El país tiene un truco para elaborar vinos imposibles: en una misma región geográfica reúne, por las diferencias de altura, lugares lejanos en el planisferio. Por ejemplo, en el Valle de Uco se pueden cultivar las variedades que hicieron famosa a la Borgoña y a Burdeos, al Ródano y el Mosela. Es como si todo el mapa del vino europeo entrara en un paño de tierra de 80 kilómetros lineales.
Es algo loco, loquísimo en términos clásicos de interpretación de vinos. Pero no representa ninguna locura en términos argentinos. Esta rara posibilidad, sin embargo, fogoneada con una enología creativa que busca explorar fronteras en materia de gustos, consigue reunir variedades en estilos imposibles fuera de esta región. Basta un ejemplo: en nuestro mercado hay un puñado de cortes de Pinot Noir y Malbec.
Eso llamó poderosamente la atención de los Masters Wine que visitaron argentina en 2018: veían en Gualtallary, por ejemplo, en el Valle de Uco, una región perfecta para cortes tintos, donde podían madurar sin inconvenientes Pinot Noir, Cabernet Franc y Petit Verdot.
Así, Argentina hoy ofrece una serie de exploraciones gustativas en materia de cortes. A continuación, listamos algunas de las rarezas vigentes.
Bordeaux style con twist argento
En estas tierras, el corazón del Cabernet Sauvignon se reemplaza con Malbec, que es secundado por Carbernet Sauvignon y, a veces, una pizca de Merlot. El resultado es un bordeaux blend con un twist local, donde el corazón del vino es una boca blanda y de taninos suaves, apuntalada por las otras dos variedades: ambas le ciñen el paladar y al mismo tiempo, en especial el Franc, suma un carácter aromático particular. Algunos vinos perfectos para probar son: Teho El Corte 2018, con 40% de Cabernet Sauvignon; la misma ecuación en Toso Barrancas y Cheval des Andes 2018; Chañar Punco 2016, con 30% de Cabernet Sauvignon y 10% de Merlot, y Carrascal Corte Clásico 2015, Malbec con un 35% de Cabernet Sauvignon y 25% de Merlot. Este último, por otra parte, es uno de los cortes históricos de Luján de Cuyo.
La variante Calchaquí
En el Norte de Argentina los productores tienen una ecuación que frecuentan asiduamente. Se trata de una base de Malbec con partes menores de Cabernet Sauvignon y Tannat donde, esta última, viene a aportar frescura y aromas herbales a las más especiadas y mermeladosas tintas anteriores. Funciona. Casos de manual son Piloto de Prueba 2020 (50%-25%-25%), A. Pepa Blend 2018 (70%-15%-15%) o El Porvenir Icono 2016 (70%-20%-10%).
Malbec-Franc
Este corte está en pleno ascenso. Sucede que la forma en que se combinan estas uvas recuerda a las piezas perfectamente encastrables de un rompecabezas: si una es suave, la otra es algo rústica; si una es amplia en boca, la otra es ceñida y ajustada; si una es floral y frutal, la otra es frutal y herbal. Y así. Para cortes de perfil moderno, este es un ejemplo perfecto de renovación estilística. Probar estos vinos puede dar una buena idea: Texto Súbito 2019 (60%-40%) y Rompecabezas Blend 2018 (65%-35%).
Malbec-Syrah & Malbec-Bonarda
Dos cortes de amplia producción en las gamas medias de precio, en ambos casos el ejercicio estilístico es completar el volumen del Malbec con uvas menos costosas pero, al mismo tiempo, darle una cuota de exotismo. En particular el corte con Syrah, mientras que Bonarda ofrece un trazo de frambuesa; ambas por su parte, al no aportar taninos, no modifican la textura tersa del Malbec. Buenos ejemplos son Tikal Natural 2017 Malbec con 40% de Syrah, y El Hijo Pródigo Blend Malbec-Bonarda 2017, al 50%.
OTROS HORIZONTES PARA VINOS IMPOSIBLES
Con todo, algunos cortes asoman como más exóticos o atrevidos aún. En eso, la enología argentina explora sin límites. Algunos puntos interesantes se dan en la combinación de historias en materia de variedades.
Italia & Francia
Una de las condiciones del Malbec es que tiende, si es maduro, a perder parte de su frescura. Todo lo contrario sucede con el Sangiovese, del que hay unas 1410 hectáreas en Argentina. Y así, en un corte poco frecuente, se subraya el carácter de guinda y de frescura en tintos que no pierden el carácter ni el paladar ceñido. Eso se aprecia al detalle en Tano 2018, Malbec con un 20% de Sangiovese y otro tanto de Syrah y Merlot.
Burdeaux & Loire blancos
Una de las tendencias en blancos es apuntar a los blends. Entre los más nuevos despunta hoy el corte de Semillón y Chenin. Apelando a la historia de un vino de boliches del pasado, estos blancos hoy son la punta de una lanza de renovación en sabores. Es como si el Loire y la Garona desembocaran en Mendoza. La idea es combinar la textura y profundidad de boca del Semillón con el perfume suave y atípico de la Chenin, de frescura elevada. Vienen con nombres que recogen el guante del tiempo, como Catena Histórico 2018y Altos Las Hormigas Blanco, que invierte la relación a Chenin-Semillón 2020.
En una sintonía familiar, Santa Julia Nacional 2020 explora la versión Semillón-Torrontés.
Blancos nuevos
La idea de combinar variedades para elaborar blancos de otro planeta ofrece una paleta bien interesante. Sin ataduras claras, la imaginación de los productores brinda paisajes imposibles: va desde Vallisto Extremo 2019, donde cohabitan Riesling con Ugni Blanc en un vino tan exótico –como si el Mosela serpenteara por Cognac– como interesante, a un curiosísimo Lurton Corte Friulano 2019, donde mezclan una mayoría de Tokay con Sauvignon Blanc.
Lejos de ser los únicos, dan cuenta de una tendencia creciente en blancos. En particular bajo la genérica denominación de White Blends, donde el Chardonnay comparte cartel con Sauvignon Blanc y Semillón en Lagarde Proyecto Hermanas White Blend 2018, pero también con Viognier y Moscato Bianco en Bianchi White Blend 2020.
Como se ve, la cantera creativa de los cortes en Argentina ofrece hoy algunos de los vinos más interesantes para los buscadores de curiosidades y sabores fuera de la caja. Probarlos es, de paso, una experiencia renovadora.