El Tannat argentino se cultiva desde finales del siglo XIX, cuando los inmigrantes europeos trajeron en sus baúles la añoranza por sus gustos. Así, plantaron en el país las variedades que hacían a sus vinos e impulsaron una vitivinicultura de calidad que empezó en Mendoza.
Incluso en Luján de Cuyo, uno de los viñedos más antiguos del país plantado en 1895 da cuenta de su presencia en suelo mendocino, junto con algunas selecciones prefiloxéricas de Malbec y Tempranillo. Y hasta existen algunas botellas de un varietal de Tannat de Bodega Norton de 1947 que aún hoy sorprende con su vivacidad.
Sin embargo, durante sus 125 años de argentinidad, este varietal oriundo del sudoeste francés y referente actual del vino uruguayo, no logró llamar la atención de los winemakers locales como sí lo hicieron el Malbec, el Cabernet Sauvignon o el Merlot, historia que en los últimos tiempos parece querer cambiar.
Tannat argentino
“Desde hace cien años se habla de la calidad del Tannat de los Valles Calchaquíes, en Salta”, explica el francés Thibaut Delmotte, winemaker de Bodega Colomé y creador de Colomé Lote Especial Tannat 2018, vino que acaba de consagrarse como Best in Show en los Decanter World Wine Awards 2020, máximo reconocimiento para los vinos argentinos en la última edición del certamen británico.
“Cuando Donald Hess adquirió la bodega, le contaron que el gran secreto de los Malbec salteños era usar un porcentaje de Tannat en el corte, de modo que en 2001 plantamos dos hectáreas a 2300 metros de altura y más tarde en otras fincas para usarlo en el Colomé Estate Malbec, hasta que en 2010 lanzamos nuestro varietal. Costó –admite– pero se adaptó y sin dudas es una uva con mucho potencial en los viñedos de altura”.
Delmotte no es el único convencido de las oportunidades del Tannat en Argentina. Pero al momento solo existen 874 hectáreas distribuidas principalmente entre el Noroeste y Cuyo donde se produce Tannat argentino, aunque alguna plantaciones también pueden encontrarse en Patagonia y hasta en los nuevos viñedos de Buenos Aires, próximos al Atlántico.
En general, los viticultores argentinos insisten en que el potencial del Tannat está en su maduración tardía, que encuentra en los terruños áridos y soleados de montaña las condiciones sanitarias ideales para cumplir su ciclo. Por ello produce tintos intensos, de buen paladar pero con frescura firme. A la vez, reconocen que no deja de ser una cepa salvaje con carácter rústico.
Qué esperar de un Tannat argentino
Claramente los bodegueros de los Valles Calchaquíes son los que más provecho han sacado a estos vinos en los últimos años, que en Cafayate ofrecen un claro perfil de frutos negros y especias y un paladar firme y caudaloso. Así son Laborum de Parcela Río Seco, Vallisto Extremo, Quara Single Vineyard, Serie Fincas Notables de El Esteco, Domingo Molina o Coquena, de San Pedro de Yacochuya.
En los valles tributarios del río Clachaquí, donde la altitud asegura mayor amplitud térmica, se pueden esperar vinos más “frescos, con fruta roja más evidente, trazos florales y un centro de boca vibrante”, describe Delmotte. Además de su varietal, otros vinos para comprobar sus palabras son Valle Arriba El Seclanteño de Raúl Dávalos, Altupalka y hasta Viñas del Perchel, elaborado con uvas de la Quebrada de Humahuaca, en Jujuy.
Mientras tanto en Mendoza, el principal destino del Tannat aún son los vinos de corte, con algunas exquisitas excepciones. “Si bien es una cepa potente y con una importante estructura tánica, también ofrece una acidez que nos asegura mucha frescura en el Valle de Uco. Así nació Punta de Flechas Rosé, 100% Tannat, que se convirtió en un éxito sorpresivo”, explica Pablo Richardi, de Flechas de los Andes.
En Gualtallary, tierra de tintos y blancos vibrantes, Casa Petrini logró convertirse en referente de los Tannat mendocinos gracias a su viñedo ubicado sobre la margen del arroyo Villegas, a 1170 msnm. Allí la uva logra una jugosidad notable, aterciopelada y de frescura sostenida. Otra curiosidad es Sobrenatural Tinto de bodega Chakana, un Tannat sin sulfitos agregados y biodinámico de Agrelo, Luján de Cuyo, que consigue un volumen notable en centro de boca sin madera al que acaba de sumarse un Sobrenatural Pet Nat a partir de un 70% de este varietal.
Por último, en Buenos Aires, en la ciudad de Balcarce, Puerta del Abra es un productor con viñedos emplazados sobre suelos calcáreos y protegidos por las sierras que apostó al Tannat con éxito para su tinto Insólito, con un importante carácter mineral.
Como podemos comprobar, los viñedos argentinos son un campo próspero a la hora de la innovación y la exploración. Lejos del conformismo, los winemakers argentinos se mueven en busca de nuevos desafíos que constantemente se convierten en vinos que sorprenden al mundo.