Los vinos argentinos posicionaron al país como un referente indiscutible en la producción vitivinícola de excelencia. Pero no solo eso: también han sido motor del desarrollo de la gastronomía nacional.
Su calidad, su diversidad y su amplia variedad de cepas y estilos han inspirado a chefs a superar sus propuestas culinarias, ofreciendo experiencias enriquecedoras en las que el vino es protagonista.
La gastronomía en Buenos Aires y el vino tienen una relación cada vez más sólida: existen restaurantes clásicos y ultra premiados, con cavas prestigiosas en las que se resguardan los tesoros de la vitivinicultura argentina, como es el caso de Don Julio, Oviedo, La Brigada, Aramburu, entre otros.
Hoy es difícil imaginar la apertura de un restaurante con alto vuelo sin que el vino argentino no tenga un lugar central. En estas líneas, gastronomía en Buenos Aires y cuatro espacios que también rinden culto al vino argentino, para visitar, comer y brindar en la capital porteña.
Gastronomía en Buenos Aires
Franca
Este es el segundo proyecto del renombrado chef Julio Báez, tras revolucionar la escena gastronómica local con la apertura de Julia, su primer restaurante.
En Franca, el fuego y el vino son los ejes conductores y la parrilla es el epicentro de una experiencia que va más allá de la carne. Julio y su equipo han dedicado pensamiento y trabajo para utilizar este antiguo método de cocción como una herramienta poderosa para interpretar vegetales, frutas, pescados, mariscos y mucho más.
El vino juega un papel primordial en Franca y ha sido cuidadosamente seleccionado por la sommelier Delvis Huck, una de las mejores profesionales del país.
Delvis ha creado una carta original y cautivadora, clasificando los vinos en categorías novedosas: «Expresivos y Ágiles», que despiertan los sentidos con su vivacidad; «Versátiles y Equilibrados», que se adaptan a una amplia gama de sabores y «Profundos y Amplios», que invitan a explorar las capas más ricas y complejas del vino argentino.
La carta cambia permanentemente, pero aquí van algunos platos consagrados: Ostras mignonette, verjus y pickle de arándanos (ideal con espumante); Calamar a la parrilla, estofado de porotos negros, nduja, tinta de calamar y mayonesa de limón fermentado; Ojo de bife madurado con Koji a la pimienta negra, ahumado, con chips de papa y gribiche, entre otros.
Franca. Darwin 1111. Lunes a viernes de 19.30 a 23.30hs.
Crizia
Desde 2004, el restaurante especializado en ostras, pescados y mariscos ha sido un faro en la escena de la gastronomía en Buenos Aires. Gabriel Oggero, uno de los chefs más respetados del país, resalta la diversidad y calidad de los productos argentinos -desde las numerosas variedades de papas jujeñas hasta las diferentes especies marinas provenientes de la costa patagónica-.
Recientemente, el restaurante ha inaugurado una cava de tres pisos en el centro del salón, completamente vidriada. Este espacio alberga una vasta selección de vinos provenientes de diferentes provincias y zonas vitivinícolas de todo el país con más de 10000 botellas.
Un equipo de sommeliers se encarga de brindar un servicio impecable, sugiriendo a los comensales etiquetas poco conocidas, auténticas joyas elaboradas por pequeños productores.
Crizia propone un viaje sensorial por la riqueza culinaria de Argentina, acompañado de vinos excepcionales que representan la diversidad vinícola de cada región.
Crizia. Fitz Roy 1819.
Lardito
Ubicado en el corazón de uno de los polos gastronómicos más vibrantes de la ciudad, en Chacarita, este espacio combina la esencia de una vinería y un restaurante. Aquí, las y los comensales pueden disfrutar de una amplia variedad de platitos de street food inspirados en sabores de todo el mundo, servidos en una larga y divertida mesa comunal.
Cada capa de sabor es trabajada con esmero y no faltan los fermentados, los ahumados y los encurtidos, que suman un plus a la experiencia gastronómica.
En los estantes que coronan las paredes descansan los vinos argentinos de baja intervención, naturales y orgánicos que son seleccionados con meticulosidad. Abarcan una amplia gama, desde ligeros hasta blancos y naranjos, y son producidos por enólogas y enólogos jóvenes de todo el país.
El servicio de este lugar -bien capacitado- brinda asistencia y sugiere interesantes recomendaciones a los visitantes.
Lardito. Jorge Newbery 3655.
Trescha
Un fine dining exclusivo para 10 comensales por turno ofrece un menú de 14 tiempos y algunas sorpresas, con una duración de 2 horas y media. Su reciente apertura y su propuesta diseñada hasta el más mínimo detalle por el joven chef de 25 años Tomás Treschanski, quien a pesar de su corta edad ya cuenta con una vasta trayectoria en restaurantes del mundo y en la gastronomía en Buenos Aires, llaman la atención de los paladares más sofisticados de la ciudad.
Aquí no hay nada conocido y todo remite a la formación personal y ecléctica del cocinero. Hay sabores nórdicos, españoles, asiáticos y argentinos que se combinan con técnica e investigación en su laboratorio de última generación.
Cada plato es una obra maestra, una puesta en escena, un viaje inmersivo a una experiencia irrepetible. El menú se desarrolla como una obra teatral en el salón/cocina a la vista, donde los visitantes ocupan cómodos sillones a lo largo de una barra irregular.
Cuenta con una cava subterránea que se puede ver desde una claraboya en el piso del salón principal y una cava separada de vinos blancos. Un diferencial es el programa de bebidas que acompaña el menú, ya que se pueden elegir cuatro posibilidades de maridaje: sin alcohol, uno mixto y dos opciones con alcohol (el precio varía según las propuestas).
Hay vinos selectos en su colección argentina (además de etiquetas del mundo, cervezas belgas y otras bebidas). Vale la pena animarse a disfrutarlo al menos una vez en la vida.
Trescha. Murillo 725, Villa Crespo.
