Para muchos, Argentina es un país del “nuevo mundo” de los vinos. Sin embargo, aquí la actividad tiene cinco siglos de historia. Ese recorrido tiene su eje principal en la región de Cuyo, donde a partir de mediados del siglo XIX tuvo lugar la primera revolución vitivinícola con la llegada de millones de inmigrantes europeos que dieron vida a cientos de bodegas. Hoy, muchos de aquellos establecimientos aún están en pie y elaborando vinos de clase mundial. Recorramos entonces 13 bodegas centenarias argentinas con cuyos vinos hoy podemos celebrar.
Estas son las bodegas más antiguas de Argentina
Graffigna
Santiago Graffigna fue uno de los millones de inmigrantes italianos que llegaron a Argentina a fines del siglo XIX en busca de un futuro. Tenía solo 12 años cuando subió a un barco con el objetivo de ayudar a su tío en una bodega San Juan. En 1870 fundaría su propia compañía, que pronto se convirtió en una de las más importantes de la región. Hoy esta bodega-museo cobija una interesante colección de objetos de los inicios de la vitivinicultura argentina y es una de las bodegas más antiguas de Argentina.
Bodega y Viñedos Goyenechea
Los hermanos Santiago y Narciso Goyenechea emigraron desde España en 1852 y, como muchos otros vascos, encontraron en Argentina tierra fértil para sus negocios. Su primera escala fue Buenos Aires, donde fundaron un almacén de ramos generales en el que vendían entre muchas cosas los vinos de la familia Arizu. Con los años, el crecimiento de sus negocios les permitió asociarse a los Arizu y juntos desarrollar el viñedo más grande del mundo en San Rafael, oasis sur de Mendoza. Actualmente, esta bodega establecida en 1868 conserva el encanto histórico en sus instalaciones y es conducida por la cuarta y la quinta generación Goyenechea.
Escorihuela Gascón
Don Miguel Escorihuela Gascón nació en 1861 en Aragón, España, y a los 19 años dejó su tierra natal para radicarse en Argentina. Entusiasta y dinámico, compró tierras en Mendoza, plantó viñedos y en 1884 fundó Establecimientos Vitivinícolas Escorihuela en Godoy Cruz. El mismo edificio construido por Don Miguel aún es la sede donde se elaboran los vinos que esta bodega exporta al mundo.
Bodega La Rural
En 1885, Felipe Rutini construyó en Maipú, Mendoza, una bodega a la que llamó “La Rural”. Eran años prósperos en Argentina y en la región de Cuyo, donde la llegada del ferrocarril agilizaba la comercialización de vino hacia las principales ciudades. Gracias a ese envión industrial, Rutini posicionó su bodega entre las más prósperas de Mendoza. Hoy el entusiasmo de este inmigrante italiano puede palparse en cada una de las 4.500 piezas originales atesoradas en el Museo del Vino de la bodega, un testimonio único del ciclo más revolucionario de la vitivinicultura argentina. Además, el apellido de este pionero mendocino dio vida a Rutini Wines, una de las marcas de vino argentino más exclusivas y famosas.
Bodega Santa Ana
Fue en Guaymallén, Mendoza, donde en 1891 Luis Tirasso inició su actividad vitivinícola con establecimiento propio, bajo el nombre de Santa Ana. Aún en pie, elabora los vinos de una de las marcas más populares y respetadas del mercado argentino, con etiquetas de excelente relación precio-calidad que son también consumidas en muchos mercados internacionales.
Michel Torino
Michel Torino-Bodega La Rosa fue fundada por los hermanos David y Salvador Michel en 1892 en Cafayate, Salta. Una epopeya que aún sorprende, dado que a la región nunca llegó el ferrocarril. El asunto es que la bodega dominó el valle de Cafayate hasta que se convirtió en El Esteco a comienzos de la década de 2000. Las mismas instalaciones del siglo XIX hoy pueden visitarse a metros del pueblo norteño. Desde el campanario, es posible viajar en el tiempo con la mirada.
