La décima edición de los Argentina Wine Awards llegó a su fin el 19 de febrero pasado. Al cabo de una década ininterrumpida del concurso, en la que se buscaba qué ofrecer al mundo, la décima edición supuso un giro en la materia y los resultados permiten pensar nuevas pistas para el vino argentino, ahora con un sentido local.
No solo por los catorce Trophies entregados, ni por tantas otras medallas asignadas entre 672 muestras catadas. Sino, principalmente, porque los trece jurados internacionales y los seis locales pusieron el acento en la identidad del vino argentino.
El enólogo italiano Alberto Antonini, que elabora vinos desde Armenia a California, pasando por Francia, Italia, Uruguay y nuestro país, lo resumió en una sola fórmula durante el seminario Creando Futuro, que cerró el concurso: “Más Argentina y menos Malbec”, propuso el jurado. Es decir: llegó la hora de la autenticidad, del sabor local.
En la misma línea, Anthony Gismondi, periodista canadiense de influyente y filosa pluma, hizo hincapié sobre la confianza que se requiere para ofertar al mundo un gusto local. Durante una entrevista, apuntó: “Argentina ha dado sobradas muestras de elaborar buenos vinos, es el momento de confiar en ellos. La confianza es la base del futuro”.
Por románticas que suenen estas ideas a oídos de gerentes de venta, presionados por engrosar las arcas, la realidad es que los observadores externos están en sintonía con un fenómeno que tiene lugar en el mercado argentino. Lo expresaron otros dos jurados, de cuño muy distinto y de mercados absolutamente diferentes. Yang Lu, sommelier y referente del mercado asiático, dijo que “China no tiene un solo gusto, sino muchos, tantos como mercados y tipos de vino hay. Seguro que Argentina tiene vinos para varios mercados”. Por su parte, el sommelier Phil Crozier, de Gaucho Grill, afirmó que “a los ingleses les gusta lo excéntrico y Argentina tiene mucho para ofrecer en ese sentido”.
La búsqueda de la identidad en el vino alcanza con el AWA2016 su momentum y ahora avanza con fuerza para definir un nuevo horizonte, esta vez con base en la diversidad del vino argentino. Para seguirle la pista, conviene analizar los resultados del concurso.
Primera pista
Los Trophies regionales premian a los más altos puntajes de cada región. Y ahí se produjo una gran sorpresa: hay un solo Malbec, que corresponde a los Valles de San Juan, y es Pyros Single Vineyard 2013. Para más diversidad, desde Salta el Trophy del NOA fue para El Esteco Fincas Notables Tannat 2013, elaborado con uvas de Cafayate. Mientras que en la Patagonia el vino premiado fue un Semillón, Riccitelli Old Vines 2015, con uvas de Río Negro. El Trophy para los Valles de Mendoza, en cambio, fue para un red blend, Numina Gran Corte 2013, elaborado por Salentein con uvas del Valle de Uco.
Segunda pista
Entre los diez Trophies restantes, también se observan diversidad y estilos curiosos, sin llegar a ser extremos. Es el caso de Altaland Tinto Histórico 2014 (red blend de entre 6,99 y 12,99 dólares), de Bodegas Esmeralda. Corte de Malbec y Petit Verdot, ofrece el perfil fresco que ganó confianza entre los elaboradores y los consumidores. En la misma sintonía, el otro red blend Trophy de entre 30 y 39,99 dólares se lo llevó Porvenir Icon 2013, que combina fincas y variedades del Valle Calchaquí en un estilo extrovertido, de crianza poco evidente y sobre todo con textura suave y boca fresca.
Tercera pista
Conviene detenerse en Benmarco Malbec 2013 (entre 20 y 29,99 dólares), ganador del Trophy en su categoría de precio. De trazo frutal y herbal, con una boca jugosa y suelta y de taninos finos, ofrece un estilo de Malbec de terroir, en este caso Vista Flores, Mendoza. En contraposición, los otros tres Malbec que ganaron Trophy ofrecen vinos muy distintos entre sí. Por ejemplo, The Apple Doesn’t Fall Far From The Tree 2014 se quedó con el Trophy de 13 a 19,99 dólares, y combina Luján de Cuyo y Valle de Uco al 50%, con cuerpo y frescura medias. Dedicado Malbec 2014 (de 30 a 49,99 dólares) se hace con uvas de un único viñedo, de Cordón del Plata, en Tupungato, y es un tinto potente y fresco. Por el contrario, Bramare Touza Vinyard Malbec 2013, Trophy de más de 50 dólares, fue elaborado con las uvas de un único viñedo en Las Compuertas, Luján de Cuyo, y el estilo es frutal, especiado y carnoso al paladar, tal como se espera del varietal en esa región.
Cuarta pista
El Cabernet Sauvignon que ganó el Trophy, Bramare Luján de Cuyo 2014 (de 30 a 49,99 dólares), merece párrafo aparte. Está elaborado con uvas de Luján de Cuyo, por Paul Hobbs y su equipo. Hobbs, enólogo californiano de larga trayectoria, que también fue jurado del concurso, durante el seminario Creando Futuro puso a la Argentina en la senda de este varietal. Dijo que “están dadas las condiciones para conseguir uno de clase mundial”. El galardón parece darle la razón a su búsqueda y allana el camino en esa dirección.
Quinta pista
En materia de blancos, destaca el Trophy regional que se llevó Riccitelli Old Vines Semillón 2015 (de 20 a 29,99 dólares). La razón es sencilla: la variedad está haciendo ruido por su sabor, tanto en la región patagónica como en las de Mendoza. La master wine y jurado Sarah Jane Evans declaró su fascinación por ellos. Hay una decena de ejemplares en el mercado y este premio refrenda el camino que sigue como una oferta acotada pero diversa. Hubo dos Trophies más en blancos. Uno para Torrontés, donde Ciclos 2015 (de 13 a 19,99 dólares), de bodega El Esteco, se quedó con el premio, por su estilo limpio y poco terpénico, más cercano a lo que resultaría un Pinot Gris. Y el otro para Trapiche Medalla Chardonnay 2014 (de 13 a 19,99 dólares), que se llevó el Trophy en su categoría, elaborado con uvas de Valle de Uco en un estilo de alta frescura y crianza moderada.
Ahora que ya sabemos cuáles, a juicio del jurado, son los mejores vinos argentinos de exportación, solo resta ir de compras y saborear estas tendencias. Sobran los vinos y los estilos como para darse un buen gusto.