Chilecito, el corazón de la ruta del vino en La Rioja

La Rioja

Montañas sinuosas, senderos de enorme belleza y los valles de Famatina: Chilecito, a 200 km de La Rioja capital, en la zona de Cuyo, reúne fincas de nogales, frutales, olivos y viñedos.  Son 17 las bodegas, la mayoría, ubicadas en Chilecito, pero también en Villa Unión y Famatina, cuyas opciones van desde la producción artesanal a las grandes bodegas para disfrutar de la gastronomía y la hospitalidad locales. 

La Rioja y su paisaje enológico

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La Rioja, que también tiene bodegas en la zona de Anillaco, Aminga y Sanagasta, sorprende con sus más de 6000 hectáreas cultivadas entre las sierras del Velasco y Famatina, con alturas desde los 700 hasta los 1850 metros sobre el nivel del mar. Destacan la cepa autóctona argentina -nacida en esta provincia- Torrontés Riojana,  y las Bonarda, Malbec, Cabernet Sauvignon y Syrah.

Con el 3,26% de la superficie cultivada del país, como explica Mario González, presidente de la Corporación Vitivinícola de Argentina (COVIAR) y productor miembro de Cooperativa La Riojana  -el mayor productor de la provincia- es la zona “con más hectáreas implantadas de Torrontés Riojano y, proporcionalmente, la provincia con más hectáreas certificadas Orgánicas y Fair Trade”. 

Con un turismo enológico creciente, los primeros viñedos estaban en Anillaco, al norte de la provincia, donde los monjes comenzaron con una industria artesanal y que hoy se concentra al sur, en Chilecito, donde se producen vinos premiados local e internacionalmente. 

“Los primeros viñedos son de 1617; aquí nace nuestro torrontés. En Valle de la Puerta hoy somos ejemplo de desarrollo, con vinos destacados por su equilibrio precio y calidad, procesos sustentables y comprometidos con el medioambiente. Certificamos  sustentabilidad para acompañar a nuestros clientes internacionales”, resume Julián Clusellas, presidente y CEO de Bodega Valle de la Puerta.

La Rioja y su torrontés riojano

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La uva Torrontés nació del cruce natural de la uva Moscatel de Alejandría, proveniente de España y la Criolla chica. En los viñedos se puede encontrar Torrontés Mendocina, Torrontés Sanjuanina y Torrontés Riojana, pero es la última la que destaca por su singularidad. Es, por su adaptabilidad, la más plantada en esta provincia y en otras regiones vitivinícolas del país.

El Doctor en Enología Rodolfo Griguol, Jefe de Enología de Cooperativa La Riojana, considerado “el padre del torrontés”, ha estudiado durante más de 5 años la variedad, junto a la Universidad Nacional de Chilecito y la Universidad Juan Agustín Maza. Fue el responsable de documentar los cambios de la cepa en distintos terroirs, los procesos productivos utilizados hasta entonces y las mejoras que permitieron eliminar las notas rústicas de este vino.

Pero fue estudiando las levaduras usadas en la fermentación donde encontró la clave para hacer un Torrontés refinado, un vino blanco aromático, frutado, delicado y muy fresco. Se evaluaron más de 8000 clones de levadura nativa, 15.000 clones de levadura de bodega, y se logró aislar un clon -LRV 945- que fue la primera levadura ecotípica seca activa utilizada en la vinificación en la Argentina.

Hoy el torrontés es un vino con aromas de primavera, frutas tropicales y flores, un digno representante de la vitivinicultura de innovación de La Rioja, donde esta variedad representa casi el 30% de la superficie cultivada, con fincas biodinámicas como Rayo de Luna -de Cooperativa La Riojana-, que desde 2010 fue certificada para su Torrontés, pero también para el Malbec, el Syrah, la Bonarda y el Pinot Gris.

Tradición e innovación con mirada al futuro

“Mi familia hace muchos años está vinculada al mundo del vino, aunque lo hacíamos de forma artesanal. El campo, la finca, Anguinán y la familia, todo eso con lo que crecí, marcó mi camino. Ese lugar en donde construí mi infancia hoy es mi lugar en el mundo”, cuenta Macarena Herrera, al frente del proyecto La Macarena en Anguinán, a 7 kilómetros de la ciudad de Chilecito. La bodega rescata la labor de Isidoro, su abuelo,  que en honor a su padre inmigrante libanés comenzó en los años ´70 el cultivo de vid en Famatina.

Según Herrera, parte de una nueva generación que busca poner esta provincia en el mapa como un destino infaltable para todo amante y profesional del mundo del vino, “La Rioja tiene un enorme potencial, si bien resta trabajo por realizar en materia de industria. Los vinos riojanos están a la altura de los de Mendoza o Salta”. 

En La Rioja la hospitalidad es regla. Si el plan es visitar la zona de Chilecito y conocer sus historias, las bodegas que hoy ofrecen servicios turísticos son Cooperativa La Riojana, Chañarmuyo, Valle de la Puerta, Haras San José y Quebrada de las Flechas. En la zona de “La Costa Riojana” están San Huberto y Las Carolinas en Anillaco, Bodega de Aminga en Aminga, y Vista Larga en Sanagasta.


Sin dudas, los productores de la Rioja han apostado a honrar el encuentro de generaciones, tomar ese legado del pasado y crear juntos una clara visión a futuro de la mano de su cepa insignia, el Torrontés Riojano, con interés en cuidar el entorno y esos vinos que nos representan en el mundo.

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