Los bares de vinos existen en muchos puntos de la ciudad: los hay en sus diversos formatos, con dispensers de alta gama; vino tirado en barril; a la vieja usanza -copa en mano a la barra- o formando parte de distintas propuestas de restaurantes. Aquí, te invitamos a conocer siete wine spots con estilos diferentes para visitar en la capital porteña.
Wine Bars en Buenos Aires
Aldo´s Wine Bar (República Árabe Siria 3037, Palermo)
Aldo Graziani, reconocido sommelier, es dueño de varios locales donde el vino argentino es protagonista. Uno de ellos es Aldo’s Wine Bar, un espacio cálido y descontracturado, en el que se puede disfrutar de una amplia variedad de vinos por copa o en botella.
La curaduría de vinos privilegia a los pequeños y medianos productores de distintas zonas vitivinícolas, y pone el foco en el trabajo de enólogos innovadores, aunque los amantes de las propuestas clásicas siempre tendrán sus opciones. Para acompañar los vinos, una gastronomía que une simpleza y calidad en la que se destacan los quesos y la charcuterie de autor.
VICO (Gurruchaga 1149, Villa Crespo, y Honduras 5799, Palermo)
A Vico Wine Bar es mejor ir con tiempo, porque la oferta es tan tentadora que dan ganas de pasarse un buen rato probando distintas copas de vinos: ofrecen más de 100 etiquetas provenientes de distintas regiones vitivinícolas del país, seleccionadas por el sommelier Pablo Colina.
Toda la propuesta se apoya en los innovadores dispensers italianos WineEmotion que permiten servir copas en tres dosis diferentes y conservar el vino en óptimas condiciones de frescura y temperatura. Así, el cliente elige su etiqueta favorita, la dosis que prefiere, pasa una tarjeta para activar el sistema y, entonces, el vino es servido en perfectas condiciones. Es el lugar ideal para tener un gran pantallazo de la diversidad del vino argentino en un solo lugar.
Para acompañar, la cocina privilegia los productos nobles de estación y la barra ofrece cócteles de excelente realización.
Dato de último momento: VICO Wine Bar acaba de abrir una sucursal en Mendoza, si vas de visita, es un lugar muy interesante para conocer.
Naranjo (Ángel Justiniano Carranza 1059, Villa Crespo)
En un principio, Naranjo fue imaginado como un restaurante en donde los protagonistas serían los vinos y tapas. La pandemia cambió los planes y hubo que repensar la propuesta: ya no hay salón, las mesas están en la vereda y adentro, un mostrador sirve como vidriera de la oferta de los platos del día, diseñados en función de los productos de estación y de lo que sorprenda cada mañana en el mercado.
Los vinos argentinos son centrales en la filosofía de este bar y vinoteca hipster del barrio de Chacarita (el polo gastronómico de moda): orgánicos, biodinámicos, de baja intervención, de bodegas boutique. Cada tanto, un productor se acerca para charlar con los visitantes, solo hay que estar atento a sus redes.
Vina San Telmo (Av. Caseros 474, San Telmo)
La joven sommelier Sofía Maglione es la capitana al frente de Vina, que ocupa una de las calles más bonitas de Buenos Aires, con una vida nocturna siempre animada. El bar acompaña ese espíritu con agitados shows musicales en su programación y un calendario de pop-ups y eventos que convocan especialmente al público joven.
Sin embargo, no hay que confundirse: el perfil distendido no es sinónimo de desprolijidad. Maglione logró amalgamar una carta de vinos sumamente equilibrada y ejerce como atinada guía -con gusto y elocuencia- cuando hay clientes con dudas. Para comer, las estrellas son sin dudas la tortilla de papas y la salchicha parrillera servida sobre fainá con alioli y salsa criolla.
Nilson (Carlos Calvo 463, San Telmo)
El Mercado de San Telmo es uno de los puntos turísticos más visitados de Buenos Aires y, afortunadamente, el caminante que busque un momento de descanso en compañía de una copa de vino lo encontrará en Nilson, pequeño y sencillo bar que ocupa uno de los laterales del tradicional edificio.
Con pocas mesas y oferta gastronómica resumida en tostones, pequeñas raciones para picar y sándwiches, el lugar claramente se identifica con el espíritu “al paso”. El menú de vinos por copa ocupa una pizarra siempre cambiante, con un rango accesible de precios y gustos, desde naranjos de perfil novedoso hasta Malbec aptos para todo público. La atención es amigable, y busca quitar al vino de mandamientos rígidos.
LPV (Paunero 2880, Palermo)
El proyecto de LPV reúne dos experiencias anteriores: el Club Vilardo (una tienda online de vinos) y la gastronomía del bar Las Patriotas (que está cerrado tras la pandemia, pero sus cocineros se sumaron a este emprendimiento).
Con clara orientación hacia los vinos de baja intervención, orgánicos y biodinámicos, la selección de LPV abarca alrededor de 90 etiquetas que rotan con frecuencia y busca propuestas sin protocolos ni formalidades.
El menú está pensado para que las pequeñas raciones acompañen el vino y la enorme barra de madera ofrece las creaciones del bartender Frank Sosa, con tragos que tienen al vino como centro de la coctelería utilizando, por ejemplo, las cepas Criolla, Nebbiolo; o vinos Pet Nat.
Gran Bar Danzón (Libertad 1161)
Si hubo un pionero entre los wine bars en Buenos Aires, ese fue Gran Bar Danzón (Libertad 1161). A fines de los años 90, el concepto de bar de vinos era inédito en el ambiente porteño. Escondido, alejado de los polos gastronómicos de aquella época, estar en un lugar secreto se volvió uno de sus fuertes.
Su cuidada carta de vinos (con más de 350 referencias con etiquetas de colección y añadas históricas), su imponente barra de tragos que hizo escuela en la coctelería argentina y la cocina de alta gama siempre fueron y son marcas de su identidad. “El Danzón”, como lo conocen los habitués, ya es un espacio mítico para todas las generaciones y sigue vigente.
