¡Aló wine lovers! ¿Cómo los trata el frío? Por acá, saboreando despacito cada segundo de una de mis épocas favoritas del año. Hay algo en el aire y en el tiempo, que no sé bien qué es, que nos permite ir más lento, que por momentos desactiva ese modo tren bala con el que atravesamos el resto del año y nos habilita a mimarnos con comidas suculentas, cosas ricas y planes más tranquilos.
Seguro tiene que ver con las noches más largas, probablemente influya el silencio de la nieve, y quizás sea cierto algo que leí por ahí: que la naturaleza nos pide guardarnos para florecer con todo el power en primavera.
Como sea, no me da melancolía, ni me aburre, ni me molesta abrigarme en mil capas como una cebolla. Al contrario, me encanta hundirme en un sweater gordo o en una manta y amo locamente entibiarme las manos con una taza de café. ¡Y el corazón con una copa de vino, claro! ¿Y el chocolate? ¿Cómo será el maridaje de vino y chocolate?
Maridaje vino y chocolate, una explosión de sabores
Justamente, este es el primer año en que las temperaturas bajo cero me encuentran con la alacena bien provista de botellas. Y, claro, uno de mis lujos invernales favoritos es cerrar la noche, sola o acompañada, con mi hermosa copa nueva y algún chocolate, descubriendo etiquetas de vino argentino.
A propósito: estoy fascinada con Lamadrid Reserva Bonarda y con Animal Syrah.
Más allá de este hallazgo puntual, como la nerd que vive en mí no me deja en paz quise estudiar más a fondo la combinación de estas dos delicias para encontrar el perfect match y al principio fue… un poquito complicado porque me mareó la info. ¡Maridaje vino y chocolate, qué tentación!
Googleando algunas webs de Argentina y en @winefolly, una de mis fuentes de cabecera en Instagram (tiene mil posteos para elegir buenos vinos para pasta, pizza, vegetales de estación, hongos, frutos de mar, ¡comida mexicana! y más), busqué chocolates.
Encontré algunos textos de sommeliers, periodistas, enólogos y enólogas que confirman que el maridaje de chocolate y vino es… ¿cómo decirlo? Desafiante. No es imposible, pero tampoco es algo tan simple como “vino bueno va bien con chocolate bueno”, que era lo que yo imaginaba cuando reservaba celosamente todas las tabletas de chocolate premium para el siguiente tinto argentino que me tocara descorchar.
Anoten: no cualquier vino potencia la magia de cualquier chocolate, y viceversa. Pero tranquilos, tranquilas: no se desanimen porque hay algunas pistas para seguir y, les spoileo el final feliz, en el experimento encontré combinaciones bomba.
Cómo maridar
Maridaje vino y chocolate tienen mucho en común: son dos de las cosas más ricas del mundo, tienen taninos y antioxidantes y siempre están asociados a momentos indulgentes, de placer, de me-merezco-todo, o de romance, o de lujo, o de celebración.
A pesar de esas similitudes, y también por ellas, no es directo el armado de un buen combo. Parece que los vinos tintos secos, por ejemplo, que no tienen azúcar residual, a veces poseen notas aromáticas de coco, vainilla, frutas maduras o frutas en compota que le susurran al cerebro que se viene algo dulce, pero en el paladar no lo es.
También pasa que el chocolate se derrite en la boca y con su textura grasosa ocupa todo el paladar e invade los mismos lugares donde se percibe el vino. Entonces puede suceder que el primero impregne y el segundo desaparezca, o que choquen en intensidad y se neutralicen. Nunca, jamás, va a ser una sensación desagradable pero sí puede ocurrir que, al menos, uno de los dos pierda toda su potencialidad.
En el maridaje vino y chocolate entran en juego -además de los vinos secos- los más dulces, como los oportos o fortificados, los de pasas y los tardíos. Todavía no los tengo estudiados y es un micro universo desconocido en mi breve pero intensa carrera de wine lover, pero toda la vida los vimos acompañando los postres, porque se llevan bien con las texturas untuosas, los frutos secos y los cítricos (mmm… ya estoy pensando en chocolate con naranja).
Varias de las sugerencias que encontré en internet y que recopilé en la vinoteca los proponían como las figuras estelares de la sobremesa, así que comparto algunos en mi lista.
Fórmulas que sí
Mi búsqueda tiene más que ver con desafiar los sentidos, inventar nuevas reglas y divertirme. Advertencia: evitemos improvisar una degustación de last minute con el primer chocolate que encontramos en un kiosco, porque suelen ser golosinas con alto contenido en grasas y aditivos de dudosa calidad, así que la experiencia no tiene buen pronóstico.
Arrancamos con chocolates puros, ricos y buenos (sin rellenos ni otros sabores o texturas como sal, pimienta, frutos secos, pasas o menta, que dejamos para el siguiente nivel). Van algunas duplas posibles para empezar:
Con chocolate blanco. Súper dulce. Un vino fresco “limpia» lo grasoso de la manteca de cacao y la leche. Probé con un Sauvignon Blanc del Valle de Uco que tenía abierto desde hace unos días y me encantó pero también hice la prueba con un Pinot Noir de Patagonia y entendí qué quiere decir equilibrio cuando se habla de maridaje.
Con chocolate con leche. Si es de muy buena calidad (ideal mitad chocolate y mitad crema), me dijo Alex que puede ir espectacular un Malbec joven con acidez y tanino suave pero también con un Torrontés de cosecha tardía, un hallazgo increíble.
Con chocolate 70%. Estoy encaprichada con llegar al match ideal entre mis dos amores, tinto+amargo, una de las combinaciones más difíciles y la que más he probado las últimas semanas (qué sacrificioooooo, ¿no?). Hasta ahora, la fórmula que más me gustó fue con Cabernet Sauvignon de Salta con algo de crianza, especiado, de cuerpo medio y maduro.
Con chocolates al 90 o 100% de pureza. Son chocolates súper intensos, solo para fanáticos de las experiencias extremas. Los que saben, dicen que quedan buenísimos con los vinos fortificados, así que tengo entre mis pendientes sumar alguno de los tantos Malbec que se elaboran del mismo modo que los Porto.
Contame: ¿vas a seguir mis pasos en esta doble tentación del chocolate con una copa de vino?