Claroscuro: bodega de vinos y arte

Claroscuro

Toda persona que viva de cerca la experiencia del vino, su elaboración y disfrute, sabe que hay mucho de arte en sus procesos. Gustavo y Paula Cucchiara decidieron hacer aún más explícita esa unión con su proyecto vitivinícola Claroscuro, en el que la pintura es vital al momento para comprender el concepto que los guía. 

La bodega comenzó a gestarse en el 2010, cuando la pareja puso proa al Valle de Uco en búsqueda de un terruño que sirviera como base ideal para su sueño. Así, se toparon con la finca San Francisco, ubicada en Vista Flores (Tunuyán) con una impresionante panorámica de la Cordillera de Los Andes. 

Con una elevación de entre 1000 a 1400 metros sobre el nivel del mar y varias ondulaciones, el viñedo ofrece una gran variabilidad en sus uvas. El terreno está recorrido por el lecho de un antiguo arroyo, con laderas orientadas hacia el norte, sur y oeste, lo que permite que las vides reciban distintos niveles de influencia del sol. En las zonas de mayor altura el suelo es franco arenoso, mientras que en las más bajas aflora la piedra bola.

La finca principal cuenta con espalderos ubicados de norte a sur buscando que reciban luz durante todo el día. El sistema de riego por goteo se alimenta con agua proveniente de los deshielos de las altas cumbres, que se almacena en una represa y permite un control minucioso de la irrigación.

Claroscuro

Claroscuro, los viñedos

En la primera etapa del viñedo se plantaron 12 hectáreas de vides de Malbec, a las que se sumaron cuatro más al año siguiente. Luego llegaron tres hectáreas de Cabernet Franc, tres de Petit Verdot y cuatro de Pinot Noir. 

Para la producción de variedades blancas, los Cucchiara se decidieron por una finca situada en Agua Amarga (Tunuyán, Valle de Uco), en la que el suelo franco arenoso presentaba una cuna perfecta para el cultivo de Chardonnay, Sauvignon Blanc y Semillon. 

Finalmente, apuntando al desarrollo de los Single Vineyards, desde Claroscuro adquirieron parcelas especialmente seleccionadas en Gualtallary y Paraje Altamira, dedicadas solo a la producción de Malbec.

Un matrimonio ideal: arte + vino

Con el terroir delimitado, llegó la hora de pulir el perfil de los vinos. El ingeniero agrónomo Alberto Benenati se convirtió en el encargado del manejo del viñedo trayendo sobre sus espaldas más de 15 años de experiencia. En paralelo, el enólogo Diego Barrera se puso al frente de la elaboración, logrando un estilo equilibrado que suma complejidad a partir del uso de roble francés y americano. 

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Solo faltaba el toque final: la idea de conjugar las artes plásticas y el vino, que llegó -como muchas inspiraciones- casi de casualidad. En una charla con el artista Sergio del Giudice, con quien lo une una larga amistad, Gustavo Cucchiara reflexionó acerca de la necesidad de que el arte argentino llegue a un público más amplio, y se dio cuenta de que el vino podía ser un gran vehículo.

El nombre del proyecto, por supuesto, aterrizó directamente desde el mundo de la pintura. Una buena técnica de claroscuro es la que pone en relieve los contrastes entre el día y la noche, el frío y el calor, la luz y la oscuridad. Los mismos que necesita la vid para ofrecer uvas de calidad. 

Yendo más allá, los Cucchiara buscaron relacionar cada cepa y cada añada con una obra y un artista. Así, el primer vino elaborado por Claroscuro llevó en su etiqueta una obra de Del Giudice. Las sucesivas pinturas que ilustraron a las botellas fueron elegidas teniendo en cuenta el impacto, la expresividad, la intención de los artistas y la manera en la que se conectaban con cada vino. 

Así, por ejemplo, para el Gran Reserva Malbec 2018 se seleccionó la obra Rincón de la Boca, de Benito Quinquela Martín, que retrata el barrio donde residía el artista con un estilo tan auténtico y expresivo como el del vino. 

Gran parte del catálogo actual de vinos de Claroscuro está ilustrado con obras de artistas jóvenes como Mariela González, Mauro Boteli, Paola Bertolotto, Sol Curto y Carlos Langone., buscando reflejar un carácter vibrante y fresco.

Impulsando la difusión de los autores, las contraetiquetas incluyen biografía del artista e información sobre la obra, mientras que en las redes sociales de la bodega pueden encontrarse iniciativas y propuestas de cada artista. Anualmente, además, Claroscuro organiza una muestra que reúne las obras que ilustran sus vinos. 

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