Vinos orgánicos, biodinámicos, naturales… ¿Cuál es el concepto detrás de todas estas palabras que aparecen cada vez más en las etiquetas de los vinos argentinos? En términos generales se trata de respetar la naturaleza y de cuidar que los suelos sigan vivos para que las nuevas generaciones puedan continuar elaborando vino.
¿De qué se trata la agricultura regenerativa en Argentina? Este movimiento es elegido cada vez por más bodegas argentinas que dejan atrás la agricultura extractivista porque desgasta y vacía la tierra de nutrientes y le pone fecha de caducidad a su capacidad productiva.
“Cuando hablamos de agricultura regenerativa en Argentina y en general hacemos referencia a producir alimentos o productos de origen agrícola con prácticas que garanticen no solo la conservación, sino que mejoren o regeneren el suelo y el ecosistema agrícola, en contraposición con la agricultura tradicional que, sin el agregado de insumos externos, tiende a degradar los suelos”, define Martín Rabines, de Argencert, la compañía que certifica estas prácticas sustentables en el país.
Agricultura regenerativa en Argentina: filosofía + técnicas
Detrás de la agricultura regenerativa en Argentina existe una mirada ética que replantea la conexión con el medioambiente. Distintos referentes comparten su mirada:
“Más allá de proponer distintas técnicas de trabajo armonioso con la Tierra, la agricultura regenerativa es también una filosofía de vida que pone en el horizonte el desafío y la pasión por sanar nuestra relación con la naturaleza”, sostiene Andrés Raimondo, de la bodega mendocina Siesta en el Tahuan.
“El objetivo es regenerar nuestro ser interior para poder acompañar los procesos de regeneración de suelos, que eso se traduzca en un aumento de la biodiversidad y de la fertilidad en la Tierra, de la resiliencia socio-ambiental para mejorar responsablemente los ciclos del agua y fortalecer la salud y la vitalidad agrícola”, enumera Raimondo.
“De lo que se trata es de no afectar a las generaciones venideras. Hoy estamos disfrutando de buenos vinos y si seguimos destrozando los suelos las próximas generaciones no van a tener la oportunidad de tomar los vinos de calidad que hoy estamos tomando”, agrega.
Esta mirada se materializa en prácticas que se contraponen visiblemente con la agricultura tradicional. “Cuando uno habla de manejo convencional hace referencia a lo que se empezó a hacer tras el auge de la Revolución Industrial y que se basó en el uso intensivo de agroquímicos (pesticidas y herbicidas) y de laboreo continuo en los suelos”, dice Rosario Toso, de Cheval des Andes (Joint Venture entre Terrazas de los Andes y la bodega francesa Cheval Blanc).
Un suelo con vida, un sistema en equilibrio
Es Rosario Toso quien responde cuáles son los pilares de la agricultura regenerativa en Argentina: “Podríamos decir que son tres: el primero es detener el laboreo continuo de los suelos y cubrirlos con coberturas vegetales o verdeos. El segundo es la utilización de árboles como herramientas de producción (agroforestería); y el tercer punto es detener el monocultivo (un viñedo) y tratar de devolver la diversidad al paisaje a través del policultivo”.
En la finca de Cheval des Andes, en Las Compuertas, por ejemplo, una de las acciones ha sido plantar más de 1000 árboles dentro de las parcelas que conforman el viñedo: desde durazneros y cerezos, hasta ciruelos, pistachos y almendros, entre otros.
“Es entonces cuando surge el concepto de micorrizas: que las raíces de estos árboles junto con las raíces de las coberturas y las de las vides comiencen a comunicarse a través de una red de este ecosistema radicular del que participan unos hongos importantísimos, porque generan una simbiosis positiva que ayuda con la comunicación de agua y diferentes nutrientes y colabora con el ciclo de la fertilidad natural de los suelos”, explica Toso.
Todas estas prácticas apuntan a un solo objetivo: devolverle vida al suelo a través de la interacción entre los distintos seres vivos (microorganismos, insectos, animales, vegetales) que habitan el viñedo. Recuperar una fertilidad natural, previa e independiente a la actividad humana, pero que -llegados a este punto de inflexión en la historia de la agricultura en el que nos encontramos- requiere de la intervención humana para borrar su propia huella.
Suena a paradoja, es cierto. Pero los resultados están a la vista para quienes llevan adelante este “movimiento”.
De prácticas y resultados
Domaine Bousquet, en Mendoza, es la primera bodega argentina en obtener la certificación ROC -y una de las cuatro bodegas a nivel mundial que la obtiene hasta a la fecha-. Es una certificación que otorga la Alianza Orgánica Regenerativa (ROA, según sus siglas en inglés), con sede en California, Estados Unidos, cuyo lema es «Cultivar como si el mundo dependiera de ello”.
Franco Bastías, ingeniero agrónomo de Domaine Bousquet, aporta: “La agricultura regenerativa ha cobrado mucha fuerza en estos últimos tiempos en los que se trata de combatir los efectos del cambio climático. Lo que intentamos es regenerar el ambiente y que nuestra actividad no disminuya o no perjudique la biodiversidad, la materia orgánica, la riqueza ambiental natural de los ecosistemas. Es un proceso, pero lo que vemos es que el sistema empieza a entrar en un equilibrio y los resultados empiezan a aparecer”.
“No hemos descubierto nada nuevo ni nada innovador, sino que apostamos a la visión de volver a prácticas ancestrales pensando en el futuro para preservar nuestro terroir para las futuras generaciones”, culmina Toso.
