segmento de los vinos de baja graduación, cuenta con un Chenin Dulce con un volumen alcohólico de apenas 7,5%, “Santa Julia Chenin Dulce Natural surgió de la búsqueda de un vino más suave y refrescante, para aquellos que les apasiona el vino dulzón. Aquí la baja graduación es consecuencia de haber dejado el azúcar propio de la uva sin fermentar y el resultado se posicionó entre los vinos líderes del segmento dulce para los que buscan también un vino con menos alcohol. Ahora estamos estudiando la posibilidad de sumar una versión de vino seco”, revela Ana Amitrano, directora comercial de Bodega Santa Julia y Zuccardi Valle de Uco.
Otro nuevo producto que marca el interés por ofrecer vinos de baja graduación alcohólica es Sangría, de la Bodega San Telmo: se trata de un vino tinto dulce, en el que la baja graduación (11,5%) está dada porque se detiene la fermentación antes de que las levaduras conviertan todo el azúcar en alcohol, y luego se incorporan esencias naturales.
“Al buscar un producto más dulce, característico de la sangría, es que se obtiene una menor graduación alcohólica”, sintetiza Guadalupe Oliver, Brand Ambassador de Bodega San Telmo.
Oliver agrega: “Desde hace unos años, lo que vemos a nivel global es una creciente tendencia hacia una vida más sana. Los consumidores buscan opciones que les permitan disfrutar de manera más saludable. Esta tendencia se ve reflejada en muchas categorías. El mundo del vino se empieza a sumar con vinos orgánicos, sustentables y de baja graduación alcohólica”.
“Hay un grupo de consumidores que busca cada vez más alternativas de baja graduación alcohólica. Otros países como Chile, Estados Unidos y España, por mencionar algunos, ya están incursionando en este tipo de productos”, comenta por su parte Horacio Ferrari, Gerente de Marketing de Grupo Avinea, una de las tantas bodegas o grupos de bodegas argentinas que trabajan en vinos de baja graduación.
Ferrari agrega: “Estamos recién dando los primeros pasos en esta temática, en un proceso más de investigación que de desarrollo de un producto determinado. En Avinea buscamos continuamente innovar y estamos atentos a nuevas alternativas y lo que está sucediendo en los principales mercados”.
“Esa tendencia de los vinos de baja graduación alcohólica abre alternativas comerciales a la Argentina, como por ejemplo el mundo musulmán o el mercado indio, donde está prohibido el consumo de alcohol. Y también permite dar respuesta a consumidores a los que no estamos atendiendo, como las embarazadas”, concluye Martín Hinojosa, del INV.