Con más de 40 años de trayectoria en la vitivinicultura de Argentina, Susana Balbo sigue escribiendo algunas de sus páginas doradas. Primera enóloga mujer del país y de Sudamérica, se convirtió también en la primera mujer argentina en ingresar al prestigioso Decanter Hall of Fame, algo que sólo han logrado dos profesionales en la región (el argentino Nicolás Catena en 2009 y el chileno Eduardo Chadwick en 2018).
Como destacó la publicación británica, Susana Balbo “no solo rompió el techo de cristal para las enólogas argentinas: lo destruyó por completo”. Es que, a lo largo de su carrera, ha abierto puertas en una profesión que, hasta entonces, era exclusiva para hombres. Para su primer trabajo en una bodega -Sucesión Michel Torino en Cafayate- debió vencer a 88 postulantes masculinos para ingresar.
Aunque su plan inicial era estudiar física nuclear, en 1981 se graduó como enóloga en la Universidad Patagónica de Don Bosco, con Diploma de Honor y Medalla de Oro. A partir de allí comenzó un largo camino que tuvo su primera parada en Salta, donde forjó su apodo de “Reina del Torrontés”, y que siguió en Mendoza, donde en 1999 fundó su propia bodega: Susana Balbo Wines. Desde allí continúa hoy con lo que considera “la revolución de los blancos”.
Actualmente y con una activa participación a la hora de definir los cortes de sus vinos, está al frente de la empresa familiar, junto a sus hijos José y Ana Lovaglio, con la enología de Edgardo “Edy” Del Popolo,
En 2019, la compañía se asoció con el fondo norteamericano L Catterton (integrado por el holding LVMH y el grupo Arnault) para potenciar su presencia en el mercado de lujo. En este segmento, los planes de Susana Balbo van mucho más allá de los vinos: en 2022 inauguró en Chacras de Coria Susana Balbo Winemaker ‘s House & Spa Suites, el primer Luxury Wine Hotel de Latinoamérica.
En esta entrevista, la bodeguera Susana Balbo analiza el por qué del nuevo reconocimiento internacional, la actualidad de su empresa, el futuro del mercado vitivinícola y cómo Argentina puede adaptarse a esa nueva realidad.
Entrevista a Susana Balbo
¿Por qué cree que llegó este importante reconocimiento internacional en este momento de su carrera?
No tengo respuesta, porque esto es una decisión que tomó Decanter. Pero si vos comparás a quienes se los han dado y en qué épocas, por ejemplo, el único es Nicolás Catena, en 2009. Cuando se lo dieron a Robert Mondavi, también tenía una trayectoria de muchos años en la industria vitivinícola, también Jancis Robinson. Si repasás la lista ves nombres como Ángelo Gaja, Hugh Johnson… Son todas personas con muchos años de trayectoria en su profesión, de alguna manera consagrados, con un recorrido impecable, que han trascendido y que no están en el medio del camino profesional. Ya están realizados.
¿En qué momento profesional cree que la encuentra?
Jamás pensé que iba a llegar a donde he llegado, así que me siento más que realizada. Si me hubieras dicho, cuando empecé, tan jovencita, en una bodega, siendo empleada, en un lugar que me era totalmente ajeno, con variedades nuevas que yo no había trabajado en Mendoza, que en 40 años iba a estar en tal lugar, me habría reído, como mínimo.
Jamás en mi vida pensé que iba a llegar a donde he llegado. Creo que cuando sos muy joven no tenés tanta ambición y hacés, hacés, hacés. Y un buen día, como me ha pasado a mí, estás en la bodega y te sorprendés con todo lo que has hecho. A veces me pregunto de dónde saqué tanta energía (risas). Una vez alguien me dijo, “a vos no es que te guste lo que hacés, a vos te gusta hacer”. Y es verdad, porque cuando construí el hotel lo hice con el mismo entusiasmo y la misma pasión que hago el vino. Y es un tema en el que jamás había incursionado.
Me gusta hacer y creo que eso me mantiene viva, con energía, con sueños. Si me preguntás si estoy realizada, sí, estoy absolutamente realizada. Pero si me preguntás si ahora voy a parar, porque me siento realizada, no, no voy a parar. Voy a seguir haciendo.
