¿Qué tintos definen el carácter patagónico?

¿Qué tintos definen el carácter patagónico?

La región está en producción desde 1909, cuando la familia Canale se estableció en el Alto Valle del río Negro. Desde entonces, la Patagonia del vino creció en torno a ese oasis y abasteció de buenos exponentes al sur del país. Noventa años más tarde, sin embargo, su sumó una nueva zona de vinos en Neuquén, con un moderno polo vitivinícola en San Patricio del Chañar. Poco tiempo después, las provincias de La Pampa y Chubut ampliaron el horizonte de los vinos patagónicos.

Entre las cuatro provincias, hoy suman unas 4.600 hectáreas de viñedos destinados a la producción de vinos de alta gama. Y si bien esta superficie es apenas el 2% del total nacional, el valor contrasta con la reputación de sus vinos, muy apreciados por los consumidores, debido a su estilo fresco y potente.

Un terroir singular

La principal característica de la región, responsable de su carácter, es su temperatura moderada, con un promedio menor al de otras zonas productoras argentinas. Esto se traduce en una maduración lenta de las uvas, entre las que se destacan las de ciclo corto, como Merlot y Pinot Noir, mientras que el Malbec logra un estilo particular, con buen músculo y frescura. Los factores que completan el carácter patagónico son los constantes vientos, una altura promedio de trescientos metros sobre el nivel del mar y un ambiente seco de aspecto semidesértico. “El clima frío y seco, los vientos constantes y una excelente insolación garantizan sanidad en las uvas. Esta condición rara vez se altera entre vendimias y perfila tintos con carácter”, asegura Horacio Bibiloni, enólogo de Humberto Canale.

Tintos con carácter patagónico

Los vinos patagónicos son diferentes a los del resto del país. “Gracias al clima frío, el nivel de acidez en las uvas es alto, y esto nos asegura frescura de paladar. En cuanto a los vientos, generan un hollejo más grueso que colabora con el cuerpo del vino. En conclusión, logramos vinos expresivos y frescos, de buena estructura”, explica Marcelo Miras, enólogo principal de Bodega del Fin del Mundo y asesor de varios proyectos.
Otro dato a destacar es que hay dos estilos de vinos muy diferentes según la provincia. Río Negro, por su parte, hace gala de la tradición, con tintos ligeros de perfil clásico con aires europeos, mientras que Neuquén y La Pampa logran un estilo moderno, de tintos carnosos y profundos.

Pinot Noir, la gran apuesta

Todas las bodegas patagónicas confían en la buena estrella del Pinot Noir. El clima de la zona es la clave para esta cepa delicada y caprichosa. En Río Negro es donde los resultados dan cuenta de un potencial notable, a partir de antiguos viñedos, como los que usa Bodega Humberto Canale en su Old Vineyard La Isabel 2013, o el singular Chacra Cincuenta y Cinco 2013, elaborado en la microrregión de Mainqué por el italiano Piero Incisa della Rocchetta. Se trata de viñas con más de cincuenta años, que permiten obtener vinos complejos, con colores ligeros y la aromática terrosa y frutal típica de la variedad.

En Neuquén, en cambio, los viñedos rondan los quince años y el resultado es un Pinot Noir voluminoso, de color intenso y paladar firme, como Fin del Mundo Reserva 2013, Saurus Barrel Fermented 2013 de Familia Schroeder y 2013 de Bodega Patritti.

Merlot, un clásico que resiste

También destacable, los expertos aseguran que la Patagonia es el mejor terroir de Argentina para elaborarlo. “Los suelos franco-limosos con abundante arena son la clave del Merlot patagónico”, explica Marcelo Miras, quien elabora Miras 2012 con uvas de Río Negro y otro, en San Patricio del Chañar, para FIN Single Vineyard 2013 de Bodega del Fin del Mundo. Interesantes exponentes son también Marcus Gran Reserva 2011 de Humberto Canale, Amor Seco 2012 de Bodega Chacra y 006 Merlot 2013, producido por Bodega Aniello, todos rionegrinos.

Malbec patagónico

Al comparar los Malbec patagónicos con los del resto del país, es fácil descubrir que el frío y las características de la zona hacen que se trate de vinos más suaves, con taninos delicados y una marcada expresión frutal. Sin embargo, es posible diferenciar los estilos propios de cada provincia. La clave es la edad de los viñedos. En Río Negro son antiguos y equilibrados, mientras que en Neuquén son más jóvenes, lo que da vinos algo más musculosos.
Entre las etiquetas rionegrinas, destaca Noemía 2013, elaborado en Mainqué por el enólogo danés Hans Vinding-Diers, a partir de un viñedo de 1932. Su estilo explota el carácter fresco de la zona con un perfil sutil y elegante. Por su parte, Humberto Canale cuenta con Old Vineyard Malbec 2012 Finca Los Borregos, elaborado con uvas de un añoso viñedo de la década de 1960. El vino es profundo y frutal con una marcada frescura en boca.

Entre los neuquinos, Saurus Select Malbec 2013 de Familia Schroeder es una muestra cabal del perfil moderno y profundo de la provincia, así como también se puede apreciar un marcado sabor frutal en Primogénito 2013 de Bodega Patritti. En un estilo similar, jugoso y de buen caudal frutal en boca, se encuentran Fin del Mundo Reserva 2013 y Malma Reserva de Familia 2012.

Cabernet maduro

Completa el panorama el excelente Cabernet Sauvignon, que se encuentra en el límite geográfico para su cultivo, por lo que resulta extraordinario solo los años de madurez prolongada y suave. En esa línea, inmejorables son Humberto Canale Íntimo 2010 y FIN 2009, este último de Bodega del Fin del Mundo.

Si de probar vinos elegantes y de estructura lograda se trata, no hay en el panorama argentino mejor región que la Patagonia. Con un delicioso extra: al beberlos, es posible asomarse al desierto, las mesetas y los bosques montañosos que le dan forma a la zona.

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