El Pinot Noir de Argentina gana batallas a lo largo y ancho del país

Pinot Noir de Argentina

Complejo en su elaboración y muy delicado en el viñedo, el Pinot Noir supone una relación difícil para cualquier equipo de enología. Y lograr un triunfo en ese marco tiene mucho sabor a orgullo. 

Si bien las primeras plantaciones de Pinot Noir de Argentina -una de las uvas reina de la región francesa de Borgoña- comenzaron a aparecer en los años 1960, en aquel entonces estaban casi en su totalidad apuntadas a la elaboración de espumantes. 

Durante las últimas dos décadas, la superficie plantada con Pinot Noir de Argentina aumentó considerablemente: si en 2002 rondaba las 1100 hectáreas, en 2021 alcanzó las 1996. Pero más allá de la superficie, hay que destacar que los resultados son cada día más alentadores.

De hecho, el entusiasmo que hoy despierta el Pinot Noir impulsó el desarrollo de viñedos muy singulares y audaces: es el caso de Costa&Pampa en Chapadmalal – Provincia de Buenos Aires- donde nació el único exponente de clima marítimo; el de Puerta del Abra en Balcarce, también en Buenos Aires, con sus suelos calcáreos y paisajes serranos; o Bodega Colomé, con su línea Altura Máxima, que saca provecho del sol salteño a más de 3000 msnm para delinear una notable estructura balanceada con frescura bien marcada. 

Pinot Noir de Argentina

Pinot Noir de Argentina: la impronta del frío patagónico

El que logró volver los ojos del planeta hacia los Pinot Noir de Argentina fue Piero Incisa della Rocchetta, desde su bodega Chacra. El italiano subió la vara apoyándose en viñedos antiguos de Mainqué, en Río Negro, marcando un estilo europeo equilibrado y de gran acidez natural, pero con la concentración de fruta que regalan los bajos rendimientos en la viña y los largos días soleados en la etapa de maduración.

También en Mainqué, el enólogo danés Hans Vinding Diers es responsable de otro gran Pinot Noir de Argentina, de su bodega patagónica Noemia. Además, asesora en la elaboración del que bodega Malma hace en San Patricio del Chañar, Neuquén. 

“Somos muy afortunados porque es una variedad compleja para cultivar y elaborar, y al menos en la primera parte nos favorece mucho el clima seco de la región. Siempre madura bien, tampoco tenemos problemas con eso. Llega muy sana y bien fría a la bodega, y no necesitamos recurrir a fungicidas: hay mucho viento que evita enfermedades criptogámicas”, explica Ana Viola, propietaria de Malma, sobre las bendiciones del clima de la zona, de las que también se benefician los Pinot Noir de bodegas vecinas como Familia Schroeder, con una de las mejores relaciones precio-calidad del mercado argentino. 

Pinot Noir de Argentina

Más al sur, estas características continúan y hacen que valga la pena arriesgarse a los caprichos de un clima extremo. Desde Trevelin (Chubut), Sofía Elena, enóloga de Contracorriente, asegura que “los mejores ejemplos de Pinot Noir de Argentina salen de regiones de clima frío”, describiendo que las bajas temperaturas hacen que los vinos guarden buena acidez y frescor, mientras que “el sol intenso y el viento suman intensidad de gusto y el suelo también aporta en términos de sensación de acidez y estructura en boca”.

Esta conjunción, desde ya, no equivale a magia. La Pinot Noir, como ya se dijo, es una variedad desafiante a nivel agronómico y aprender a acompañar su fragilidad fue clave para esta prometedora etapa de la cepa en Argentina. 

“Hay que tratar de mantener una planta equilibrada con una buena canopia y una fruta no tan expuesta. Elegir un punto óptimo de cosecha es también muy importante: la sobremadurez no le sienta bien, pero cosechar antes quita perfil aromático y desfasa la acidez”, acota Juan Pablo Murgia desde su experiencia como enólogo de Otronia, en Sarmiento, Chubut. Que el viñedo más austral del país haya logrado dar a luz uno de los ejemplares más logrados del Pinot Noir de Argentina es tal vez uno de los mejores ejemplos del cúmulo de logros recientes. 

