Syrah: la metamorfosis de un clásico

Syrah

Hace unos veintes años todo el mundo quería consumir Syrah. La variedad se había convertido en el vino del momento en mercados como Estados Unidos e Inglaterra, empujada por los australianos con sus tintos golosos y modernos, un estilo que entonces resultaba francamente novedoso. Y en nuestro país, la industria del vino, observadora de ese fenómeno, empezó a copiar el estilo mientras buscaba la llave que abriera la puerta de las exportaciones.

El éxito de la reina del río Ródano –el Syrah está ampliamente cultivado en el Sudoeste de Francia, en las márgenes del río- y el sur de Australia, parecían un número fijo para la exportación y eso llevó a muchas bodegas locales a elaborarla y dedicarle tiempo de promoción. Ahí está Callia, como un ejemplo perfecto. Un movida que sacudió el avispero de la prensa y generó un público enamorado, al menos por algunas temporadas.

Pero el auge del Shiraz a la aussie, como se denomina a los vinos del país de los canguros, duró hasta que el público mundial viró hacia la próxima novedad, que resultó ser Pinot Noir, Merlot y más tarde Malbec.

Así, en la primera década del siglo su demanda aflojó y con ella, cayó la líbido de los argentino por el Syrah. Con 13 mil hectáreas plantadas en nuestro país, la variedad quedó relegada a un rincón del mercado al calor de sus fieles, mientras las bodegas buscaban una suerte de reconversión estilística a la sombra de los grandes acontecimientos de la góndola. Y ahora que la indsutria del vino busca el candidato para suceder al Malbec (o secundarlo, según a quién se pregunte), el Syrah promete regresar con un estilo más elegante, elaborado con uvas de zonas frías y de montaña.

Saber de Syrah

Se trata de una de las cepas más antiguas en el mundo del vino. Su nombre se debe a la antigua ciudad de Shiraz, ubicada en Persia sobre el camino de la seda. De ahí que se la llame de ambos modos: Syrah o Shiraz. Uva conocida desde tiempos antiguos (incluso hay teóricos que afirma que fue un Syrah el que bebieron Jesús y sus apóstoles en la última cena). Mitos aparte, la verdad es que la uva resulta el engranaje central del Ródano. Ahí da vida tanto a varietales como a vinos de corte, conocidos por su expresión franca y paladar algo austero, que le dio renombre mundial, hasta que los australianos, haciendo gala de su viticultura de desierto, dieron con un estilo que cautivó a los mercados emergentes. Y cosmopolitizó a la variedad.

En Argentina el gran público la conoció precisamente por ese estilo, vinos gordos y golosos, pero también ofrece un perfil sedosos, delgado y elegante, con un perfil aromático misterioso y hasta exótico. Precisamente por este nuevo estilo se decanta hoy el mercado. Y es donde aparecen las mayores sorpresas. Cuando no se la exige para dar vinos gordos, el Syrah ofrece un matiz rojo violáceo, con una aromática frutal y especiada, que puede ofrecer notas curiosas como olivas negras, cuero, tierra y tabaco. Incluso tiene licencia para ser desprolijo, precisamente porque en esa incomodidad de paladar recide su carácter. Sedoso y envolvente cuando madura en botella, es ideal para las guardas prolongadas y versátil a la hora buscarle compañía. Carnes, pastas, quesos duros o madurados y fiambres son sus grandes aliados.

La reinvención del Syrah

¿Cómo sucede la reinvención estilística del Syrah? ¿Por qué ahora podemos esperar vinos diferentes de los que popularizaron la uva hace apenas una década y media? De la mano de terruños fresco de altura, el Syrah reverdeció en dos regiones: el Valle de Uco en Mendoza y Pedernal en San Juan, zonas en las que la variedad triplicó su superficie en los últimos años.
Tupungato, Altamira, Vista Flores, Pedernal: zonas ubicadas encima de los 1000 metros de altura donde las noches son verdaderamente frías y la amplitud térmica puede rozar los 20 grados, con días que rara vez superan los 33ºC. Un contexto que permiten elaborar un estilo de Syrah elegante y exótico que lentamente recupera viejos fanáticos y seduce nuevos paladares.

¿Qué vinos probar? De modo que hoy hay dos tipos de Syrah en el mercado. Lo gordos y golosos, provenientes de zonas cálidas como los valles centrales de San Juan y el Este mendocino, y los delgados y frescos, provenientes de zonas frías. Entre ellos, conviene hacer una cata compartiva para saber cuál es el Syrah que más te gusta. Los Syrah de clima cálido son ideales para descorchar con comidas sencillas, picadas y hasta con algunas carnes como cerdo o cordero. Este estilo también ha evolucionado favorablemente y hoy nos da la oportunidad de beber vinos sabrosos que ayudan a cortar la hegemonía del Malbec. Entre estos, algunos hiteros son los sanjuaninos: Tracia, Callia Alta y Paz de Finca Las Moras. Pero si de climas cálidos hablamos, también el Noroeste tiene su don y podemos experimentarlo en los salteños de Cafayate y Don David o en Aguijón de Abeja elaborado con uvas de Catamarca. Y en Mendoza, el inagotable Finca Flichman Roble es uno de los clásicos junto a Novecento, imbatible en su relación calidad-precio.

En la vereda de enfrente, desafiantes, están los Syrah de climas más fríos. Son ligeros de color y ofrecen aromáticas exóticas, con ciertas desprolijidades, y paladares frescos, de paso envolvente y sabor balsámico. En San Juan este estilo es posible en Pedernal. Allí nacen los frutos que completan el corte del Gran Syrah de Finca Las Moras, elaborado además con uvas de Tullum y Zonda pero claramente definido por el más nuevo de los valles. Mientras tanto en el Valle de Uco son cada día más los Syrah que llaman la atención. Por ejemplo, en Tupungato, Finca Sophenia Reserve, con un estilo europeo que justifica buscar las pocas botellas que salen a la venta cada año, mientras que Numina de Salentein brinda una versión sofisticada de paladar refrescante y novedoso. Por su parte el Opalo de Mauricio Lorca elaborado con uvas de Vista Flores y sin paso por barricas asegura la expresión más pura del Valle. En cuanto a la muy alta gama, Iscay de Trapiche (con 5% de Viognier) es el que ofrece un estilo complejo y tenso, elaborado con uvas de Los Árboles, en Tupungato. Su estilo intenso en sabor, pero delicado en estructura y complejo en descrpitores, es la modernidad ideal para nuestro mercado.

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