El nuevo rostro del Chardonnay argentino

Chardonnay argentino

En Argentina, la historia del Chardonnay es extensa. No sólo es una de las cepas blancas más cultivadas, sino también una de las favoritas de los locales. Por ello, las bodegas siempre han prestado especial atención a estos vinos blancos, que hoy en día ofrecen una calidad y diversidad inéditas.

Chardonnay argentino: una gran oportunidad para el país

A nivel mundial, existen unas 200 mil hectáreas de Chardonnay, de las cuales Argentina tiene apenas el 4%. Los estilos dominantes de esta cepa, como los elaborados en Borgoña y Napa Valley, han marcado tendencias. Frente a esto, las bodegas argentinas han decidido hacerse un lugar en el mundo con vinos de Chardonnay que se destacan por sus características diferenciales.

Lucas Lowi, director enológico de Terrazas de los Andes, comenta: “En el mundo, el consumo de vinos blancos está en alza, a diferencia de los tintos. Por ello, el Chardonnay argentino representa una oportunidad que debemos aprovechar para mostrar al mundo los blancos que podemos elaborar. En nuestro caso, los Chardonnay de montaña están experimentando un interesante crecimiento en los mercados internacionales”.

Reinterpretación y exploración del chardonnay argentino

Chardonnay argentino

Inicialmente, el estilo de Chardonnay argentino seguía la escuela borgoñona, que dio origen a muchos blancos clásicos de los que, si la suerte lo permite, aún es posible encontrar botellas de los años 1Con una rica y extensa historia, el chardonnay argentino no sólo es una de las cepas más cultivadas del país, sino también una favorita de los locales. Y, desde hace un tiempo, también de aficionados en todo el mundo.970 o 1980, capaces de sorprendernos.

Luego, en la década de 1990, se comenzó a implementar la escuela californiana, con un perfil más maduro, fermentación maloláctica y un mayor protagonismo del roble. Sin embargo, a partir de 2010, se observa un redireccionamiento. Diana Fornasero de Viña Cobos, reconocida por sus Chardonnay, explica: “El principal cambio de filosofía fue entender que se pueden hacer grandes vinos con potencial de guarda. Este cambio ha llevado a una evolución del chardonnay argentino hacia un estilo más fresco y equilibrado, apuntando a resaltar más el terroir y su pureza con menor influencia de la crianza, resultando en vinos más elegantes”.

Jorge Cabeza, de Salentein, añade: “Lograr grandes Chardonnay en Argentina no es un proyecto, es una realidad. Hemos evolucionado mucho y nos animamos a mucho más, a tener más precisión y a entender cada lugar. Las malolácticas se ajustan a cada vino y lugar, al igual que el uso del roble. Alcanzamos Chardonnay elegantes, nerviosos, de buena textura pero con muchos matices. Hay muchos estilos de Chardonnay argentino de muy buen nivel y a buenos precios”.

Para ello, el mapa del Chardonnay argentino se ha expandido hacia regiones extremas. Hoy, el conocimiento adquirido nos permite disfrutar de vinos de Chardonnay que son un GPS del terroir argentino, al igual que el Malbec. Juan Pablo Murgia, enólogo de Bodega Otronia, el viñedo más austral del mundo, y Argento, con vides en Mendoza, explica:

“La cepa Chardonnay tiene una gran capacidad de adaptación a diferentes condiciones expresando el carácter del lugar. Es por esto que en Argentina cada vez se destaca más. Nos da la posibilidad de elaborar vinos que transmiten de forma transparente la identidad de nuestras regiones, desde la Patagonia extrema hasta los viñedos de altura de Mendoza o los de influencia oceánica del este del país. Así, en cada zona encontramos vinos que nos diferencian de los Chardonnay del mundo”.

Recorrer el país con el chardonnay

Chardonnay argentino

Uno de los primeros cambios en el mapa del Chardonnay argentino fue la migración de viñedos mendocinos de zonas bajas y cálidas a terruños de altura y frescos. Así, no solo se aprovecha el frío de la montaña, que beneficia a las cepas de ciclo corto, sino que también se reducen los riesgos de heladas que suelen castigar a zonas de menor altitud. Entre los pioneros de este movimiento se destaca Catena Zapata con su viñedo en Gualtallary, Tupungato, a 1450 metros de altura.