Pinot Noir de Argentina

El sorprendente mundo del Pinot Noir de montaña

Paralelamente al crecimiento de la superficie cultivada con Pinot Noir en Argentina sucedió que muchos viñedos se mudaron de regiones llanas, soleadas y calurosas hacia otras más elevadas en busca del frío de montaña. Por ejemplo, en el Valle de Uco, en Mendoza, las hectáreas de Pinot Noir se duplicaron en los últimos veinte años, hasta representar la mitad de la superficie nacional de esta cepa. Es más, solo Tupungato cuenta con casi el 30% del todo el Pinot del país.

Fue allí, precisamente en Tupungato, donde Catena Zapata comenzó a plantar Pinot Noir francés, aunque recién en 2019 daría sus primeros pasos Domaine Nico, el proyecto de Pinot Noir de parcela ideado por Laura Catena. 

“Esta etapa ha sido dada por un mayor entendimiento del terroir y un crecimiento de los consumidores, acompañado por productores que han decidido hacer foco y trabajar en profundidad en una variedad que expresa muy bien el lugar”, señala Roy Urvieta, enólogo de Domaine Nico. 

“El estudio y registro que tenemos de las parcelas nos permitió tener mucha información sobre los estilos, perfiles sensoriales y consistencia de cada una. Y las decisiones más importantes en la elaboración son el momento de cosecha, la extracción durante la maceración y la selección de las barricas durante la crianza, que están orientadas en buscar la mejor interpretación de cada parcela, del paisaje y estilo”, agrega. 

“En Mendoza, con pocos cambios en la temperatura promedio, altitud y suelo podés obtener Pinot Noir muy distintos. A esa ventaja la tenemos que aprovechar”, dice Urvieta. 

Por su parte, Salentein eligió la zona de San Pablo -a alrededor de 1400 msnm- como origen tanto para su Pinot Noir Reserva como para su Single Vineyard Los Jabalíes. “Aquí observamos condiciones excepcionales para el Pinot Noir, contamos con un clima muy frío y la ubicación -más próxima a la Cordillera – se caracteriza por ser más húmeda, cosa que le encanta al Pinot. Además, no debemos olvidar los suelos rocosos con carbonato de calcio que nos permiten lograr una expresión muy sutil y elegante”, explica Gabriela García, enóloga de la bodega.

Mientras tanto, Canopus utiliza viñedos orgánicos de El Cepillo -ubicados a 1100 msnm- para su línea de vinos naturales Pintom, integrada por un tinto, un rosado y un Pet-Nat. 

Estancia Uspallata trepó aún más alto: su Pinot Noir está plantado a 2000 msnm para ofrecer extrema fluidez, acidez tensa y cereza refrescante. “Una característica particular que esta uva presenta acá es que tiene muy buena calidad aromática en sus escobajos”, describe el enólogo de la casa, Alejandro Sejanovich.

Pinot Noir de Argentina

“Elijo elaborarla con muy poca extracción y sólo aromática, no busco la extracción de colores. También trabajo muy de cerca con la concentración de taninos para que no sea alta: hay que recordar que el Pinot Noir es la variedad que más cantidad de taninos tiene en sus semillas”, dice.

Para Sejanovich, la clave de la actualidad del Pinot Noir de Argentina es buscar capas de sabores y un estilo refinado similar a los de las zonas norteamericanas de Los Carneros y Russian River: 

Todo el desarrollo y enfoque puesto en el Pinot Noir nos permite encontrar en la actualidad vinos refinados y complejos con menor influencia del roble, aspecto clave para reflejar los lugares y ofrecer una mejor experiencia gastronómica.

De norte a sur y de este a oeste, el Pinot Noir de Argentina sigue ganando apuestas.

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