La evolución del Petit Verdot argentino es cautivante. No solo porque cuenta con un nicho de fieles seguidores sino porque también entusiasma a paladares internacionales. Sin ir más lejos, en su última visita al país, Jancis Robinson subrayó con entusiasmo: “He probado Petit Verdot más consistentes que en Burdeos”.
En ese escenario, un grupo de winemakers explora el potencial de la variedad, una labor seguida de cerca por Francisco Rivero Segura, wine blogger argentino que en 2010 se presentó en sociedad con su blog La Logia Petit Verdot, en clara referencia a su fanatismo por estos tintos. Quién mejor que él, entonces, para contarnos qué sucede con el Petit Verdot en los viñedos argentinos.
Por qué nos gusta el Petit Verdot
A Burdeos, el Petit Verdot llegó de la mano de los romanos, quienes lo traían de regiones más cálidas. Allí cumplió un rol secundario, a la sombra de cepas más renombradas, como los Cabernet y los Merlot, aportando sus virtudes en la composición de los grandes Bordeaux blends.
Su nombre es toda una definición. Por un lado hace referencia a lo pequeño de sus bayas (Petit) y por otro a la particularidad de madurar mucho después que las otras cepas (Verdot).
Como sucede con muchas variedades, poco se sabe sobre cómo llegó a la Argentina. Una pista es que se encuentra entremezclado en los viñedos más antiguos de Malbec y, en los años en que alcanza el punto ideal de madurez, contribuye mucho a la complejidad de los blends, aportando color, taninos, estructura y acidez.
La primera mención en una etiqueta provino justamente de un viñedo antiguo, cuando Luigi Bosca lanzó su Finca Los Nobles Malbec Verdot 1995.
“Finca los Nobles es un viñedo antiguo, donde las variedades estaban mezcladas desde su plantación, por lo que hemos querido transmitirlo en la etiqueta y comunicarlo como un field blend de Malbec y Petit Verdot”, cuenta Pablo Cúneo, Director de Enología de Bodega Luigi Bosca.
A comienzos de este siglo, sin embargo, algunos viticultores se animaron a elaborarlo como varietal puro. Uno de los primeros productores en lanzar un Petit Verdot argentino como varietal, y que incluso lo ha convertido en el emblema de la bodega gracias a una sostenida consistencia año tras año, es Finca Decero, en Agrelo.
“Plantamos el Petit Verdot porque aporta muchísimo en cortes, pero nos encontramos con que, como Mendoza es una zona más cálida y seca, podemos obtener un Petit Verdot con más boca y taninos más dulces y suaves que los que se dan en su lugar de origen», explica Tomas Hughes, Winemaker de Finca Decero.
Poco a poco fueron apareciendo más etiquetas de Petit Verdot argentino en el mercado. Las primeras vinieron de las zonas más tradicionales de Mendoza y San Juan, incluso alguna de La Rioja. Con el paso de los años, enólogos y agrónomos se fueron animando a plantarlo en diferentes latitudes y altitudes. Hoy en día, desde la Patagonia al Valle Calchaquí podemos encontrar más de 120 etiquetas diferentes que muestran cómo se adaptó el Petit Verdot a los diferentes terruños.
«El Petit Verdot ha sido un gran desafío –apunta Francisco Puga, enólogo de El Porvenir de Cafayate, en Salta–. En el viñedo es difícil de equilibrar en cuanto a su canopia y carga de kilos, y difícil de lograr su madurez homogénea y, al momento de elaborar, difícil de balancear su estructura y acidez. Pero es una variedad prometedora de elegancia, frescura, color y muy buena estructura», dice.
Qué Petit Verdot argentinos probar
Según los datos del INV, existen 653 hectáreas plantadas de Petit Verdot, de las cuales 470 están en Mendoza y prácticamente no hay región vitivinícola de la Argentina donde no podamos encontrar un viñedo de este varietal.
En los Valle Calchaquíes, su clima moderado y soleado es ideal para la cepa. Allí nace uno de los más exóticos, Laborum de Parcela – Finca Río Seco de Porvenir de Cafayate, mientras que en La Rioja la situación es similar. Allí, desde 2002 bodega San Huberto produce otro clásico entre los pioneros: Nina Gran Petit Verdot.
En Mendoza, por su parte, la mayoría de las bodegas lo elaboran. Decero Mini Ediciones de Agrelo es uno de los más consistentes, con carácter floral. Con uvas de Perdriel, Roberto de la Mota embotella la figurita difícil para todo amante del Petit Verdot bajo su línea Mendel cuando logra separar algunos racimos destinados a su red blend Unus. Maipú también aporta lo suyo, y Proemio Reserve Petit Verdot es de estilo profundo y sedoso.
En Valle de Uco está plantado en muchos rincones. En el extremo sur, en La Consulta lo embotellan Altocedro para Finca los Galos Petit Verdot, un alta gama intenso y elegante, mientras que José Regginato logra conseguir un tinto easy going con Aprendiz Petit Verdot.
De Tupungato, al norte del valle, en un estilo afrancesado destaca Atamisque por su equilibrio. Mientras que Cadus Winemaker Selection Petit Verdot, de Los Chacayes –en el centro del valle–, es de los más salvajes y exóticos. Cerquita de allí, en Los Árboles, sobresale Tomero Reserva Petit Verdot, quizás el más clásico, de perfil mentolado.
Pero cualquiera sea su estilo, la impronta profunda del Petit Verdot argentino a nadie deja indiferente. ¿Hacen falta más razones para probarlo?