Una semana para el torrontés, todo un año para descubrirlo

Torrontés

En el mundo hay países famosos por sus blancos aromáticos. De Grecia a Hungría y a Eslovenia, los consumidores de paladar pulido se zambullen en las góndolas lejanas para buscar una hebra de ese perfume que los vuelve locos. Con nombres tan sonoros como Assyrtiko, Frumint o Rumeni Muskat, la clave está en el aroma de esas uvas que enamora. Aunque menos conocido, no están lejos del Torrontés. 

Bien enfocadas, las cuatro son uvas patrimoniales. Es decir, variedades que nacieron y se desarrollaron en sus países de origen y que en cada uno de esos rincones del mundo las supieron elaborar con gracia. 

Para establecer un contraste, mientras que el Chardonnay da vinos cosmopolitas, las variedades patrimoniales juegan un partido más chico pero siempre fascinante. El asunto es darlas a conocer.

Por eso, Argentina tiene su Semana del Torrontés, que este año va del 4 al 11 de octubre. Una semana en la que esta variedad blanca y aromática es celebrada en las góndolas y en las mesas. Pero antes de celebrarla, hay que conocerla. 

ABC del Torrontés

Entre las variedades patrimoniales de Argentina –la mayoría está en estudio y hay identificadas ya una veintena– el Torrontés Riojano es la más cultivada por lejos (7300 ha). Según las investigaciones de ADN, se trata de un cruzamiento entre Moscatel de Alejandría y Listán Prieto, que algunas fuentes históricas (Pablo Lacoste, por ejemplo) ubican en Mendoza a mediados del siglo XVIII.

Pero más allá del pedigrí mendocino, esta cepa encontró en los valles norteños, principalmente en la Rioja y Salta, su lugar en el mundo. La razón: es una uva de ciclo largo que precisa de veranos de ese tipo para madurar bien; esa condición se cumple en el norte, con el plus de una elevada insolación. Por eso, para morigerar los efectos dañinos del sol en las uvas, los viticultores desarrollaron el Torrontés en parral.

A la sombra atigrada del parral, las uvas ganan matices y las tardes son más frescas en los valles desérticos del norte. Francisco Tellechea, agrónomo de El Esteco, apunta: “En el manejo de la sombra está el secreto del equilibrio para los aromas del Torrontés. Ni mucha, que da trazos de piel quemada, ni poca, que depara trazos herbales. En la bodega venimos trabajando en el calibre fino para obtener una iluminación difusa de los racimos,” dice.

Pero no todo depende de la sombra. “Si los suelos son más arcillosos, la maduración tiende a ser lenta y el vino conserva boca y acidez; si son arenosos, madura rápido y alcanza buena expresión aromática”, explica Thibaut Delmotte, enólogo de Colomé.

Sensible a la altura, sin embargo, entre los 1500 y los 1900 metros de Chilecito y Cafayate el Torrontés parece encontrarse cómodo. Más arriba, en Cachi por ejemplo, a 2300 metros, vira hacia otros estilos, lo mismo que sucede con los ejemplares del sur mendocino. José Lovaglio lo elabora en Paraje Altamira, Mendoza: “Aquí la ventana de cosecha es más larga y podemos buscar un punto diferente en materia de aromas”, dice. 

Así, en la combinación de altura, latitud, suelos y sistemas de conducción, el Torrontés ofrece algunos rangos gustativos bien interesantes.

Diversidad de estilos

Así como con las variedades patrimoniales en Europa es dable encontrar diversos estilos, para celebrar el Torrontés hay que tener en cuenta el rango de posibilidades, ya que con esta variedad se elaboran desde vinos tranquilos y secos a espumosos y tardíos. En cualquier caso, como mejor funciona es como blanco seco aromático y como vino tardío.

Entre los vinos secos y aromáticos, los Torrontés de Cafayate y Chilecito son los más expresivos. Pivotean entre los aromas cítricos y florales, como azahar y rosas, con paladares medios, sueltos y de frescura moderada. Así son Domingo Hermanos 2019, Don David 2019, Collovatti 2019 y Laborum de Parcela 2019. Inmejorables con unas empanadas salteñas, apretadas y con papa y cebolla de verdeo; también para picadas.

Hay, sin embargo, un movimiento hacia un estilo menos floral y más cítrico, donde el azahar es la regla, con pizcas de hierbas, albahaca y lima. En ese perfil aromático el Torrontés gana boca, graso y tensión, con vinos de un perfil más gastronómico. Buenos ejemplos son El Esteco Old Vines 2019, Colomé 2019, Adentro 2019, Abras 2019 y Terrazas de los Andes 2019, a los que se suma Susana Balbo Barrel Fermented 2019. Estos estilos son ideales para comidas asiáticas y pescados de mar.

En materia de tardíos, sin embargo, como sucede con la húngara Furmint, el Torrontés despliega un carácter sexy de frutas cítricas maduras y con trazo de damascos. Como alcanza buena concentración de azúcar, el resultado son vinos golosos que, bien trabajados, ofrecen un perfil de rica frescura. Buen ejemplo en esta línea es El Esteco Late Harvest 2018. Ideal para quesos fuertes.

Así las cosas, para quienes busquen blancos patrimoniales y aromáticos, ahora saben que en Argentina hay una linda rareza, expresiva y compleja. Y la Semana del Torrontés de 4 al 11, es el mejor momento para descubrirla.

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