Más allá del Malbec: tres variedades de Argentina a las que prestarles atención

Más allá del Malbec: tres variedades de Argentina a las que prestarles atención

La variedad de uva estrella de Argentina es Malbec. De Malbec se hicieron las exportaciones, con Malbec la prensa tuvo algo que decir en su boca y por Malbec los argentinos estamos orgullosos de nuestros vinos. Todo eso es cierto. Pero conviene apuntar un dato para ver más allá en la constelación de los tintos locales: con 36 mil hectáreas plantadas, es la uva más plantada aunque cubre solo un quinto del viñedo. ¿Y el resto? ¿Qué hay más allá del Malbec?
En el seminario que tuvo lugar durante los Argentina Wine Awards en febrero pasado, las especialistas del vino que cataron las casi 700 muestras llamaron la atención del público sobre otros sabores. Apuntaron que Pinot Noir, Petit Verdot y Tannat habían resultado sorprendentes en sus catas. Y sorprendentes, cabe aclarar, en este caso también es sinónimo de distintos.
El ejercicio que practicaron las expertas es sencillo y necesario: a la hora de catar ese nivel y esa cantidad de muestras, queda claro que la mayoría son Malbec y que todo aquello que resulte realmente diferente llamará la atención. Ahí es cuando el resto del parque varietal de Argentina ofrece un sabor distinto en la boca de los especialistas, que ahora también llega a los consumidores.

Trazos mentolados
Entre los raros de la góndola local, el Petit Verdot es un tinto en ascenso, aun cuando son pocas hectáreas las cultivadas, ya que se lo plantó para aportar un trazo en cortes. Enólogos como Mauricio Lorca, sin embargo, llevan años afinando la puntería para hacer un gran Verdot varietal. Y, con el tiempo, encontraron una fórmula. Según Lorca, “en Vista Flores, Valle de Uco, se consigue un Petit Verdot que ofrece una muy rica frescura, con aromas de mentol y eucalipto, y una boca de taninos moderados”. Como él, en los últimos años otros tantos se volcaron a la Petit quimera del Verdot.
Sin ir más lejos, en el mercado argentino, tanto doméstico como de exportación, se consiguen algunos buenos y raros ejemplares varietales: Finca Decero Mini Ediciones 2011, Fond de Cave 2010, Tomero Reserva 2012, Gran Lorca Poético 2008 y Viña Vida Gran Reserva 2012, por citar algunos entre los que llaman más la atención.
El lugar del Petit Verdot, sin embargo, hay que entenderlo por contraste. Mientras que el Malbec ofrece una uva frutal y de paladar carnoso, por supuesto con sus variantes de terroir, el Petit propone tintos de paladar apretado y jugoso, con aromas mentolados. Y en una recorrida a ciegas por los vinos locales, su rareza resulta tan evidente como atractiva. Igual suerte corre el Cabernet Franc, que tanto ha llamado la atención en el último año.

Delicadeza y textura
El mismo efecto de contraste se tiene con los Pinot Noir, pero de una naturaleza muy distinta. La variedad más prestigiosa de la Borgoña tiene, como todo aquel que la haya degustado en torno a Dijon, un perfil caprichoso que desafía las emociones y el intelecto del bebedor. La sorpresa, en este caso, viene de la mano del fenómeno Pinot en Argentina y, en menor medida, por su curioso perfil gustativo.
Leonardo Puppato, enólogo de Bodega Familia Schroeder, en Neuquén, elabora Pinot Noir clonales en las siete gamas de producto que vende de la bodega. Lleva una década lidiando con la variedad y cree que “el Pinot de Argentina, pero el patagónico en particular, sorprende por su expresión alta y porque ofrece una textura suave y cordial”. En esa misma línea, por ejemplo, se pueden probar Saurus Barrel Fermented 2011, Humberto Canale Old Vineyard 2012, Salentein Reserva 2012 y Del Fin del Mundo Reserva 2012, que son vinos de textura tersa. Algo que no abunda en otras regiones y que le da especificidad. Claro, también se pueden conseguir vinos como Chacra, Mar & Pampa y Eggo Filoso, casi etéreos y definidos por la frescura, lo que supone un horizonte amplio y en plena exploración para esta rara uva que permite interpretar el terroir como ninguna.

Tannat sin taninos
Esta uva originaria de Madirán, en el sudoeste de Francia, es reconocida por dos cosas: por sus cuatro pepitas, cantidad que duplica el estándar de una uva, y por los taninos vigorosos que aportan las pepas, junto con su hollejo grueso. Eso se da especialmente en climas frescos y nublados, como el de Uruguay, donde se la planta porque resiste mejor la humedad relativa ambiente. ¿Pero qué pasa si en vez de buscar el factor de resistencia se busca uno cualitativo y de sabor?
Paul Hobbs, enólogo y consultor con base en California y operaciones en Argentina y otros países, cree que el criterio cualitativo es el que debe primar. Y en el Porvenir de Los Andes, la bodega que asesora en Salta, el Tannat ganó protagonismo. ¿La razón? Hobbs la explica así: “Hemos conseguido que el Tannat aporte frescura a nuestros vinos. En Salta, donde la frescura es un tema difícil de resolver, esta variedad ocupa un lugar interesante porque conserva la chispa de la buena acidez aun cuando está madura; además aporta aromas entre frutales y mentolados que dan nervio a los vinos”.
Y así, mientras que Tannat ya había ganado un sutil pero clave terreno en materia de cortes, como en Altimus 2010 y Arnaldo B 2010, ahora como varietal aparecen algunos casos destacables. Los más llamativos resultan Amauta Absoluto 2013, Séptima 10 Barricas 2012 y Serie Finca Notables 2011.
Petit Verdot, Pinot Noir y Tannat son hoy tres pequeñas estrellas en la góndola de Argentina, que brillan con luz propia al lado de la supernova Malbec. En cualquier caso, algo es seguro: en la actualidad, tanto esta última como aquellas aportan una apertura de estilos y sabores a la oferta argentina de tintos, que permite soñar con nuevos firmamentos.

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