El rey de los tintos, como se conoce al Cabernet Sauvignon en el mundo, es una de las cepas que se luce en Argentina desde hace más de un siglo.
Por años fue el componente clave de los clásicos Bordeaux blend argentinos; hoy se destaca por sí mismo en diferentes terroirs donde se expresa en diversos estilos. En la actualidad, conocer en profundidad el Cabernet Sauvignon argentino es una invitación a descubrir un universo infinito. Aquí, cuatro motivos para probarlo.
Cabernet Sauvignon argentino: 4 motivos de peso para disfrutar
1. Una cepa con mil historias
La llegada del Cabernet Sauvignon a estas latitudes coincidió con la del Malbec, a mediados del siglo XIX. Desde entonces, el Cabernet Sauvignon argentino se convirtió en una de las cepas favoritas de las y los viticultores locales, porque encontraban en ella la manera de asemejar sus vinos a los producidos en Bordeaux, muy populares por aquellos años en nuestro país.
Justamente, ese fuerte vínculo entre los paladares nacionales y los vinos bordeleses llevó a las y los viticultores a perfeccionarse en el cultivo del Cabernet Sauvignon, lo que hizo que hasta finales del siglo XX fuera la cepa más valorada a la hora de hablar de fine wines.
“Hasta la irrupción del Malbec como el vino emblema de Argentina, los mejores vinos de estas latitudes eran tintos de corte con base de Cabernet Sauvignon; o bien de varietales que aún nos sorprenden, a pesar que algunos llevan décadas en botella”, cuenta Alejandra Riofrío, winemaker de Navarro Correas, una bodega tradicional entre las productoras de Cabernet Sauvignon argentino en Mendoza.
2. Su carácter continental
Los grandes productores de Cabernet Sauvignon suelen cultivar en regiones costeras próximas al mar o a ríos. Esta condición define el carácter de sus terruños que, a su vez, determina el perfil de los vinos. Esto sucede, por ejemplo, en Francia, Estados Unidos, Chile y Australia.
Sin embargo, los viñedos de Cabernet Sauvignon argentino se encuentran dispersos -en su casi su totalidad- en los valles de altura ubicados en la región oeste del país, es decir, a partir de los 700 metros de altitud y a más de 800 kilómetros del océano Atlántico. A eso, se suma que la influencia del Pacífico es detenida por la Cordillera de los Andes.
“Esta geografía expone a las vides a un clima seco y soleado con una marcada amplitud térmica -producto de la altitud y las condiciones del clima de montaña-. En este sentido, los cultivos más elevados cuentan con un clima más frío que asegura una maduración pausada, lo que permite obtener frutos maduros sin riesgos de sobremadurez, pero con una carga de pirazinas moderada que deja el protagonismo a los frutos negros y las especias”, explica Pablo Cúneo, winemaker de Luigi Bosca.
La condición continental asegura a la Argentina un carácter propio para sus vinos que se aprecia de forma muy especial en los Cabernet, que logran diferenciarse con facilidad de todos los otros producidos en el mundo.
3. Mil millas y estilos a puro Cabernet
Mientras que en la mayoría de los países vitivinícolas que producen esta cepa siempre hay una región específica que concentra sus plantaciones, es posible encontrar Cabernet Sauvignon argentino desde los Valles Calchaquíes hasta la Patagonia. Un recorrido que representa unos 1600 kilómetros de distancia, como viajar en auto desde Bordeaux a Múnich.
En este vasto territorio es posible distinguir algunos de los viñedos más elevados del país -y del mundo- como los que están a 2600 metros de altitud, en Cachi, Salta. En esta provincia, las hectáreas plantadas de Cabernet Sauvignon superan a las de Malbec y, sin dudas, es aquí donde esta cepa propone un estilo único, con aromas especiados y herbales y dejos de pimentón y comino, además de un paladar intenso, vibrante y sabroso.
En Cuyo, el grueso de su cultivo se encuentra en Mendoza, donde se destacan regiones como Maipú, con un perfil voluminoso, propio de su clima cálido, que despliega tonos de frutos negros maduros y especias, mientras que en Luján de Cuyo se luce en Agrelo y Perdriel, con un carácter refinado y frutal, buen cuerpo y textura envolvente en paladar.
“En Luján de Cuyo, los factores que colaboran a la calidad del Cabernet Sauvignon son los suelos limo arcillosos, una buena amplitud térmica y que las temperaturas mínimas no son tan bajas como en otras zonas. Todo esto beneficia una maduración paulatina del Cabernet Sauvignon y que podamos esperarlo sin riesgos”, detalla Martina Galeano, enóloga de Casarena.
En el Valle de Uco, las vides de La Consulta y Paraje Altamira comparten un estilo jugoso con rica frescura y aromas de frutos negros con hierbas de montaña.
En Vista Flores propone un estilo más robusto, pero con nervio y tensión, lo que lo vuelve ideal para el añejamiento.
Tupungato, con sus viñedos elevados que gozan de un clima más fresco, ostenta un carácter refinado, de frescura marcada, que compensa la voluptuosidad que imprime la región.
Por último, San Rafael es un histórico bastión del Cabernet Sauvignon mendocino, donde se elaboran vinos de estilo clásico y muy elegantes, con un definido perfil de vieja escuela.
“Al tratarse de una variedad de ciclo largo, el Cabernet Sauvignon logró adaptarse al terroir de San Rafael, donde los suelos franco arenosos y un viento suave que sopla durante su ciclo fenológico en la zona permite que llegue a su punto de maduración ideal sin tener dificultades sanitarias. Gracias a esto, logramos Cabernet Sauvignon muy elegantes, con matices especiados y taninos dulces muy agradables”, explica Jimena López, enóloga de Funckenhausen Vineyards.
Patagonia, por su parte, suma dos estilos más desde los cultivos de Neuquén, donde el clima soleado, cálido y ventoso propone unos Cabernet Sauvignon opulentos y sabrosos, mientras que Río Negro mantienen una esencia clásica de escuela bordelesa con guiños de Viejo Mundo.
4. Una apuesta fuerte hacia el futuro
“Argentina tiene el potencial para elaborar los mejores Cabernet Sauvignon y conquistar muchos mercados”, suele asegurar Paul Hobbs, el winemaker y consultor estadounidense reconocido internacionalmente como uno de los expertos en Cabernet en Napa Valley, California.
Como si fuera poco, a los augurios de Hobbs hay que sumar que actualmente Argentina presume de una amplia oferta de Cabernet Sauvignon en todos los segmentos que aseguran una relación precio calidad cada año más competitiva.
“Los vinos de Cabernet Sauvignon son de los más elegidos por los consumidores y por esto, en los últimos años, los de las regiones más tradicionales – Bordeaux y California – han subido mucho de precio, ante esto Argentina presenta una oportunidad extraordinaria”, concluye Hobbs.