Bodega Wapisa es un proyecto fascinante dentro del mundo del vino argentino, en el que la innovación se fusiona con la tradición. Fundada por Patricia Ortiz, una de las mujeres líderes de la industria y con más de 20 años de experiencia, Wapisa es parte del conglomerado Fincas Patagónicas junto a las bodegas mendocinas Tapiz y Zolo.
En este oasis, ubicado en San Javier, Viedma (Provincia de Río Negro), muy próximo a la cuenca del Río Negro y apenas a 30 kilómetros del mar Argentino, Wapisa aprovecha la presencia del océano para producir sus vinos. Bajo el slogan “el concepto empieza en el viñedo”, la búsqueda de la calidad y la elegancia son rectoras para Patricia Ortiz y su equipo, que incluye al enólogo de Petrus como consultor y a su hijo, a cargo de la consultoría de la viña. Wapisa significa «ballena» en el idioma Yámana, un pueblo originario local.
Patricia Ortiz y los vinos de mar
La finca Los Acantilados tiene una extensión de 120 hectáreas y alberga una diversidad de uvas de distintas variedades, enfocándose en la producción de Sauvignon Blanc, Pinot Noir (una especialidad local), Malbec y Merlot. Su producción anual alcanza los 300.000 litros, y están ampliando su capacidad en más de 100.000 litros con piletas de concreto.
La influencia marítima en la región despierta una combinación única en cada cepa, ofreciendo vinos frescos y tintos con matices mentolados, mientras que en los blancos se despierta una salinidad que evoca la cercanía con el océano y la presencia del viento patagónico. Patricia subraya la importancia de esta influencia en los vinos y asegura que incluso en el Sauvignon Blanc se puede percibir el aroma del mar, un detalle que no ha pasado desapercibido en las catas, por sus notas especiadas, estructura sólida y una paleta de sabores generosa.
El clima oceánico, caracterizado por sus bajas temperaturas y vientos intensos, genera vinos con menor contenido de azúcares y alcohol. El suelo franco de la región patagónica, compuesto por limo y arcilla, presenta una notable acidez y escasa materia orgánica. Estos factores se conjugan para dar lugar a vinos oceánicos de marcada aromaticidad, equilibrio, carácter mineral y una distinguida nitidez, contrastando notablemente con los vinos provenientes de zonas montañosas.
Calidad e innovación
La innovación se despliega con la propuesta de añejamiento marino: así nace Wapisa Underwater, explica Patricia Ortiz, un proyecto que aprovecha la cercanía del mar para añejar de a 500 botellas en jaulas de acero inoxidable, a 10 o 15 metros bajo la superficie. Envasadas en botellas de vidrio más grueso, con corchos sellados con cera, las botellas pasan un período de inmersión, con las corrientes oceánicas y el constante movimiento del mar ejerciendo una influencia novedosa y sorprendente.
Este proyecto no solo destaca por su originalidad, sino que ha despertado el interés científico al colaborar con estudios sobre las corrientes marinas y el impacto en el vino, además de convertirse en un atractivo turístico con excursiones guiadas. “Nos gustó mucho que el proyecto derramara en la parte educativa científica, que despierte interés más allá de la experiencia con el vino. Y también hay un interés turístico. Los buzos llevan a la gente a hacer excursiones y van a ver las cavas. Yo le digo a la gente de la zona y a la gente de Turismo de la Provincia “ustedes tienen que volar con esto, tienen que soñar”, explica Patricia.
Wapisa y la comunidad
Además de la excelencia enológica, la bodega abraza la sustentabilidad y la responsabilidad social. Desde la reforestación de flora autóctona hasta proyectos que involucran la autoestima y la transmisión de conocimiento ancestral, como el que realizan junto a mujeres recolectoras de ajo de la comunidad boliviana y el tejido con lana de llama, Wapisa sella un fuerte compromiso con la comunidad y el entorno. Asimismo, la conciencia sobre los residuos se refleja en prácticas como el reciclaje de toda la cosecha de manera profesional, algo en lo que también fueron pioneros.
En el corazón de la bodega se siente la convicción de Patricia Ortiz y su equipo: la búsqueda incesante de calidad, elegancia y el deseo de proyectar la esencia de Argentina a través de sus vinos. «Lo importante es que se hable de Argentina», enfatiza Patricia, con un eco de orgullo nacional.