El Tannat argentino

Tannat argentino

Es todavía algo temprano para decir si Argentina será un nuevo paraíso de la Tannat, esa variedad rústica y expresiva, de origen francés, que nunca había podido despertar expresiones de admiración y delirio como lo han hecho históricamente la Cabernet Sauvignon, la Pinot Noir, la Syrah y la Malbec.

Sin embargo, y a juzgar por los Tannat que están saliendo del norte y del centro de Argentina, todo parece indicar que algo nuevo está en proceso de gestación. Incluso, muchos dicen que los mejores tiempos del Tannat están por venir. Y qué bueno que así sea: el Tannat –a veces tan hermético– puede ser también sorprendente.

Este cepaje tinto ha sido, es y seguirá siendo el estandarte de la vitivinicultura uruguaya, donde ha conseguido entregar vinos elegantes y de expresión fresca, pero no arrolladores, algo que tampoco han logrado transmitir los Tannat originales de Madiran, en el suroeste francés, donde se les sigue considerando parientes modestos y distantes de los aristocráticos ejemplares de Burdeos.

En el pasado, los consumidores buscaban potencia, expresión y carácter. Pero, a partir de los años setenta, los hábitos de consumo mutaron a favor de vinos más equilibrados y fáciles de tomar. Fue así como la Tannat quedó relegada a la categoría de “variedad básica” y “poco atractiva”, pues no sólo mostraba una notoria carga de taninos–de ahí su nombre–, sino que su marcada acidez también contribuía al rechazo. Por eso, casi nunca se embotelló como variedad única, sino que resultó casi obligatorio suavizarla con otras uvas tintas menos intimidantes.

Pero como ocurre con toda situación en la vida, la cara negativa terminó por mostrar un lado bueno: la alta presencia de taninos y la alta carga de acidez natural son componentes clave a la hora de elaborar vinos de gran potencial de guarda, para disfrutar en el tiempo.

Algo que sigue siendo un enigma es la insistencia de Uruguay y Madiran en el carácter atlántico de la variedad. Pero es un hecho que el clima fresco no es el mejor aliado de las variedades tánicas, de ciclo largo de maduración. Estas reclama climas cálidos y continentales para tamizar la potencia y evitar así los efectos astringentes y secantes en el paladar.

Radiografía del Tannat argentino

Argentina, en cambio, ofrece todo lo contrario. Su territorio se beneficia de una alta irradiación solar y de un clima seco y cálido, dos condiciones importantes para alcanzar una completa maduración y un mejor equilibrio de sus componentes. El argentino, por tanto, es un Tannat frutado, con un trasfondo de sensaciones especiadas y mentoladas, con taninos amables y jugosos, y un cuerpo aterciopelado. El carácter duro y rústico, simplemente, no aparece.

Curiosamente, los primeros viñedos de Tannat se plantaron en la provincia de Entrerríos, en el noreste argentino, y de allí, a finales del siglo XIX, el inmigrante vasco Pascual Harriague llevó los primeros sarmientos a Uruguay, país que, junto Maridán, posee la mayoría de las 3.500 hectáreas de Tannat en el mundo. Argentina apenas cuenta con unas 600 hectáreas, o sea, el 0,60% de su parque total de variedades. Pero es una extensión en ascenso constante, pues apenas existían 42 hectáreas en los años noventa.

En suelo argentino, las mejores expresiones del Tannat se encuentran en los Valles Calchaquíes, en la norteña Cafayate (provincia de Salta), lo mismo que en las zonas calurosas de Mendoza.

Un hecho que, sin duda, ha ayudado de mejorar el perfil del Tannat es el tamaño de Argentina en el concierto mundial del vino. Ocupa el quinto lugar en importancia, detrás de Italia, Francia, España y Estados Unidos. Además, exhibe un corredor vitivinícola –de norte a sur– de más de 2.500 kilómetros de largo, y cuenta con toda la infraestructura financiera, tecnológica y profesional para emprender cualquier desafío. Esto le ha permitido identificar los elementos que obran en contra de una variedad.

En un reciente viaje a Argentina, me senté a degustar Tannat del norte y del centro argentinos, y me sorprendí con su suavidad y complejidad. Definitivamente, la Malbec y la Torrontés ya tienen una nueva compañera de viaje.

La mala noticia es que todos los bodegueros, sin excepción, confiesan que los pedidos desbordan su capacidad de elaboración.

Dentro de las marcas de Tannat argentino más destacadas pueden citarse, en Salta,

Porvenir de los Andes, Lávaque, San Pedro de Yacochuya y Michel Torino; en Mendoza, Familia Zuccardi, y, en San Juan, Callia.

Si lo lleva a la mesa, pruébelo con una amplia gama de carnes y comidas criollas. Incluso, funciona con quesos y embutidos ahumados o platos ligeramente picantes.

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