Malbec de Mendoza: diversidad de sabores para una variedad

Malbec de Mendoza: diversidad de sabores para una variedad

Nueve de cada diez botellas de Malbec provienen de Mendoza, la provincia más importante en materia de vinos de Argentina. Pero en el mundo del vino, lleno de sutilezas y matices, hablar de Mendoza es como decir Cataluña o California, una unidad grande que no describe la singularidad del Priorat ni la alcurnia de Napa Valley. La razón es simple: Mendoza tienen 33 mil hectáreas de Malbec —de las 38 mil que hay en Argentina— distribuidas en cuatro grandes oasis, entre los 1.500 y los 600 metros sobre el nivel del mar. Cada uno de ellos, a su vez, puede ser desglosado en varios terroirs siguiendo un criterio de sabor y estilo.
Porque a la hora de las copas, hoy el Malbec ofrece una diversidad de sabores y estructuras que trasciende por lejos la idea de una sola variedad y un solo vino. Y Mendoza, como un gran mosaico de viñedos, da buena cuenta de esa diversidad. En los faldeos de los cerros hay terroirs relativamente nuevos que crecen en prestigio, como Altamira y Gualtallary, en el Valle de Uco, o bien históricos con un marcado perfil tradicional, como La Consulta o Luján de Cuyo. Para saber elegir y reconocer cada uno de esos matices, y dar con un Malbec que sea el que se quiere beber, es importante entender el mapa del Malbec mendocino. En esta nota lo dibujamos con trazos gruesos.

Luján de Cuyo, cuna del Malbec
Región histórica de plantación de Malbec, este departamento ostenta la categoría de Denominación de Origen desde 1991. En esa línea, sus vinos son tradicionales, como Norton DOC o Luigi Bosca DOC, que representan el ABC del Malbec: frutales y especiados, de paladar carnoso y con taninos redondos y musculosos. Pero si se desglosa Luján como región y se va hacia el detalle de cada zona, Vistalba y Agrelo ofrecen otros estilos dentro de lo clásico.
Vistalba tiene el clima más fresco de la región y, según Alejandro Cánovas, enólogo de Bodega Vistalba, “es reconocido como un terroir para Malbec elegantes”. Sus viñedos, plantados durante la primera mitad del siglo XX, entregan frutos equilibrados que aseguran colores violáceos vivaces y aromas de frutas rojas frescas, confituras y frutos secos. “Otro diferencial del Malbec de Vistalba es el paladar con taninos de gran volumen pero sedosos que aportan dulzor y redondez”, concluye Cánovas. Así son, por ejemplo, Fabre Montmayou Reserva 2013 y Cadus Single Vineyard Finca Villa Blanca 2008.
Agrelo, por su parte, es famoso por albergar reconocidas bodegas y antiguos viñedos frente al Cordón del Plata, a unos 980 metros de altura. Sus suelos, profundos, franco-arcillosos, son una rareza en torno a esa altura para Mendoza. Así, los Malbec son de color intenso y con notable expresión frutal, con un paladar distintivo que Gustavo Bertagna, enólogo de Dominio del Plata, define como de “taninos redondos, que los hacen más gorditos que los de otras zonas”. Ejemplos redondos son Séptima Obra 2012 y Lamadrid Single Vineyard 2009.

