Mientras el Malbec es la variedad más conocida de Argentina, quienes van un poco más allá de lo evidente se sorprenden por la enorme cantidad de estilos y vinos que pueblan las góndolas locales. Entre ellos, hay un secreto a voces: los espumosos.
Para un argentino, brindar con burbujas es el premio para un cumpleaños, para un aniversario o para celebrar el fin de año. Pero también para algo más: un martes por la tarde o un jueves al mediodía, las bebe porque tiene ganas, con una comida de mar o un tapeo en una terraza, desde la primavera al verano.
Sucede que la afición local empieza a calar también puertas afuera. Y así como en el mundo de las burbujas Francia, España e Italia mandan con gustos propios, la Argentina también ofrece su gusto. Sin ir más lejos, en los últimos dos años las exportaciones de espumosos se mantuvieron firmes, con unas 150 y 190 mil cajas de 12 botellas. El número encierra una clave: Brasil, Estados Unidos, Chile y Uruguay ya son firmes consumidores de burbujas locales, con unas 18 mil cajas cada uno. Y si América es el primer horizonte, completan ese firmamento latino países como Colombia, México y Perú, con cifras respetables.
¿Quiénes los beben? El consumidor argentino parece una buena guía. Según la radiografía sobre el consumidor de vinos elaborada por la consultora STG, los principales bebedores de espumosos tienen más de 40 años. Y el grueso de las elecciones se las llevan los Extra Brut, con 7 de cada 10 botellas, sobre un mercado de 60 millones de botellas al año, de las que se exporta el 4% en promedio.
Pero más allá del volumen, lo que intriga hoy al viajero del vino es cómo, en un país donde el tinto es rey, se pueden producir espumosos de una frescura tan crocante. El secreto no tarda en descubrirse: con viñedos de entre 1.200 y 1.600 metros de altura en Mendoza, las condiciones de temperatura al pie de las montañas son frías, aun cuando estén a las puertas del desierto.
Así, el mercado de espumosos ganó profundidad de estilos en los últimos años, con tendencias bien atractivas para el paladar formado en las burbujas del mundo. A continuación, listamos algunas de las más interesantes.
Largas guardas
En el último año calendario, se presentaron en el mercado dos espumosos con 70 y 120 meses de crianza sobre lías. Son Rosell Boher Grand Cuvée y Cruzat Millésimée 2006. Ambos vienen a elevar la vara de todo lo que se produce por el método tradicional, que ya alcanzaba regularmente los 20 a 40 meses. Con una sana evolución en botella, se acercan a la segunda plenitud que conocen algunos de los grandes del champagne. Y, lejos de comparaciones, suponen la llegada de un nuevo sabor. Entre panificados, levadurales y aromas de frutas secas, forman una nueva vanguardia que vale la pena probar.
Cortes de Pinot, twist de Malbec
En la altura, se cultiva principalmente Pinot Noir para base de espumantes. Se sabe: aportan estructura y sabor etéreo para la toma de espuma. Y como varietal, vale la pena probar algunos que marcan un trazo propio, como Chandon Cuvée Reserve, Escorihuela Pequeñas Producciones Rosé y Rosell Boher Rosé. En los últimos años, sin embargo, el Malbec, elaborado como Blanc de Noir, comenzó a pesar en la base para algunos espumosos rosados. La idea es la misma: aportar estructura y carácter frutal más marcado. ¿Cuáles probar? Navarro Correas Malbec Brut Rosé, Finca La Linda Brut Rosé de Malbec y Tapiz Rosado de Malbec.
Secos muy secos
En paralelo con el crecimiento de las guardas, se afianza también una voluntad por la seriedad y la sobriedad de los espumosos. En ese sentido, hay un puñado de vinos secos muy secos, del tipo Nature, que abonan la idea de un excelente balance en materia de sabores y crianzas. Destacan Progenie I Brut Nature, Salentein Brut Nature, Cosecha Espacial Vintage, Gran Dante Brut Nature, Fin del Mundo Brut Nature 100% Pinot Noir, DV Brut Nature y el raro Colonia Las Liebres Brut Nature, elaborado con Bonarda Blanc de Noir.
Blancos de base Chardonnay
En el mundo de las burbujas, los Blanc de Blancs son considerados la crema de la crema, porque resultan difíciles de conseguir con un alto estándar de calidad. ¿La razón? Lograr complejidad y longevidad con Chardonnay demanda trabajar con uvas de altísima excelencia y con una elaboración impecable, milimétrica en sus detalles. Los pocos que hay están elaborados con uvas de altura. Conviene probar Familia Zuccardi Blanc de Blanc Cuvée Especial, María Codorníu y Chandon Cuvée Reserve.
Dulces tipo Ice
En todo el mundo, despuntan los Ice, espumosos de cierto dulzor y un poco menos de gas pensados para la coctelería simple: rocas de hielo, rodaja de pepino o piel de naranja y listo, a beber. En nuestro mercado, sin ese nombre, la tendencia crece fuerte desde hace unos cinco años. Desde Chandon Delice, que inauguró el plan, hasta Dilema, pasando por Norton Cosecha Tardía, Dulcet y Las Perdices Sweet, entre muchos otros, la góndola de los dulces tiene su oferta sólida y creciente en la coctelería. Los consumidores, felices.
Por lo tanto, la próxima vez que se piense en Argentina, a la sombra de los famosos tintos de Malbec conviene situar una buena botella de espumoso. Y más que pensar, lo mejor es probarlos, porque la sorpresa será recompensada en sabor diáfano y memorable.