Feliz. Estoy feliz. El verano está instaladísimo. Y no es un verano cualquiera. Es el verano de la normalidad; el primero en el que este tiempo de incertidumbre global empieza a quedar atrás, y nos juntamos, viajamos, nos abrazamos y todas esas cosas lindas que tuvimos que olvidar por un tiempo laaargo.
Festejar con sushi y vino
Siempre me gustó esta época, y ahora, después de lo que hemos pasado, mucho más.
¡Los bares volvieron a latir! Bajo el cielo celeste, la ropa es cómoda y dan ganas de pasear.
¡Vinieron todas mis amigas y amigos a pasar las vacaciones! Eso es lo mejor del mundo..
Justamente, Hayley está en la ciudad y tenemos grandes planes. Ahora que descubrimos que a las dos nos gusta el vino, vamos a ir a uno de esos bares de los que me habló Alex, mi gurú, a probar etiquetas.
Pero no sé… Como a ambas nos atrae el Malbec, tal vez nos ponemos a hablar con una copa de esa cepa, sin mucha vuelta.
Mientras conversábamos en su casa, anoche pude ver que ella tenía la botella que le di… Es una de las cosas que me gusta de Hayley: te hace sentir que tus regalos son especiales. Entonces le conté que ahora soy una experta… ¡ja! Bueno, no tanto, pero sí que estoy en tema.
Me tientan Argentina y Mendoza, sus uvas, sus sabores y colores, los Andes y el trip infinito que es el mundo del vino cuando tenés ganas de descubrirlo. Se quedó pensando y me dijo: “¡Vamos a viajar por los bares, como Anya Taylor-Joy en «Gambito de Dama»!
Hayley estudia en la UCLA, en California, justo en la otra punta del país. Down on the west coast, como dice Lana del Rey. Podría haber elegido cualquier universidad de NY, pero su fantasía era vivir allá, en la «tierra del sol» (qué loco… ¡Leí que así también le dicen a Mendoza! “Tierra del sol y del buen vino”. Increíble).
Mi amiga me dijo que le sorprendió conocer sabores de otros lugares, porque, en general, en California toman muchos vinos propios, locales. Claro, es la principal región productora del país. Eso me dejó pensando. Como dijo Alex, hay un vino para todos, sí, y lo divertido es el camino hasta encontrarlo.
Vino para regalar
Pero ¿y cuando el vino es para otra persona? Eso es más complejo. Casi un acto de amor. Hay que conocerla mucho para dar con esa botella ideal, con el regalo perfecto.
Se me ocurrió invitarla a cenar a casa antes que ir de bares. Será una sorpresa, le puedo cocinar algo rico, o podemos pedir sushi, que a ella le encanta. Sí, eso sería lindo; conozco buenos lugares donde hacen vegetarianos.
Sería la excusa para sorprenderla con otro vino, claro. Le voy a preguntar a Alex por uno que sea justo para el verano. ¿Será un blanco? ¿Cómo será la combinación sushi y vino?
Alex no me va a decir cuál. Me pondrá a prueba. “Dejate guiar por la excusa” será seguramente la pista. La excusa y también el plato, ¿no? Hay algo medio fantástico en combinar comidas y bebidas, en conseguir un equilibrio entre sabores que transformen un hábito en una experiencia placentera.
Para mí, es como un juego; algo parecido a la alquimia. Como si por un ratito pudiéramos ser magos y armar un hechizo que vuelva locos a los paladares nuestros y de las personas que queremos. Eso me encanta.
Vinos que maridan con pescados
Según leí, para acompañar al sushi conviene pensar en vinos frutados, frescos y aromáticos.
A ver: repasando mentalmente los tips que aprendí, pienso, por ejemplo, en un Torrontés, un vino que descubrí gracias a uno de los consejos de Alex y que jamás había probado antes.
Se trata de una cepa autóctona de Argentina que, a diferencia de la mayoría de las uvas blancas, ama el sol.
Es por eso que los mejores Torrontés se dan en el noroeste argentino: allí los viñedos se encuentran a 1700 metros sobre el nivel del mar, una condición extrema para las vides.
Estos blancos de Torrontés son súper perfumados, con identidad cítrica y floral, paladar intenso y frescura vibrante, un match perfecto (me explicó Alex) para pescados y sus derivados.
Entre los que anoté está uno de Colomé, una bodega que además tiene un hotel increíble entre viñedos.
También un Sauvignon Blanc es ideal para estos bocados, una propuesta más ligera, refrescante y llena de sabor, justo para tomar con todas las ventanas abiertas en una noche plagada de estrellas.
¿Y los tintos? ¿Qué onda los tintos? Parece algo más arriesgado, pero tal vez un Pinot Noir, suave y frutado, podría ser una apuesta interesante para acompañar pescados…
Incluso se puede pensar en algo más exótico aún, algún vino de cepas Criollas de Argentina. Por lo que observé, son etiquetas super cool e indispensables para los wine geeks.
Está bien, por ahí entro en terrenos un poco más complejos, pero el que no arriesga no aprende, ¿no?
Bueno, igualmente tengo tiempo. Soy impulsiva, no hay dudas, pero no tiene nada de malo adelantarse a la situación. Veré cómo lo resuelvo.
Mientras tanto, me encantaría que me confiesen: ¿con qué vino agasajarían a un amigo o amiga al que no ven hace mucho tiempo? ¿Cómo combinarían sushi y vino? ¡Cuéntenme, que necesito consejos!