¿Alfajores argentinos? Veamos, el alfajor es un invento muy antiguo; los árabes hacían una pieza de pastelería con pasta de almendras, nueces y miel, a la que llamaban «Al-hasú», que en árabe significa “relleno”. Más tarde evolucionó hasta convertirse en su versión más parecida a la actual: dos tapas de masas con un relleno dulce y bañadas en chocolate o algún glaseado.
Llegó a América junto con las recetas y costumbres de la colonización española y así, este bocado dulce sin igual fue ganando popularidad en todo el continente.
La Argentina hizo propio el concepto “alfajor” y lo convirtió en un emblema de sus golosinas dulces, junto con el helado de dulce de leche, otro clásico que hay que probar. ¿Pero cómo son los alfajores argentinos?
Dice la historia popular que fue a mediados del siglo XIX cuando un francés, Augusto Chammás, le dio su impronta actual: hizo por primera vez alfajores argentinos redondos en vez de cuadrados y así se inició la historia del alfajor argentino.
En la actualidad, quien viaje a través del territorio encontrará diversas expresiones en cada región. Hoy, tal como sucede en el mundo del vino, bien podría decirse que hay tantos alfajores como cada terroir de la Argentina.
Dato para tener en cuenta: además de los tradicionales, hay alfajores argentinos con rellenos exóticos y, por supuesto, en la tierra del vino, no faltan los que llevan Malbec, Cabernet Sauvignon, Merlot y espumantes, entre otros. Aquí compartimos algunos bien logrados, como los de la firma La Goulue (Buenos Aires), Mamazza (en Entre Ríos) o Portal del Viento (Mendoza) o los que elaboran en Jujuy, de la bodega Bodega y Viñedos Jesús Vilte, que se destacan por ser los únicos alfajores 100% elaborados con harina de orujo de vino.
Alfajores argentinos para descubrir en cada destino turístico
De Mar del Plata, el alfajor feliz
Este balneario y puerto de la costa de Buenos Aires es una de las ciudades más importantes del país. Históricamente es el destino de vacaciones de gran parte de la población local y una costumbre que se mantiene a través de los años es regresar al hogar con una caja de los clásicos alfajores marplatenses.
Pionera en la elaboración de alfajores artesanales, Mar del Plata se caracteriza por sus versiones de masa tierna, rellenos de dulce de leche y bañados con chocolate negro o azúcar tipo merengue (blancos); aunque hoy existen ya numerosas variedades y combinaciones.
De Santa Fe, crocante y especial
Si viaja por Santa Fe, seguramente pare en Rosario para visitar el monumento a la bandera y podrá hacer una parada técnica para tomar un cafecito con un típico alfajor santafecino. Son fácilmente reconocibles por su baño de glasé y sus capas rellenas de dulce de leche.
El secreto más relevante de estos alfajores son sus tapas de masa crocante, que se logran agregando a la preparación un chorrito de alcohol fino. No se sorprenda si encuentra un dejo de anís, es porque la receta tradicional indica que puede llevar un poquito de aguardiente de esta especia. ¡Una delicia!
De yapa: en el cuento El Aleph, del escritor Jorge Luis Borges, hace una mención a los alfajores santafesinos. Si lo suyo es la literatura, ya no se le pasará por alto el dato.
De Córdoba, con frutas regionales
En la ciudad de La Falda, todos los años se celebra la Fiesta Nacional del Alfajor y por esto, este bocado dulce es rey en esta provincia mediterránea. La diferencia con otras recetas de alfajores argentinos es que el de Córdoba tiene una masa más liviana, más esponjosa, lleva un relleno de mermeladas de frutas regionales y están bañados con el típico glasé de azúcar impalpable y limón, que le dan una textura crocante que se rompe al primer mordisco.
Un mate o un café es el acompañante ideal para disfrutar de estas delicias, mientras se admiran las sierras cordobesas.
De Mendoza, alfajor de montaña
Una de las características de los alfajores mendocinos es que la masa está hecha con un porcentaje de nueces molidas, lo que le otorga un sabor único. Además, su textura es tierna y cremosa.
Así, la tierra del vino también tiene su alfajor de alta calidad. Tanto, que muchos alfajores mendocinos ganaron numerosos premios y en varias ocasiones fueron elegidos como los mejores del país. Relleno de dulce de leche, nunca falla.
Del Norte: de miel de caña
En Tucumán, Jujuy, Salta, se suele comer alfajor de miel de caña, un producto típico que se come en distintos postres. En el caso de este bocado, la miel se mezcla con el batido de claras de huevo hasta formar un merengue, que luego será el relleno.
Las tapas fresquitas, deben estar apenas doradas y tiernas. «Las claritas», como algunos llaman a este alfajor en Tucumán, también pueden estar rellenos de dulce de leche o membrillo.
De Corrientes, alfajores litoraleños
En la ciudad de Paso de los Libres, en Corrientes, se pueden disfrutar alfajores a base de un producto típico de la zona: la mandioca. Rellenos con confituras de frutas, son muy frescos y se convirtieron en un clásico producto regional.
Sí, los alfajores argentinos tienen fans y contagian la costumbre a cualquiera que visite estas tierras. Y, si no, haga la prueba: acérquese a cualquier kiosco, seguro podrá elegir entre una decena de variedades todas distintas.