Norton
El ingeniero inglés Edmund James Palmer Norton llegó a la Argentina en 1895 para trabajar en el tendido de líneas del ferrocarril trasandino que conectaría Mendoza con Chile. Enamorado de Mendoza, para cuando las obras ferroviarias habían concluido se volcó a la creciente industria del vino. Eligió Luján de Cuyo, un lugar lejano e inhóspito para aquella época, para plantar sus primeras vides y en 1919 construir la bodega. Desde 1989 la bodega pertenece al empresario austríaco Gernot Langes-Swarovski y la lidera su hijo Michael Halstrick, quien mantiene vivo el espíritu emprendedor de aquel ingeniero inglés en cada uno de sus vinos aclamados en el mundo.
Bodegas López
Si hablamos de las bodegas más antiguas de Argentina debemos hablar de José Gregorio López Rivas. Miembro de una familia dedicada al cultivo de vides y olivares en España, arribó al puerto de Buenos Aires en 1886, y unos años más tarde lo harían sus hermanos. Mientras la filoxera hacía estragos en Europa, ellos buscaron la forma de mantener viva la tradición familiar en el nuevo continente. Maipú, Mendoza, se convirtió en su nuevo hogar, donde retomaron la vitivinicultura y en marzo de 1898 envasaban sus primeros vinos bajo la marca José López y Hnos.
Desde entonces, la firma siempre estuvo dirigida por la familia, respetando el legado que aún se conoce como “Estilo López” en cada uno de sus vinos criados en grandes toneles de roble de Nancy.
Luigi Bosca – Familia Arizu
Con tan sólo 7 años, Leoncio Arizu deja su pueblo de Unzué, en Navarra, para reunirse en América con su tío Balbino Arizu. Era 1890. Para 1901, Leoncio había logrado establecer su propia bodega en Mendoza. Más tarde se unió con la familia piamontesa Bosca y fundaron lo que hoy conocemos como Bodega Luigi Bosca – Familia Arizu, que aún se mantiene en manos de sus sucesores y se ha consolidado como productor de vinos premium de fama internacional.
Humberto Canale
En el Alto Valle del Río Negro se emplaza esta bodega pionera en el desarrollo de la vitivinicultura patagónica. Fundada en 1909 por el ingeniero Humberto Canale, hoy es todavía la bodega más grande de la región y sus viñedos, de los más longevos de la Patagonia. Aún en manos de la familia Canale, su establecimiento ofrece un recorrido que permite comprender cómo fue desarrollar la vitivinicultura en esos remotos parajes que hoy ofrecen vinos de indiscutida calidad.
Finca Flichman
En 1910, Sami Flichman, un prolífero empresario textil, compra una bodega en Barrancas, Maipú, Mendoza, y la rebautiza con su apellido. Desde entonces la vitivinicultura se convirtió en su principal actividad hasta que su hijo Isaac continuó con la conducción junto al célebre winemaker Roberto De La Mota. A mediados del siglo XX, Finca Flichman se erigió en una de las bodegas más exclusivas del mercado argentino. Desde 1998 es propiedad del grupo portugués Sogrape y hoy sus vinos Caballero de la Cepa son ya un clásico argentino.
Trapiche
“El Trapiche” era el nombre del viñedo en Godoy Cruz que fundara en 1883 Don Tiburcio Benegas, prócer de la vitivinicultura argentina. Desde aquel momento Benegas se convirtió en un exitoso empresario que incluso llegó a ser Gobernador de Mendoza, mientras hacía crecer su negocio vitivinícola con fincas en diferentes zonas de la provincia. Actualmente Trapiche es una de las marcas de vinos argentinos más admiradas en el mundo. El actual edificio de la bodega se encuentra en Maipú, data de 1912 y en su interior puede respirarse la historia viva del vino argentino.
Colomé 1831
La historia tiene sus curvas, como el río que riega los viñedos de Colomé. Lo cierto es que la familia Isasmendi montó la bodega en 1831 en un remoto rincón del valle Calchaquí, con ánforas de terracota que siguieron funcionando hasta bien entrado el siglo XX. Hoy, la vieja bodega de adobe se puede visitar en la recorrida, aunque más espectacular es la nueva construida con toda la tecnología a un centenar de metros de la original, establecida por el suizo Donald Hess y hoy continuada por sus hijos. Para datos patrimoniales, sin embargo, el secreto mejor guardado está en las viñas: algunas plantas producen uva desde del siglo XIX y material genético prefiloxérico. Emociona verlas.