Con más de 182.000 hectáreas plantadas en todo el mundo, la garnacha ha sido durante años una uva estrella en distintas regiones de España y Francia. Desde los rosados chispeantes hasta tintos robustos y concentrados, su versatilidad y carácter han hecho de esta cepa una favorita entre las y los winemakers, sommeliers y consumidores. Sin embargo, es en Argentina donde la garnacha comienza a escribir una nueva y emocionante historia.
En Argentina hay 55,9 hectáreas de garnacha, de las cuales 54,6 son tintas y 1,4 son blancas, según un reciente informe del Instituto Nacional de Vitivinicultura. Esta variedad está abriendo caminos en la vitivinicultura argentina y despertando la curiosidad de quienes buscan vinos frescos, innovadores y profundamente conectados con el terruño.
El resurgimiento de la garnacha en Argentina
Aunque la presencia de la garnacha en Argentina es limitada, su impacto ha sido contundente. En los últimos años, esta uva ha encontrado un nuevo hogar en regiones como el Valle de Uco, Calingasta, los Valles Calchaquíes y la Quebrada de Humahuaca, donde los suelos pedregosos, el sol intenso y las noches frías crean el entorno perfecto para su cultivo. Esta cepa mediterránea, conocida por su resistencia a la sequía y capacidad de adaptación a climas cálidos, ha resultado ideal para los viñedos de altura y las zonas más áridas del país. Con la mayor superficie cultivada en la provincia de Mendoza, le siguen en orden y según cantidades, La Rioja, Salta, San Juan, La Pampa y Jujuy.
Andrés Biscaisaque de Finca Los Dragones en Calingasta, San Juan, comenzó a plantar garnacha en 2019 en busca de un vino fresco y ligero, pero con la complejidad que caracteriza a su terroir. “El sol intenso, los suelos pedregosos y las noches frías me indicaban que la garnacha era la variedad perfecta para nuestra región. Su tolerancia a la sequía y su vigor la convierten en una apuesta sólida en un mundo cada vez más cálido», comenta Andrés.
Innovación y diversidad en los viñedos
Uno de los principales atractivos de la garnacha en Argentina es su capacidad de ofrecer diversidad dentro del porfolio de las bodegas. Desde Solocontigo Wines, en Los Chacayes, Mariela Ilardo explica: «Apostamos a la garnacha porque buscábamos algo disruptivo e innovador. Los Chacayes tiene condiciones ideales para esta variedad, y sabíamos que podíamos competir con otras regiones especializadas. La respuesta del público superó nuestras expectativas».
Marina Onofri, de Alma Gemela, recuerda: «Empezamos con la garnacha en 2016, cuando quedaban muy pocos viñedos de esta uva en el país. Fue emocionante ver cómo la cepa se adaptó tan bien a los terroirs de Lavalle y Valle de Uco. Sus vinos frescos y frutados han sido muy bien recibidos, y hoy estamos exportando al Reino Unido, algo que jamás hubiéramos imaginado».
Un viaje por los vinos de garnacha
La exploración de los vinos de garnacha en Argentina nos lleva por diversas geografías y estilos, aunque en general todas las bodegas apuestan a lograr vinos ligeros, frescos y frutados.
En los Valles Calchaquíes, Estancia Los Cardones produce su Tigerstone garnacha en Tolombón, mientras que en Cafayate, Porvenir de los Andes elabora Pequeñas Fermentaciones y El Esteco ofrece su partidas limitadas garnacha desde el viñedo La Turbina. En Barreal, San Juan, Finca Los Dragones produce su vibrante Los Dragones vino de parcela El Pedrazal.
En Mendoza, Alma Gemela elabora su Garnacha con uvas de Lavalle, mientras que en Maipú, D.V. Catena Garnacha apelación Lunlunta muestra el potencial de esta uva en la Primera Zona. En el Valle de Uco, sin embargo, Los Chacayes es el epicentro de la garnacha argentina. Los varietales de Corazón del Sol, Martino, Ver Sacrum y SoloContigo Neelands Row Selection destacan la adaptabilidad de la cepa a las alturas y condiciones climáticas extremas de esta región. Tupungato, región norte del Valle de Uco, también tiene los suyos como Ruca Malen Capítulo Dos y Desquiciado Salvaje.
Un futuro brillante
Aunque la garnacha en Argentina todavía es una rareza, su potencial es incuestionable. Los vinos frescos, expresivos y vibrantes que se están produciendo no sólo han captado la atención del mercado local, sino que también están comenzando a resonar en el mercado internacional. Como señala Marina Onofri: «Los consumidores que buscan vinos más ligeros y elegantes han encontrado en la garnacha una opción perfecta».
Esta cepa, que ha sido parte de la tradición vitivinícola europea durante siglos, comienza a hacer ruido en Argentina. Con una superficie en crecimiento y bodegas que apuestan por su versatilidad, los vinos de garnacha se perfilan como una tendencia que continuará ganando adeptos tanto en el país como en el extranjero.