Y en esto de seguir haciendo, ¿en qué está trabajando hoy?
Hace ya 10 años que estoy orientando mi empresa hacia la revolución de los blancos. Hemos plantado un viñedo a 1.600 metros de altura (NdR: en San Pablo, departamento de Tunuyán) y son todas variedades blancas. Tengo proyectos técnicos muy revolucionarios para ese viñedo, pero no los voy a decir porque, como digo, no hay que avivar giles. Lo vamos a ejecutar con mi hijo.
Menciona a su hijo José y su hija Ana también trabaja en la bodega. ¿Cómo funciona hoy el proyecto familiar?
Mis dos hijos hoy dirigen el 80% de todo lo que pasa en la bodega, junto con Edy del Pópolo. Yo participo en el 20% estratégico, de nuevos proyectos, de ideas nuevas que comparto con mi hijo y con el equipo técnico. Sí hago todos los cortes, algo que no ha cambiado desde que he formado la bodega, y sigo, por supuesto, representando a la empresa en todo el mundo. Por eso sigo viajando mucho.
Susana Balbo y el futuro de la vitivinicultura
Con esta posibilidad de viajar por diferentes partes del mundo, ¿cómo ve hoy el negocio vitivinícola?
Muy complicado, pero no solamente para Argentina, para que no se desilusionen en el país, sino en todas partes. Todos los mercados del mundo están enfrentando distintas dificultades, están viendo que hay un cambio muy profundo, yo diría que por la situación geopolítica. El mundo tiene dos guerras simultáneas y es una gran incógnita a nivel mundial hasta dónde va a llegar. Y eso influye en los hábitos de consumo. El vino es uno de los hábitos de consumo de lujo, no es esencial como puede ser la leche. Está entre lo aspiracional. Obviamente es un producto que se siente profundamente influenciado, como puede llegar a ser, por ejemplo, la moda. La gente está preocupada y está más conservadora.
¿Cómo se enfrenta a esa tendencia mundial de caída de consumo? ¿Qué oportunidades puede tener Argentina en ese contexto?
Yo visualizo, no sé si mis colegas van a estar de acuerdo, a Argentina con muchas menos hectáreas que las que hoy tiene, pero orientadas a variedades muy finas y produciendo vinos de muy alta calidad. Focalizado en vino de muy alta calidad, porque es un nicho que nunca cae, o el que menos cae, porque la gente con alto poder adquisitivo se ve menos afectada por el contexto geopolítico. Hay segmentaciones naturales que se dan en el mundo, en todo lo que es consumo, cualquiera sea el producto. Ese es el segmento que sigue creciendo.
Si Argentina quiere tener una viticultura sana, la visualizo focalizada en producir cada vez mejores vinos. Creo que hoy la Argentina está produciendo los mejores vinos de su historia, pero la veo aún más focalizada en esos, por lo menos para la exportación, porque el mercado interno es importante y es potente, se ve a todos los niveles socioeconómicos, entonces es probable que todavía haya un espacio para los vinos de mesa, los masivos, pero se va a ir achicando como se ha achicado todo el mundo.
Visualizo a Argentina especializándose por regiones, no por áreas. Puede ser exportadora de uva, como Chile. Nada nos limita a ese segmento, nada nos limita a ser productores de pasas de uva de alta calidad para exportar a los países árabes o a los países asiáticos que tienen un alto consumo, o incluso los Estados Unidos. Tampoco hay impedimentos para que nos dediquemos a hacer mosto concentrado de muy alta calidad para poder exportar.
Hay una palabra que es clave en esto: la calidad. El mantra es calidad en el sector de la viticultura, sea cual sea, porque ese es el mercado que sigue creciendo, mucho más moderadamente que en el pasado, pero los otros decaen.
Si tuviera que definir los highlights de su carrera ¿cuáles serían los que más la marcaron?
Los momentos más difíciles, en que yo tuve que hacer uso de esa capacidad de resiliencia y esa convicción que siempre he tenido de decir “yo puedo” y sobreponerme a las dificultades. Son los momentos en los que aprendés del dolor, de darte cuenta que sos vulnerable y que la vulnerabilidad es una expresión del coraje. La posibilidad de exponerse y ser vulnerable es la expresión más concreta del coraje.