¿Por qué los enólogos ahora elaboran Semillón?

¿Por qué los enólogos ahora elaboran Semillón?

Cada vez son más los winemakers que están decididos a redescubrir los vinos blancos de viñas históricas. No lo hacen con Sauvignon Blanc o Riesling; tampoco con Torrontés, el blanco más clásico y consumido en Argentina. La inspiración llega de la mano del Semillón, un varietal de bajo perfil y larga trayectoria en nuestro país.

El dato que sustenta la tendencia es la superficie cultivada con esta uva clave en los blancos botritizados de Sauternes: hay apenas 800 hectáreas casi todas de viñas viejas, que se salvaron de la reimplantación. Una cifra que invita a reflexionar acerca de por qué tal apuesta. Para Matías Riccitelli, uno de los enólogos involucrados en la movida, cuyo Semillón fue Trophy en los Argentina Wine Awards, la excusa es que “tenemos viejos viñedos que nos permiten elaborar vinos únicos en el mundo”. Como él, varios profesionales apuestan fuerte y ya ofrecen una veintena de etiquetas disponibles que llamaron la atención de los paladares expertos durante los últimos AWA.

Carácter único

Como sucede con otras cepas, Argentina ofrece un estilo singular de Semillón. Muy cultivada en el mundo, pocas veces se la encuentra como vino varietal. “Salvo algunos exponentes australianos, generalmente es utilizada como un mejorador de blancos”, sostiene el enólogo Roberto de la Mota, de Mendel Wines y uno de los creadores del nuevo estilo de Semillón. Y es cierto, su principal virtud son sus aromas y sabores sutiles ideales para definir equilibrio. Si bien en Argentina la historia la ubicó en el mismo lugar y más tarde como componente vital para los espumosos locales, hoy la apuesta es por varietales tranquilos.

Famoso por su sensibilidad al agua y la humedad, gracias al clima seco que caracteriza a los terruños locales el Semillón se asegura buena madurez y concentración. Pero hay que destacar que los mejores resultados se dan en climas fríos. Ya sea por altitud o latitud, cuando se trata de una zona fresca y soleada los vinos resultan expresivos, vivaces y con buen volumen en boca. Tanto en la Patagonia como en Mendoza, logran buena estructura y sabor frutal, algo que los diferencia de los ejemplares franceses o australianos, más etéreos. El clima soleado y árido, además, permite obtener la concentración suficiente para dar vida a vinos que se disfrutan mucho más luego de unos años en botella.

En suelo argentino, el Semillón permite elaborar el estilo de vinos que los mercados actuales demandan: austeros y gastronómicos. En un mercado inundado con Chardonnay estilo Napa Valley y Sauvignon Blanc pirotécnicos, este blanco ofrece un perfil refinado y sutil. Y las bodegas argentinas son conscientes de que su originalidad conquista a los consumidores más sofisticados. “El mundo conoce el Semillón pero poco sabe de su verdadero sabor y menos que en Argentina se produce. Esto despierta interés y entusiasmo”, agrega Riccitelli.

Los que hacen escuela

Cuando Roberto de la Mota explica por qué eligió elaborar su Mendel Semillón, lo primero que destaca es el valor histórico del varietal para la vitivinicultura local. “El Semillón llegó al país junto con el Malbec de la mano de Michel Pouget y no tardó en convertirse en una de las cepas más cultivadas.” Esto explica que muchos de los blancos locales hayan tenido de base al Semillón, como el famoso Lagarde 1942, cuyas botellas aún se pueden beber y recuerdan a un jerez. Los que hoy marcan tendencia, sin embargo, nacieron durante los últimos años con un estilo muy diferente.

Los primeros en recuperarlo fueron Ricardo Santos y De la Mota, y sus varietales son los que enseguida, a la hora de sugerir el varietal, se vienen a la mente de cualquier sommelier o conocedor. Junto a ellos, hoy son varios los de origen mendocino que vale la pena descorchar. Elaborados con uvas de viejos viñedos ubicados en zonas tradicionales de Luján de Cuyo, están Nieto Senetiner Semillón DOC, Martino Reserva Semillón Old Vines y Finca La Anita Semillón.

Valle de Uco no queda al margen de la tendencia. En sus parajes de altura hay varias hectáreas cubiertas con longevos viñedos de Semillón. La zona aporta un estilo más cremoso por su importante insolación y frías noches que ayudan a la concentración. Dos curiosidades de este valle son Tomero Reserva Semillón, un blanco que llega al mercado con al menos cuatro años de estiba en bodega, e Inéditos Semillón Hulk, creación del enólogo Matías Michelini, que se embotella sin filtrar para continuar la crianza sobre lías en botella.

Tesoro patagónico

En Río Negro se embotelló el primer Semillón varietal argentino en 1976. Lo hizo la bodega Humberto Canale, y desde entonces la cepa está íntimamente relacionada con los viñedos patagónicos. Riccitelli Old Vines Semillón 2015, ganador de Trophy en los AWA, proviene de un viñedo de la región. Los expertos aseguran que las viñas de la zona tienen en promedio setenta años, y si bien esto limita sus rendimientos, es la clave detrás de la calidad de los vinos. “En Río Negro, el clima es más fresco y seco que en Mendoza, esto permite alcanzar madurez sin perder acidez mientras que la edad de las viñas asegura equilibrio natural e identidad”, explica Riccitelli.

Otros patagónicos son Humberto Canale Old Vineyard Finca Milagros Semillón 2015, un homenaje a un viejo viñedo familiar de 1942, y Miras Jovem Semillón 2015, elaborado por el enólogo Marcelo Miras con viñas añejas.

El Semillón se revela hoy como un vino de perfil novedoso y que puede abrir las puertas hacia los blancos argentinos. La movida recién comienza, si se tiene en cuenta que son un puñado de productores. Pero a juzgar por el ruido que hacen y por los vinos que elaboran, la historia moderna del Semillón recién comienza.

Foto: Culinary Girls

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