¿La próxima revolución Argentina está en los blends?

¿La próxima revolución Argentina está en los blends?

La clásica fórmula Malbec, Cabernet Sauvignon y Merlot cede terreno a nuevas propuestas de la mano de variedades atípicas y los vinos de corte ganan expresión. ¿Qué combinaciones tener en cuenta?

La tradición tiene su peso. Pero también su paso. Y eso es lo que estaría sucediendo en la industria vitivinícola argentina a la hora de hablar de vinos de corte. Lo que hasta ayer era una ley tácita –todos los cortes buenos se hacían con base Malbec, Cabernet Sauvignon y Merlot- a la luz de nuevas exploraciones estilísticas y gustativas entra en etapa de revisión y algunos flamantes cortes, con variedades atípicas, hoy marcan la pauta.

Petit Verdot, Cabernet Franc, Bonarda ahora entran en escena. ¿La razón? Hoy cada enólogo impone su estilo gracias a la seguridad del conocimiento alcanzado con años de estudio, observación y experimentación. A este bagaje se suma una alta cuota de curiosidad, el principal diferencial de la enología actual con la de otro tiempo: este es un momento de buscar respuestas en la práctica, algo posible gracias a la infinidad de recursos disponibles, desde terruños nuevos a prácticas agronómicas más osadas, pasando por ensayos con puntos de madurez de uva y técnicas de elaboración.

De forma que nuevos estilos llegan al mercado y, entre ellos, los vinos de corte proponen algunas de las fórmulas más osadas. Ignacio López es jefe de enología en Bodega Etchart, con sede en Salta. Para él, “elaborar vinos de corte implica libertad. Es imposible lograr identidad sin asumir riesgos”, asegura. Y lo demuestra dejando atrás el Malbec, Cabernet Sauvignon y Merlot que componía Arnaldo B, ya que hoy emplea Tannat, Cabernet Franc y Ancellotta como compañeros de fórmula para el Malbec en este vino.

También Roberto de la Mota, enólogo de larga trayectoria al frente de Bodega Mendel, bodega que nació con un vino de corte icónico, lo pone blanco y negro: “la única receta es que no hay receta”, repite cada vez que se lo consulta. “Cada año es especial y único, lo que se debe defender es el estilo de un vino más allá de su receta”, sostiene. En materia de enología, claro está, uno más uno no siempre es dos.

Diversidad a la argentina
El país logró concebir viñedos donde cualquier variedad ofrece materia prima para dar rienda a la imaginación de los enólogos. Y está en las habilidades de cada uno conservar la tradición o trascenderla en la búsqueda de desafíos. Así, a la hora de los nuevos cortes las variedades que más suenan son Cabernet Franc, Petit Verdot, Tannat y Bonarda. Con ellas, el plan es lograr personalidad. Y a continuación sabremos por qué.

Cabernet Franc. En diez años la superficie del Franc se triplicó hasta alcanzar unas modestas pero claves 692 hectáreas. Ubicadas en regiones de altura, con clima frío, dejó de ser una promesa para ofrecer hoy vinos varietales con sabor exótico para nuestro mercado. Un lugar reconocido por la revista Decanter, que le dedicó la tapa de su edición de Septiembre. Sucede que el Franc ofrece cierto exotismo y le imprime nervio y frescura a cualquier tinto, sin necesidad de sacrificar paladar. Y ya va camino de convertirse en el tercer componente de vinos íconos, de base Cabernet Sauvignon y el Malbec . Ejemplos, Mendel Unus, de Bodega Mendel, donde aporta el siete por ciento; Gala II, donde ocupa un lugar más destacado. Y si de duplas se trata, sustituyó al Merlot en el clásico Iscay de Bodega Trapiche.

Petit Verdot. Empleada en el mundo como variedad de corte, Argentina no es la excepción. Intensidad y rusticidad son sus atributos más destacados, de ahí que en combinación con otras variedades logra domar su temperamento y asegura estructura y personalidad en la copa. Con todo, su cultivo se incrementó un 400% en la última década y cuenta hoy con unas 600 hectáreas, principalmente en las regiones áridas y cálidas donde alcanza su mejor madurez. Algunos cortes donde es clave su aporte, sería Finca Los Nobles Field Blend Verdot-Malbec, de Bodega Luigi Bosca, o el actual corte Mauricio Lorca Inspirado, de Bodega Mauricio Lorca, cuyo winemaker se declara fan de esta variedad.

Tannat. Si bien su nombre es un reconocimiento a su tanicidad, está claro que así la llamaron en Francia y que ese nombre no se ajusta bien al Noroeste Argentino, donde tiene un nuevo futuro promisorio. Allí, los enólogos la adoptaron como una clave local para sus cortes emblemáticos, mientras gana terreno como varietal. Ejemplos perfectos son Altimus, de Bodega El Esteco, y Arnaldo B, de Bodega Etchart, que demuestran el potencial de la cepa aún sin corromper el estilo tradicional detrás de estas etiquetas. Pero es en Cuyo, y principalmente en Mendoza, donde el Tannat empieza a dar que hablar. Con apenas un cinco a diez por ciento de participación en los cortes asegura el potencial necesario para una evolución sana y prolongada en botella, tal como sostiene Paula Borgo, enóloga de Bodega Séptima, quien lo incluyó en forma creciente en su ícono Séptima Gran Reserva. Gracias a estos, y otros resultados, los expertos afirman que su cultivo y aprovechamiento tienen gran proyección.

Bonarda
. En paralelo a su camino al éxito como varietal la segunda cepa más cultivada del país, luego del Malbec, también demostró aptitud a la hora del assemblage. Para la Bonarda la clave fue demostrar que además de sabor y voluptuosidad, con un buen manejo en el viñedo puede alcanzar el refinamiento necesario para formar parte de un corte de alta gama. Un secreto que finalmente develó su elegancia exótica de perfil balsámico y jugoso que la convirtieron en pareja ideal del Malbec, ya sea en partes iguales o no, algo que puede degustarse en TiKal Patriota, de Bodega Ernesto Catena. Pero otra dupla destacada es con el Syrah, una receta que en el caso del Críos de Susana Balbo, de Bodega Dominio del Plata, generó fieles seguidores. Pero la Bonarda también forma parte de cortes sofisticados como Parral, elaborado por Matías Michelini para su Passionate Wines, en donde se combina con Cabernet Sauvignon y Malbec; o bien Amalaya Gran Corte donde Malbec y Cabernet Franc son sus parteners. Incluso define el estilo de ícono como Familia Durigutti, donde acompaña junto a otras cuatro variedades al Malbec, el corazón del corte.

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