Todos sabemos que Argentina es el principal productor de Malbec del mundo. Sin embargo, es hora de aprender que muchas otras variedades tintas dan resultados excelentes en sus viñedos.
Con una población fanática de los tintos y condiciones naturales ideales para la elaboración de vinos de color, los vinos tintos de Argentina son una apuesta segura a la hora de pensar en Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc, Syrah, Bonarda y obviamente, Malbec.
Pero también hay que destacar otras cepas que, con menor superficie cultivada, dan vida a vinos súper interesantes como es el caso de Petit Verdot, Tannat, Tempranillo y Merlot, y casos exóticos como Garnacha, que hoy despierta interés entre los winemakers argentinos.
Y, desde ya, entre los vinos tintos de Argentina, se distinguen los vinos de corte, principalmente los Bourdeaux Blend.
Vinos tintos de Argentina ¿por qué son tan buenos?
Mas de la mitad de los viñedos argentinos son de uvas de color y la principal explicación de esto reside en las condiciones naturales de sus terroir, que lo convirtieron en uno de los países de referencia a la hora de los vinos tintos.
Como sabemos, el 90% de sus viñedos se encuentran al pie de la Cordillera de los Andes, donde el clima es árido y la altitud puede variar entre los 700 y los 3000 metros sobre el nivel del mar.
Esta condición asegura, por un lado, una excelente insolación que beneficia la madurez de las uvas y la concentración de polifenoles y color. Por esto mismo, las cepas tintas, tanto las de ciclo corto como las de largo, siempre maduran en estos viñedos.
Por otro lado, la altura imprime una notable amplitud térmica –diferencia de temperatura entre el día y la noche–, de modo que durante el período de maduración los días son cálidos pero las noches frescas. Esto último colabora a la concentración de aromas y acidez natural, entendida como frescura.
Gracias a esto, las uvas tintas suelen madurar sanas, conservando tipicidad y buen balance de todos los compuestos necesarios para la obtención de vinos de calidad con buen potencial de añejamiento.
Es así que los vinos tintos de Argentina ofrecen colores profundos y brillantes, con aromas frutales penetrantes y paladares amplios y jugosos, de taninos maduros. Un perfil inicial que hace posible la obtención de todos los estilos de vinos tintos posibles.
Ahora bien, ¿cuáles probar? Está claro que los Malbec son la respuesta más obvia. Sin embargo, hoy te proponemos algunos más:
Argentine Bordeaux Blend. Como todo país del nuevo mundo vitivinícola, en sus inicios Argentina absorbió la influencia de los europeos y así dio forma a la actividad mientras sus viñedos se poblaban de cepas francesas. Además, los vinos bordeleses eran muy conocidos entre sus bodegueros. Pero claro, las características del lugar dieron vida a una versión local para estos assemblages que se elaboraban principalmente con partes iguales de Cabernet Sauvignon, Malbec y Merlot.
Con los años, el Merlot se dejó de lado o bien se lo empezó a reemplazar por Cabernet Franc u otro varietal, mientras la destreza de los winemakers mejoraba a la hora de los cortes. Por esto mismo, todas las bodegas ofrecen este estilo en muchos casos en sus vinos íconos, que aseguran un perfil sobrio y tradicional, de buen cuerpo y estructura, con un gran potencial de añejamiento.
Cabernet Sauvignon Argentino. Sin duda los varietales elaborados con el rey de los tintos son unas de las joyas ocultas de los viñedos de los Andes. Incluso muchos enólogos aseguran que los vinos de Cabernet Sauvignon serán en un futuro la principal referencia de Argentina.
En los viñedos de altura estas uvas de ciclo largo pueden madurar de modo pleno gracias a la buena insolación y al clima cálido, mientras que las noches frías, típicas de las zonas de montaña, permiten conservar su frescura y carácter. Además, cada región propone un estilo. Por ejemplo, el Valle de Uco, en Mendoza, ofrece Cabernet Sauvignon frutado y profundo con paladar vibrante, mientras que en los Valles Calchaquíes es brioso, especiado y herbal.
Cabernet Franc. Es la cepa de la que todo el mundo habla hoy en el país del Malbec, básicamente porque se adaptó de maravillas a los viñedos de altura y ofrece vinos caudalosos, con rico jugo en boca y un carácter fresco y elegante. Cuando es varietal sorprende por su frescura y expresión mientras que en cortes, en especial con Malbec, aporta tensión y mucha profundidad.
Bonarda, una especialidad local. Esta uva tinta, segunda en extensión de viñedos detrás del Malbec, es una de las preferidas de los paladares locales, y si bien se utiliza en muchos cortes como varietal asegura sorbos jugosos y sabrosos. Es una cepa ideal para los amantes del Malbec ya que comparten el perfil amigable de paladar con buen cuerpo y frescura.
Mediterranean blends de los Andes. Sin dudas, es el último estilo que podríamos imaginar en Argentina. Sin embargo, de la mano del Syrah y la Garnacha comienzan a aparecer vinos exquisitos que ya pusieron en marcha a un cluster de productores decididos a sorprender al mundo con sus varietales o sus sofisticados GSM (blends de Grenache, Syrah y Mourvedre).
Desde ya que esta lista podría continuar con otros vinos que para muchos conocedores de la vitivinicultura argentina son verdaderos clásicos, pero no faltará oportunidad para hablar de ellos y muchos más.