El Pinot Noir gana terreno y expresión en Argentina

Setenta por ciento creció la superficie de Pinot Noir en Argentina durante la última década, hasta alcanzar casi 2.000 hectáreas. Un número que ubica al tinto estrella de la región de Borgoña entre los cepajes de mayor crecimiento en el país. Y la explicación parte de dos fenómenos: Argentina se consolida como productor de espumosos, mientras que los enólogos locales parecen haber encontrado la vuelta a los caprichos del varietal.

Y en esos caprichos vale la pena detenerse. El Pinot Noir no demanda, exige. Donde no se siente cómodo, es imposible lograr buenos vinos. Y si no se lo trata como le gusta, tampoco el resultado será bueno. Si eso no es capricho, que alguien lo explique mejor. De esos caprichos, el primero siempre hizo suponer que en Argentina, donde el clima de sus viñedos es seco y caluroso, las posibilidades de lograr buenos vinos eran escasas.

Pero el tiempo y el conocimiento acomodaron las cosas. Por un lado, con el hallazgo de viejos viñedos en regiones históricas. Por otro, con la llegada de nuevos terroirs. Todo, sumado a un mayor expertise de los enólogos locales. Y ahora el Pinot Noir ya no es una quimera, sino una realidad que se puede adorar en las copas.

Patagonia, el inicio del sueño

Las provincias de Río Negro y Neuquén fueron las primeras en demostrar que el país podía elaborar Pinot Noir de alto vuelo. Por ejemplo, en el Alto Valle de Río Negro, y en particular en la zona conocida como Valle Azul, la cepa se cultiva desde hace décadas con buenos resultados. Los vientos patagónicos que moderan el clima y los suelos pesados de los antiguos viñedos permitieron delinear un estilo elegante y sutil que lleva a comparar algunas etiquetas con los Pinot Noir de Borgoña. Entre los más delicados, se encuentran los de Bodega Chacra, elaborados con uvas de viñedos de 1932 y 1955. En la misma línea, Bodega Humberto Canale cuenta con su Marcus Gran Reserva y un Old Vineyard, ambos de perfil sofisticado y refinado. También el enólogo Marcelo Miras ofrece uno con la marca Miras, de estilo fresco y vivaz, mientras que Bodega Aniello asegura un perfil moderno.

En San Patricio del Chañar, polo vitícola de Neuquén, apenas más al norte, desde un principio la búsqueda estuvo más alineada con los Pinot Noir californianos, con más intensidad de paladar y altos decibeles gustativos. Aquí se destacan los de Familia Schroeder, ya sean los Saurus Barrel Fermented o los más jóvenes Saurus Patagonia Select o Saurus a secas. Bodega del Fin del Mundo, con su etiqueta Reserva, ofrece un perfil al estilo Sonoma, mientras que en la línea FIN la crianza y la guarda en botella permiten disfrutar de un estilo similar al de Oregon.
Con estos resultados, los enólogos comprobaron que si se buscaban climas moderados a fríos la historia podía cambiar, y aplicaron el criterio en el resto del país.

Mendoza, clave de altura

La principal provincia vitivinícola cuenta con el 75% de las 1.991 hectáreas de Pinot Noir del país. Sin embargo, fue en los últimos años que la cepa cobró protagonismo entre los varietales tranquilos. Esto es, a partir del desarrollo de viñedos de altura en el Valle de Uco, más precisamente en Tupungato. Es por encima de los 1.300 metros que el Pinot Noir finalmente expresa una tipicidad plena. El factor frío, que en la región ayuda a moderar las altas temperaturas mendocinas, y los suelos con material calcáreo en su composición definen la identidad del varietal en Mendoza. Así nacen vinos austeros que sacan provecho de una acidez fresca y vivaz, un combo que da lugar a la tan preciada elegancia del Pinot Noir. Buenos ejemplos hay en todos los segmentos de precios y hasta se puede hablar de dos estilos bien definidos. Por un lado, están los sofisticados, de perfil New World, entre los que se destacan Salentein Single Vineyard, Luca G Lot, Bressia Piel Negra, Rutini Antología y Pulenta Estate Gran Pinot Noir.

Mientras que el otro estilo está más ligado a la expresión desnuda del lugar, con paladar ligero y delicado, algo que puede apreciarse en Zorzal Eggo Filoso, Montesco Punta Negra, Bousquet Reserva y Sophenia Reserva.

Nuevos Pinot extremos

En Argentina, el Pinot Noir puede encontrarse en algunos rincones remotos y extremos. Es un aspecto que llama la atención de la prensa especializada y los sommeliers, porque la amplitud de terroir para la variedad hoy cubre un amplio abanico.

Cultivarlo cerca de las costas quizá no sea novedoso a nivel global. Pero si hablamos de un país que concentra el 99% de su viticultura en la montaña y a kilómetros de las playas, el dato toma otro sentido. Hace solo cinco años, Bodega Trapiche instaló un viñedo experimental en Chapadmalal, una localidad costera de Buenos Aires con viñedos a solo 7 kilómetros del mar. Con foco en vinos blancos, no tardó en pensar en Pinot Noir. La inspiración fueron los tintos neozelandeses influenciados por la brisa del océano Pacífico. Aquí es el Atlántico el que define el carácter, y el resultado se asemeja bastante a los del país maorí. Ligero, de acidez firme y matices terrosos, el primer Pinot Noir oceánico de Argentina se embotella bajo el nombre Mar & Pampa y ya se ha convertido en un vino de referencia para los amantes locales del varietal.

En contraposición, Bodega Colomé asumió el desafío de cultivar el viñedo más alto del mundo en la provincia de Salta. Lo plantó en 2003 a 3.100 metros de altura, y el reto dio vida a la finca Altura Máxima. Si bien la provincia es reconocida por sus tintos briosos y profundos, a base de Cabernet Sauvignon o Malbec, en este paraje de montaña el clima llevó a apostar por Pinot Noir y Sauvignon Blanc. Sucede que, por más que el día asegure insolación, las temperaturas son muy frías y esto retrasa el proceso de maduración. Y el Pinot Noir se convirtió en el tinto ideal. Con la cosecha 2013, resulta un vino desafiante, de color profundo, muy diferente al que suele dar el varietal.

Así las cosas, el Pinot Noir ofrece un nuevo campo para la variedad, tanto en estilos como en pretensiones de gusto. Y comienza, por fin, a tener un espacio propio entre los tintos tranquilos del país. No en vano hoy crece en superficie y propone alguno de los vinos más novedosos de Argentina.

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