En Argentina siete de cada diez botellas que se descorchan son de vino tinto. De esas siete, el 60% es Malbec. Números lógicos para el país que tiene a este varietal como mascarón de proa de su industria vitivinícola. Sin embargo, hablar de Malbec ya no se trata solo de tintos jóvenes o reserva, hoy con esta cepa tinta se elaboran todos los estilos posibles, incluso una bodega se animó a vinificarlo en blanco, Vicentín Blanc of Malbec, y el resultado ha sido tan alentador que varias bodegas se tentaron en probar el propio. Mientras tanto con etiquetas muy curiosas los winemakers locales ponen a prueba la versatilidad del Malbec. Repasemos que nos ofrece esta cepa de color más allá de los clásicos.
Para el Malbec la vie en rose
Es imposible llevar registro de cuántas etiquetas de Malbec rosé hay en el mercado. El revival del consumo de estos vinos que tuvo lugar en los últimos años llevó la oferta a un pico histórico. Lo mejor del fenómeno es que responde a una demanda en ascenso durante todo el año. Y lo más interesante es que hay una explicación: ya no se trata de subproductos de la elaboración de los tintos, estos vinos hoy nacen en el viñedo. Para esto algunos cosechan los frutos a mediados del verano, otros recurren a vendimias diferenciadas y todos acortaron el tiempo de maceración para lograr vinos más frescos, ligeros y vivaces. Entre estos son muchas las etiquetas que se destacan aunque para comprender este nuevo estilo sirve descorchar exponenetes como Altocedro Rosado de Malbec, Laborum de Porvenir de los Andes, Domaine Bousquet, Saurus Rosé, L´Argentine de Malartic y Lagarde Blanc de Noirs, todos de la cosecha 2015.
Sparkling Malbec, la versión más glam
Sin dudas este puede ser uno de los estilos más sorprendentes elaborados con Malbec. Los hay rosados, blancos e incluso algún tinto. Los primeros usos de Malbec para vinos espumosos son de principios de 2000 cuando Bodega Chandon utilizaba solo un dash de vino tinto para dar color al cuveé de sus rasados. Un modo de sumar color pero también identidad y sabor local. El diferencial logrado, aromas y el leve sabor de los de frutos rojos, tentó a varios enólogos a probar suerte con champanizaciones varietales. Uno de los pioneros fue Mauricio Lorca al elaborar Lois, el espumosos de bodega Foster que intenta ser un blanc de noirs aunque el potencial colorante de los hollejos muchas veces le marcan leves tonos rosados. Entre los más elegantes y complejos se ubica el reciente lanzamiento de Marcelo Pelleriti para la línea Lindaflor de bodega Monteviejo, un rosé sutil y vivaz. Entre los más clásicos del mercado se ubican Luigi Bosca Finca La Linda Rosé y Navarro Correas Brut Rosé mientras que los espumosos dulces como Deseado Malbec de Familia Schroeder y Dolce Rosé de Cooperativa La Riojana dan cuenta de un fenómeno impulsado con la misma energía de sus burbujas.
El encanto de los últimos racimos
Cada año, mientras las bodegas se vinifican las uvas de la vendimia en las vides muchos racimos esperan ser recolectados durante el otoño. Entre estos, los de Malbec son cada vez más preciados. Para sorpresa de muchos las uvas del varietal más importante del país dan origen a exquisitos tintos dulces de cosecha tardía ideales para acompañar tartas de chocolate, frutos secos y tablas de quesos. Incluso hay un dato muy curioso detrás de estos vinos, su demanda es constante y cada año nuevas etiquetas llegan al mercado. Entre los destacados de esta nueva especialidad argentina están Dolce de Achával Ferrer, Ciclos Tardío de bodega El Esteco, Don Nicanor de Nieto Senetiner, Graffignia Centenario, Susana Balbo Late Harvest Malbec, el rosado dulce de Malbec de Ángeles y el curioso ICE de Las Perdices, elaborado con uvas que se cosechar en el mes de junio cuando la térmica de Mendoza marca sus niveles más bajos del año.
Malbec fortachones
En el 2000, Familia Zuccardi inauguró un osado estilo para el Malbec y así nacía una de sus etiquetas más exitosas: Malamado, el primer varietal encabezado del pais. De hecho, su nombre es un juego de palabras que descifra su vinificación, “Malbec a la manera de Oporto”. Producido solo con uvas Malbec, es encabezado con alcohol vínico hasta los 18 grados y contiene 120 gramos de azúcar residual por litro. Un réplica bien lograda de los vinos portugueses más famosos que se ganó la inmediata aceptación del público. Desde entonces es un clásico local a la hora de los postres, chocolates y charlas de sobremesa. Pero la categoría se amplió de la mano de éxito de los vinos dulces y Malamado comparte el mercado de los fortificados argentinos con etiquetas como Porto de Magodas 2005 de la colección los Stradivarius de Casa Bianchi, Rutini Encabezado de Malbec 2007, Domaine Bousquet Malbec Dulce y Fond de Cave Encabezado 2011, producido por Trapiche.
El espíritu del Malbec
Entre los enólogos es común el amor por los alambiques. Estos equipos de cobre son la herramienta que les permite extraer el espíritu de sus creaciones para dar vida a bebidas de mayor graduación alcohólica. En Argentina la fuerte herencia que dejaron las oleadas de inmigrantes italianos y españoles explica la pasión de los winemakers locales por mantener viva la tradición de las grappa y orujos. Ideales para la sobremesa o alguna noche helada frente al calor de una chimenea, estos tragos que sacuden el alma tiene versiones locales a partir de las uvas Malbec. Es un secreto a voces que en nuestros país abundan estas destilaciones aunque la mayoría son de consumo familiar. Sin embargo hay una interesante oferta en el mercado que también despierta el interés de algunos bartender a la hora de diseñar sus cocteles de autor. Elaboradas del mismo modo que las grappas italianas y los orujos españoles se consiguen, dentro y fuera del país, Norton Grappa de Malbec (40% alc), Grappa D.V. Catena (41% alc), Grappa Sin Fin (40 % alc), Rutini Destilado de Orujo Malbec (41% alc) y Aniapa Aguardiente de Malbec (41% alc).