“Cuando decidimos plantar Adrianna Vineyard, muchos creían que las uvas jamás madurarían, pero terminamos encontrando uno de los terroirs más importantes del mundo para el Chardonnay. Por su clima y sus suelos calcáreos, Adrianna Vineyard nos permite elaborar blancos excelentes con un gran potencial de envejecimiento”, cuenta Laura Catena. “Hoy nuestros Chardonnay, White Bones y White Stones, se ubican junto a los mejores de Borgoña”.

Muy cerca de Gualtallary, en Tunuyán, se encuentra San Pablo. “Es un terroir con un paisaje increíble donde la altura, entre 1300 y 1700 msnm, tiene una fuerte influencia en sus temperaturas máximas bajas —rara vez superan los 28°C—, un sol más moderado debido a la alta nubosidad en comparación con otros puntos del valle y la provincia”, detalla Jorge Cabeza. “Por esto, obtenemos uvas con un equilibrio ideal entre concentración de azúcar, acidez y pH, que dan como resultado vinos muy elegantes, verticales, con una acidez que nos recuerda a los grandes vinos de Borgoña”.

Sebastián Zuccardi, quien produce Chardonnay en San Pablo y Gualtallary, completa: “Estos terroirs son muy cercanos. En nuestro caso, los viñedos están a la misma altura, 1400 msnm, pero tienen diferencias grandes por la distancia a la montaña y los suelos. Gualtallary es alto pero precoz y con suelos calcáreos; por esto, los vinos son frutados con mucha textura en boca. Mientras que en San Pablo, la madurez es lenta por el frío, lo que define paladares súper tensos”.

Otro de los destinos donde hoy se luce el chardonnay argentino es hacia el este, cerca del Atlántico, en Buenos Aires. Allí, Ezequiel Ortega, winemaker de Costa & Pampa, dice: “En Chapadmalal, el Chardonnay tiene un perfil muy elegante, con notas cítricas y algo de fruta de carozo. Suele tener una acidez alta, característica de todos los vinos de la región, lo que aporta mucha frescura en boca además de un grado alcohólico bajo por la influencia oceánica”.

En cuanto al viñedo más austral de Argentina, el Chardonnay es uno de sus puntos fuertes. Juan Pablo Murguia cuenta: “Sarmiento, Chubut, es una región que define una nueva cara para el Chardonnay argentino. Estamos en un desierto patagónico frío, y es justamente el clima lo que define nuestro carácter. Tenemos sol y viento que aseguran la sanidad y regulan naturalmente los rendimientos. Suelos arenosos, de arcillas y pedregosos. Logramos vinos de 12,5 a 13% de alcohol con 10 gramos de acidez, una combinación similar a la de los mejores terroirs del mundo, con equilibrio y mucha elegancia”.

Wishlist del chardonnay argentino

Chardonnay argentino

Al menos una decena de vinos de Chardonnay argentino se ubican a menudo entre los mejores blancos del mundo. Para quienes aman esta variedad o disfrutan de descubrir grandes vinos blancos, esta lista es indispensable para su próxima visita a la vinoteca.

Sin dudas, los más premiados son los elaborados por Catena Zapata en Gualtallary: los Adrianna Vineyard, White Bones y White Stones, dos vinos con puntuación perfecta en más de una ocasión. De un viñedo vecino en Gualtallary, se luce Botánico de Sebastián Zuccardi, quien también produce el renombrado Fósil en San Pablo. De este mismo terruño, Jorge Cabeza embotella Salentein Single Vineyard Las Secuoyas, uno de los primeros Chardonnay de clase mundial de la región.

Otros Chardonnay clave de Gualtallary son Bemberg Estate La Linterna Chardonnay Finca El Tomillo y Rutini Apartado Gran Chardonnay. En Tunuyán, destacan Cadus Single Vineyard Sabaquín, Trapiche Terroir Series Finca Las Piedras y Cobos Vinculum. Además, combinando uvas de diferentes viñedos de Tupungato, nace Terrazas de los Andes Grand Chardonnay.

Patagonia es otro lugar ideal para la elaboración de grandes Chardonnay, y entre los destacados están Chacra y Mainqué Chardonnay de Piero Incisa de la Rochetta, ambos elaborados en Río Negro. En Chubut, Otronia Block III y VI capturan todas las miradas.

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