La historia del Malbec sin dudas es una de las más coloridas y poco conocidas del folclore del vino. A lo largo de los años, esta cepa atravesó situaciones que bien podrían inspirar una serie para Netflix con varias temporadas. Se inicia en la alta edad media, comenzando en 1316 en Cahors, con ducados, papados y una larga serie de acontecimientos dignos de una historia de aventuras.
Como en toda aventura, sin embargo, los héroes son los fundamentales. Y en esta historia hay muchos. A continuación, los más importantes.
Los “primeros” promotores
El Malbec es oriundo de Cahors, dominio de Aquitania, Francia, donde en el siglo XII Leonor de Aquitania fue una personalidad clave. Primera heroína del Malbec, en 1152 contrajo matrimonio con Enrique II de Inglaterra y así se coronó reina de uno de los territorios más extensos de Europa. Desde aquel lugar de poder, se ocupó de promover los vinos del sudoeste de Francia hasta convertir el Malbec en el vino favorito de la nobleza a ambas márgenes del canal de la Mancha.
Años más tarde, aparecería otro personaje curioso en esta historia, del cual no hay muchos registros oficiales, pero a quién le importa, si su apellido era ni más ni menos que Malbeck. Sorprendente. Este señor, al parecer oriundo de Hungría, habría sido el viverista encargado de comercializar las plantas en Burdeos, donde es sabido que el Malbec echó raíces durante algunos siglos.
Ya en el siglo XIX, comenzaría el capítulo argentino de esta novela. Para muchos, es el más conocido. Hablamos de la relación entre Domingo Faustino Sarmiento y Michel Pouget, responsables del arribo del varietal a suelos mendocinos en 1853 y de promover el cultivo de variedades francesas, entre las que el Malbec no tardaría en lucirse ante los viñateros de la época.
Más héroes con visión
Un siglo más tarde, y con una industria vitivinícola que batía récords de productividad de la mano de variedades de alto rendimiento, un puñado de expertos se ocupó de preservar el Malbec para los grandes vinos. Entre ellos, desde la década de 1970 se destacó don Raúl de la Mota, célebre enólogo considerado por muchos el padre del Malbec, por haber asumido el compromiso de convencer a varios productores de no remplazarlo por otras cepas que aseguraran mayor volumen.
El ingeniero Alberto Alcalde fue el otro héroe. Importante ampelógrafo argentino, colaboró en los estudios del varietal para mejorar sus resultados. A ellos se les debe sumar Ricardo Santos, dueño por aquel entonces de Norton, quien realizó la primera exportación de Malbec en 1974 y abrió así el capítulo internacional.
Los que mantuvieron la llama encendida
La década de 1980 fue una época complicada para el vino argentino. Sin embargo, no faltaron voluntades para proteger los viñedos de Malbec. Por aquellos años, se delineó la denominación de origen Luján de Cuyo, con el objetivo de salvaguardar la identidad de los vinos más tradicionales de Mendoza, entre los cuales el Malbec se destacaba. Detrás de esta gesta, se encontraban Alberto Arizu, Adriano Senetiner y Carlos Catania. Mientras tanto, Arnaldo Etchart continuaba con el cultivo de Malbec en sus viñedos de los valles Calchaquíes, y Guillermo Barzi Canale replicaba el esfuerzo en los viñedos patagónicos de Río Negro.
Los que lo internacionalizaron
Obsesionados con la elaboración de vinos de clase mundial, muchos bodegueros argentinos apostaron por años a los tintos de Cabernet Sauvignon o Merlot. Incluso, algunos llegaron a convocar a renombrados winemakers para ocuparse de esto. Así llegaron al país figuras de la talla de Michel Rolland, Paul Hobbs, Alberto Antonini, Hans Vinding-Diers y Roberto Cipresso. La anécdota que todos ellos comparten es que, mientras exploraban con las cepas por ellos más conocidas, dieron con un tinto que los cautivaba, pero que también los desconcertaba. Lógicamente, se trataba del Malbec, que para ellos era muy poco conocido. Sin embargo, todos apostaron a lo mismo, y junto a sus apellidos se convirtieron en embajadores de lujo del Malbec argentino.
Enamorados del Malbec
Otro fenómeno detrás de este varietal es que sirvió de imán para importantes inversiones en la vitivinicultura argentina. Mientras los bodegueros locales apostaban a estos vinos, reconocidos empresarios internacionales arribaron con la misión de aportar lo suyo en la construcción de la imagen del Malbec. Así, no solo llegaron capitales, sino también el entusiasmo que pronto tomaría forma de importantes bodegas de la mano de Donald Hess, con Bodega Colomé, Hervé Joyaux Fabre, con Fabre Montmayou, Gernot Langes, quien adquirió Bodega Norton, Mijndert Pon, fundador de Bodega Salentein, François Lurton, de Piedra Negra, y el pool de inversores bordeleses que dieran origen al Clos de los Siete junto a Michel Rolland. Todos ellos alentaron, por diferentes medios, a que muchos otros descubrieran y se enamorasen de Argentina y sus vinos.
Los que lo llevaron al mundo
Es sabido que el rol del Dr. Nicolás Catena es protagónico en la historia del Malbec. Su visión sobre este varietal permitió que los vinos argentinos llamaran la atención del mundo. Así logró abrir las puertas de importantes mercados. A esos primeros pasos de Catena, se sumarían actores igual de esenciales en la promoción del Malbec argentino en el planeta, como el incansable José Alberto Zuccardi, que recorrió el globo y golpeó tantas puertas como fueran necesarias para dar visibilidad a sus vinos, punta de lanza para muchos otros bodegueros. La enóloga Susana Balbo fue otra pieza clave para dar visibilidad al Malbec, al igual que Michael Halstrick, con sus vinos de Bodega Norton.
La generación dorada
Los héroes encargados de dar identidad al Malbec argentino durante la década de 1990 e inicios de 2000 fueron un grupo de enólogos argentinos de larga trayectoria junto a los nuevos talentos que comenzaban a comandar varias de las nuevas bodegas. Así se cimentó un equipo que dio vida a los primeros grandes exponentes de Malbec que el mundo celebró. Entre ellos, hay que destacar el rol de Jorge Riccitelli, Walter Bressia, José Galante, Mariano Di Paola, Marcos Etchart, Marcelo Pelleriti, Daniel Pi, Roberto de la Mota y, lógicamente, muchos otros que hoy pasan la posta a las nuevas generaciones decididas a crear los vinos del futuro a partir de la exploración de los diferentes terroirs. Entre estos últimos, sobresalen Alejandro Vigil, Sebastián Zuccardi, David Bonomi, Matías Michelini, Alejandro Sejanovich, Matías Riccitelli y una infinita lista que promete seguir sumando páginas a la historia de uno de los vinos del que hoy habla el planeta.