Maipú, calidez histórica
Hogar de viñedos centenarios, su ubicación sobre la margen del río Mendoza asegura la influencia de los vientos fríos que descienden desde la montaña para definir el carácter de sus vinos. Tres subzonas son claves para el Malbec: Lunlunta y Barrancas, por un lado, y Medrano, por otro.
Lunlunta y Barrancas, a ambas márgenes del río Mendoza, ofrecen temperaturas y suelos similares: cálidos durante el día, en la noche la temperatura cae abruptamente debido al frío que desciende por el lecho del río. Los suelos, por su parte, son delgados, arenosos y pedregosos, con abundante piedra bola. Germán Berra, enólogo de Finca Flichman, asegura que “los Malbec destacan aquí por su volumen de boca, algo más austeros que los de Luján, taninos redondos y aromas de fruta roja madura y frutos negros”. Entre los clásicos de la región, están Caballero de la Cepa Reserva 2013 y Enrique Foster Terruño Lunlunta 2011.
En cuanto a Medrano, ocupa el pedemonte de una cerillada, a unos 700 metros sobre el nivel del mar, con exposición este. De perfil arenoso, con arcillas y limos, de profundidad media, la clave de esta subzona es la combinación de ese tipo de suelos con una temperatura apenas más elevada que la del resto de Maipú y Luján. Los Malbec aquí son bien perfumados, frutales y especiados, con boca carnosa y de taninos amplios. Ejemplo perfecto resulta Achával Ferrer Finca Mirador 2012 y Altos Las Hormigas Clásico 2014.

Valle de Uco, la novedad
Formado por los departamentos Tupungato, San Carlos y Tunuyán, a unos 100 kilómetros al sur de la capital provincial, el valle ofrece el perfil más novedoso del Malbec mendocino. Sus diferentes alturas y su ubicación frente a la montaña ofrecen un mosaico de climas y suelos.
Entre los orígenes más destacados, se encuentra Gualtallary, en Tupungato. Una zona de altura, que parte de los 1.100 metros y tiene viñedos plantados a 1.500 metros, con clima fresco y suelos con depósitos calcáreos que se traducen en altos niveles de acidez. Según palabras de Alejandro Vigil, enólogo de Catena Zapata, “aquí los Malbec resultan lineales, ricos en fruta roja, con buena concentración y elegancia”. Algunos destacados de Gualtallary son El Enemigo 2011 y Riglos Gran Malbec 2010.
Vista Flores es un distrito de Tunuyán orientado este-oeste. Entre los 1.000 y los 1.300 metros, se plantó en la última década y media gran cantidad de viñedos de Malbec, en suelos aluviales similares al resto de Uco. La distinción de esta región, sin embargo, viene por un trazo aromático vegetal, que recuerda al eucalipto y a las hojas de vid. Ejemplos perfectos son Lorca Poético 2010 y Linda Flor 2012.
Altamira, en San Carlos, es otro de los focos de mayor atención. Especialista en la región, el agrónomo Alejandro Sejanovich explica que, “mientras que las condiciones climáticas son similares entre varias zonas, la diversidad de suelos hace la diferencia. Algo que puede darse en una misma hilera”. Esta heterogeneidad depende de la cercanía a la montaña, donde varían las proporciones de limo, grava, arena, piedra y depósitos calcáreos. El Malbec de Altamira es frutal y algo vegetal, con boca mineral y de elevada frescura. Zaha 2010 y Zuccardi Aluvional 2011 dan clara cuenta.
La Consulta, por su parte, es un distrito plantado hace más de cien años en torno a los 1.000 metros. La singularidad de sus vinos proviene de los suelos profundos, arenosos y con presencia de arcillas, combinados con un clima más frío que el promedio de la provincia. De ahí que sus Malbec ofrezcan una aromática frutal compleja, con trazos florales, y una boca de taninos carnosos y con frescura elevada. Buenos ejemplos son Altocedro Reserva 2012 o Bramare Rebon Vineyard 2011.

San Rafael, tradición al sur
Doscientos kilómetros al sur de la ciudad de Mendoza, San Rafael es un bastión para los Malbec de estilo ligero, complejo y tradicional. Su ubicación, alejada de la Cordillera, promedia los 700 metros sobre el nivel del mar. Sus suelos franco-arenosos, combinados con esa altura, determinan tintos de perfil frutal, con estructura y frescura medias. Facundo Pereira, enólogo de Casa Bianchi, afirma que “el Malbec de San Rafael logra excelente expresión de frutas frescas, taninos armónicos, buen volumen y concentración”, y destaca “el equilibrio y la elegancia”. Reconocidos exponentes de esta región son Alfredo Roca Fincas 2013 y Famiglia Bianchi 2013.

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