La vida de Pablo Braida tiene varios hitos. Nació en Morteros, una tranquila ciudad del noroeste de la provincia de Córdoba, en Argentina, estudió para contador y trabajó en una empresa automotriz. En 2004, sintió que era hora de cambiar de aire.
“Quería viajar, pero necesitaba hacerlo de una manera económicamente sustentable”. Así, viajó a Europa a probar suerte y recaló primero en Alemania, donde le tomó el pulso al contacto con el público mientras trabajaba en una heladería de Gemünden am Main.
Más tarde, se instaló en Londres: “llegué con la intención de perfeccionar mi inglés y arranqué de cero en el hotel The Berkeley, donde entré en contacto con los altos estándares de servicio. Al mismo tiempo, empecé a aprender de vinos y me interesé por la sommellerie”, cuenta.
Con una interesante carta de vinos a disposición, probar diferentes etiquetas le permitió ganar una sólida experiencia. Pronto viajaría a España para trabajar en Mallorca y en Barcelona como sommelier.
Fue en la ciudad catalana donde Pablo Braida estudió la carrera de Sumiller en la Escuela Superior de Hostelería de Barcelona, y en paralelo se ocupaba del programa de vinos de Torre d’Altamar, sin saber que esta sería una nueva bisagra en su vida.
“Allí conocí a Lila, hoy mi esposa, quien estaba de vacaciones en España. Ella es de Iowa, de modo que la seguí a Estados Unidos y cuando llegué allí, tuvo que mudarse por trabajo a Napa Valley, algo increíble para mí, que había ya dado varios pasos en la profesión de sommelier”.
Instalado en la meca del vino californiano comenzó sus estudios en la Court of Master Sommeliers (CMS). “Si bien contaba con un diploma de sommelier, en Estados Unidos todos preguntan por el título de la CMS. Así que comencé a visitar bodegas, conocer sobre los vinos de Napa Valley y a estudiar, hasta que pude trabajar en Ram’s Gate Winery y buscaba volver a la restauración. Yo quería estar al frente de un restaurante de fine dinning”, comenta.
Pronto llegó la oportunidad de involucrarse desde cero en Compline Restaurant and Wine Shop. “Fue una etapa genial porque armamos una carta de vinos muy original para Napa Valley, con etiquetas muy selectas, no solo de California. Me encantaba “abrir” la mente de los comensales con vinos exóticos para ellos”.
Esta experiencia laboral lo entusiasmó para continuar en su programa de la CMS, de manera que aplicó al nivel Advanced que aprobó en el primer intento en 2019. Ahora quedaba afrontar el tramo final por el pin dorado.
Sin embargo, el 2020 no fue lo que se esperaba para Pablo Braida. El Covid-19 puso en pausa todos estos planes y -más tarde- los incendios que azotaron a Napa Valley lo obligaron a mudarse a Iowa, donde se encontraba la familia de Lila.
“En medio de tanta incertidumbre aposté por seguir estudiando, mientras daba talleres de vinos y catas en algunos locales de la ciudad. Con mi grupo de estudio nos contactábamos a diario para ayudarnos y así logré en 2021 aprobar el Chapter teórico. Igual necesitaba practicar servicio así que regresé a Napa Valley para trabajar en Press Restaurante, junto al Master Sommelier Vincent Morrow, con una carta de vinos ganadora del Wine Spectator Grand Award”.
A pesar de los esfuerzos y dedicación, el primer intento en servicio y cata a ciegas no resultó positivo y necesitó reformular su entrenamiento, especialmente sus habilidades como catador, para lo que decidió mudarse a Dallas, donde se sumó al equipo del restaurante Monarch para trabajar junto a una amiga de años, la Wine Director Nicole Nowlin quien cuenta con una de las listas de vinos más increíbles de Texas.
Cuatro meses más tarde, en agosto de 2022, decidió encarar nuevamente el examen final, esta vez con éxito y así se convirtió en Master Sommelier y en el primer argentino en lucir en su solapa el ansiado pin dorado.
Hoy, más relajado y nuevamente en Iowa, está terminando de organizar su mudanza a Texas: “estoy procesando lo que logré, fueron muchos años de estudio y sacrificio. Es tiempo de organizarme con mi esposa mientras asesoro y continúo en contacto con Monarch, entre otros proyectos”.
Pablo Braida, una mirada al vino argentino
Hiciste un recorrido muy largo por distintos lugares del mundo… Me gustaría saber cuál es tu relación con el vino argentino y si estás al tanto de lo que sucede en las distintas regiones vitivinícolas del país.
Cuando me mudé a Europa, en 2005, ya me gustaba el vino y tenía mis favoritos dentro de los que podía comprar. Pero era justo el momento en el que el vino argentino comenzaba a crecer, así que me perdí esa etapa y en Europa, principalmente en España, tuve pocas posibilidades de trabajar con vinos de Argentina.
En 2012 hice un viaje en auto por las regiones del vino con mi papá. Ya sabía bastante de vinos, pero Argentina era toda una novedad. Salimos de Córdoba hasta Río Negro, recorrimos San Rafael, Valle de Uco y otros terruños de Mendoza. Quedé impresionado con Patagonia y en especial con Noemia, que se convirtió en uno de mis vinos favoritos.
Luego en Napa Valley había poco lugar para los vinos que no sean de la zona, aunque veía muchos vinos de Argentina en todos lados. De a poco, estudiando, comprendí sobre la actualidad, quienes son los winemakers más importantes, aunque todavía necesito aprender más. Estoy ansioso por reconectarme con el mundo del vino argentino.
¿Cómo imaginas esa reconexión?
Me gustaría ayudar desde mi lugar, no solo a los productores para que hagan conocer sus vinos, también a colegas que deseen afrontar el mundo de la Court of Master Sommeliers.
En cuanto a los vinos sé que Argentina tiene mucho para ofrecer, vinos que no se conocen tanto en Estados Unidos. Todos esos grandes vinos tienen que llegar a los sommeliers más influyentes y estoy dispuesto a ayudar en todo lo que haga falta para lograrlo.
