Agosto es el mes en que el mundo celebra el Pinot Noir. Más precisamente, el 18. La fecha no es caprichosa: en pleno verano boreal, honrar a un tinto ligero, complejo y lleno de matices no parece mala idea. Todo lo contrario.
Pero en el hemisferio Sur estamos en pleno invierno, lo que de todos modos no invalida que alcemos la copa y bebamos Pinot Noir en Argentina. Es que el más blanco de los tintos, el más sedoso y complejo de los vinos, es un perfecto compañero de comidas, en particular las de largas cocciones guisadas. Así es que celebramos también.
Más allá del festejo lo que sorprende es hablar de este vino en Argentina. En la tierra del Malbec, donde florecen tintos opulentos y de cuerpo, también hay terruños especializados en este otro estilo de vinos. Terruños que, como el Pinot Noir en esta parte del mundo, hace un cuarto de siglo estaban en su mayoría inexplorados.
Pinot Noir en Argentina, nuevos estilos
En los últimos casi 20 años la superficie plantada con Pinot Noir en Argentina prácticamente se duplicó: en 2002 había unas 1100 hectáreas, mientras que en 2020 –los datos disponibles más recientes– eran 1990.
El número habla de un crecimiento sostenido hasta 2015 y cierto amesetamiento luego. Es el correlato de un fenómeno que también ocurrió en el mundo. Luego de décadas de dominancia Bordelesa en los tintos –con variedades como Cabernet Sauvignon y Merlot–, el mundo y los consumidores de vino pusieron el ojo en otras regiones y variedades.
No fue fortuito: el giro representa también la emergencia de nuevos consumidores y, sobre todo, de nuevas gastronomías, más de detalle, de la que el Pinot Noir es un buen compañero. Fiel reflejo de este espíritu flamante es que el Día del Pinot Noir se festeja hace tan solo una década.
Volviendo al número frío de las hectáreas, si se lo desglosa esconde algunos tesoros. De las 890 hectáreas nuevas que plantó la Argentina, Mendoza capitaliza 668.
Siempre en el mismo lapso de tiempo, Valle de Uco, con los terruños más fríos y de altura, da cuenta de 535 hectáreas nuevas, nada menos que un 80%. Y dentro de Uco, sólo Tupungato cubre 1/3 del total provincial (567 ha), Tunuyán 1/5 (317 ha) y San Carlos poco más de 1/10 (173 ha).
Traducido a vinos, a lo que el bebedor tiene en la copa, lo que indican esos números es que los estilos de Pinot Noir que emergieron en estos años son de otra naturaleza a lo conocido: nacidos en zonas frías, de altura (Tupungato, por ejemplo, tiene el grueso plantado en los 1200 a 1500 metros sobre el mar) y con buena insolación.
En materia de sabor, la frescura elevada y la intensidad es lo que manda en los Pinot Noir en Argentina; esa tensión, junto con un perfil claramente frutal, a veces con tierra húmeda, otras con hongos, es lo que se va a encontrar en las copas. Comparado con otras regiones, la intensidad de sol, con un viñedo bien manejado, hace la intensidad de sabor.
¿Algunos buenos Pinot Noir para brindar? Escorihuela Pequeñas Producciones 2019, Manos Negras Red Soil 2019, Salentein Reserve 2019, Zorzal 2019, Domaine Nico Histoire D’A 2018 y Trapiche Gran Medalla 2018.
Pero Argentina no es Mendoza. Y menos en Pinot Noir.
Patagonia Noir
En el extremo Sur de la Argentina, la variedad tiene predicamento. En 2002, por ejemplo, la zona de San Patricio del Chañar, provincia de Neuquén, comenzaba a desarrollarse. En pocos años, la región y la provincia pasaron a ser un jugador relevante en volumen: de 84 a 239 hectáreas plantadas, con bodegas que lo producen en todas sus gamas de precio.
Río Negro, por su parte, la otra provincia del norte patagónico con peso vitícola, achicó la superficie cultivada con uva pero duplicó la de Pinot Noir: desde 67 a 127 hectáreas plantadas.
Lo interesante es que, entre las dos regiones, la exposición y el tipo de suelo hacen la gran diferencia entre los Pinot Noir en Argentina. Mientras que San Patricio es una región moderadamente cálida, Río Negro funciona como otra moderadamente fría.
Entre los recomendados de Río Negro están Manos Negras Artesano 2019, Barda 2019, Humberto Canale Old Vines 2018, Bramare 2018 y La Freneza 2020, delgados y de cierta tensión. De Neuquén, Saurus Barrel Fermented 2018 y Fin del Mundo Reserva 2018, frutales y con riqueza de paladar.
En contraste, Chubut, en el centro de la Patagonia, ofrece terruños fríos para el Pinot Noir, pero sólo unas pocas hectáreas están plantadas allí. Según los registros, 12 a la fecha. Algunas en los valles cordilleranos, de elevada frescura y con paladar delgado, dan origen a etiquetas como Contra Corriente 2019 y Viñas de Nant y Fall 2019; y otras en la estepa, a vinos igual de frescos, pero apenas más voluminosos, como sucede con 45° Rugientes 2019.
Otros extremos
Hay unas pocas hectáreas de Pinot Noir restantes que insuflan aire nuevo a la variedad. Algunas están en los valles de altura, como los extremos del Valle Calchaquí y unas pocas extras en el Valle de Pedernal, San Juan. Entre los primeros, se luce Colomé Lote Especial 2018; de Pedernal, destaca el flamante Demencial 2020.
Cualquiera sea el origen, el próximo 18 brindemos con Pinot Noir. Una opción segura y de sabor definido son los que propone Argentina, cuya diversidad de estilos y sabor cubre una paleta amplia y deliciosa. Con un plus: en la mayoría de los casos son vinos accesibles.