Una pregunta simple no siempre tiene una respuesta sencilla. Menos en el caso del Malbec: una variedad de uva que se cultiva desde los 250 a los 3.000 metros sobre el nivel del mar en Argentina y que suma muchas expresiones según el tipo de suelo a lo largo de sus 39 mil hectáreas de viñedo. Hay, sin embargo, una forma amable de abordar el tema. Como con las capas de una cebolla, si uno recorre la historia reciente del Malbec desnudando sus estilos y sabores, se puede establecer un camino entre lo simple y lo complejo de manera segura. Desde 1990, cuando se abrió al mundo, estos fueron y son los gustos del Malbec argentino.
Malbec históricos
A lo largo del siglo XX, los viñateros de Mendoza se encontraron con que el Malbec daba buenos vinos entre los 800 y los 1.000 metros sobre el nivel del mar, en torno a la ciudad. En esa cota, por ejemplo, se encuentran los viñedos de Medrano, en Maipú, y Las Compuertas, en Luján de Cuyo. Justo en el medio están Perdriel y Agrelo, también en este último departamento. Fue en esos terruños donde el Malbec respiró su aire y ofreció sus primeros grandes vinos. Tanto, que en 1974 ya hubo una primera exportación a Europa.
Fue en la década de 1990, sin embargo, cuando de la mano de consultores enológicos como Michel Rolland, Paul Hobbs o Atilio Pagli esos viejos viñedos encontraron un nuevo rumbo. Los técnicos señalaron que ofrecían un sabor nuevo en el mundo: rojo violeta a la vista, brindaba aromas de fruta roja madura, taninos redondos y musculosos, pero al mismo tiempo suaves. Así nació un primer gusto del Malbec, asociado a la ciruela pasa y los taninos dulces. Una vertiente gustativa que aún se cumple en la región y cuyos buenos exponentes son Norton Lote Lunlunta 2010, Melipal Reserva 2012, Lamadrid Reserva 2014 y Fabre Montmayou Reserva Malbec 2014.
Malbec de 1.300 metros y más
Pero los viejos viñateros descubrieron, también a lo largo del siglo pasado, que había un rincón en el Valle de Uco, conocido como La Consulta, que ofrecía vinos muy diferentes. En torno a los 1.000 metros, el truco en la zona es que brinda un clima más fresco, porque el aire frío baja directamente de los glaciares por las quebradas y se condensa. Y observaron algo más: de allí, el color era más violeta y la frescura más elevada.
Con esa cartografía, desde mediados de la década de 1990 algunos bodegueros de las zonas históricas apuntaron al sudoeste de la capital, más arriba en los cerros, buscando una cota que replicara lo que conocían de La Consulta y que, al mismo tiempo, abriera un nuevo abanico de sabores. Catena Zapata, Salentein, Chandon estuvieron entre los primeros que perforaron el techo de los 1.300 metros y treparon incluso hasta 1.600 hacia tierras vírgenes. Así nació el Alto Valle de Uco, entre El Peral, Gualtallary, San Pablo, Chacayes, Altamira y Vistaflores. Una ceja que comienza a los 1.000 metros y trepa en algunos lugares hasta zonas más elevadas, donde desde 2002 se plantaron 10.150 hectáreas de Malbec. Da un vino completamente diferente: purpúreo, ofrece aromas herbales y de fruta roja fresca, con trazos florales, sobre una boca jugosa y de taninos apretados y finos. Buenos ejemplos son Piedra Negra Reserva Malbec 2014, Monteviejo Petite Fleur 2012 y Andeluna Altitud 2013.
Al mismo tiempo, trabajar sobre suelos vírgenes ofreció un perfil de taninos distinto, a partir de territorios calcáreos que brindan otro balance: más ácidos incluso, con taninos tipo tiza. Casos evidentes son Acordeón 2014, Zorzal Reserva Malbec 2014 y Pala Corazón 2013.
Malbec australes
Para 2003, en la Patagonia había 273 hectáreas de Malbec, concentradas en el Alto Valle de Río Negro. Nada más. La variedad no había desplegado un sabor diferencial atractivo en la zona, posiblemente porque hasta esa fecha estaban plantadas selecciones productivas, y no de calidad. Ese año arrancó la plantación de San Patricio del Chañar en Neuquén. A la fecha, la región alcanza un total de 992 hectáreas, en su mayoría de selecciones traídas de Mendoza. La diferencia con la provincia cuyana, sin embargo, es notable: en la región austral abunda el agua, los suelos son entre arenosos y arcillosos y la altura promedio es de unos 270 metros sobre el nivel del mar.
De modo que en los últimos años despuntaron Malbec de un doble cuño. Están los frutados y maduros, con boca carnosa y textura aterciopelada, como Saurus Barrel Fermented 2013 y Fin Del Mundo Reserva 2014; y Malbec entre frutados y vegetales, con taninos finos y jugosos, como Humberto Canale Old Vineyard 2013 y Aniello 006 2013.
Malbec extremos
Entre Salta y Catamarca, al norte de Argentina, pasaba algo similar a lo que sucedía en el extremo austral. A diferencia del Cabernet Sauvignon, que tenía fama de diferente en la región, con el Malbec no hallaban el punto para 2002. Ese año había poco más de 400 hectáreas en los valles Calchaquíes, que encadenan las dos provincias. Hoy, sin embargo, alcanzan casi las 1.400. La región ofrece dos singularidades. Una es la altura extrema, ya que un viñedo trepa hasta los 3.111 metros sobre el nivel del mar, récord para el mundo del vino. La otra es que, en cuanto a la latitud, están casi en el trópico de Capricornio, lo que produce menos oscilación de horas de sol durante el verano. De modo que, en torno a Cafayate, el grueso de los Malbec propone un tinto de color rojo, con aromas frutales maduros y un inconfundible trazo de morrón asado, con taninos compactos. Así son Domingo Molina 2013, Laborum 2012 y Serie Finca Notables Cuartel 1 La Urquiza 2010. Mientras que en el extremo, allá arriba, lo que se encuentra es un Malbec violeta, aromáticamente exótico, con recuerdo animal, de hierbas y fruta rojas, y una boca apretada y de frescura bien elevada. Así es Altura Máxima Malbec 2012, que acaba de ser lanzado al mercado.
A lo largo de 25 años de historia reciente y cruzando casi 20 mil nuevas hectáreas de viñedo, entre 1990 y la actualidad una cosa es segura sobre el gusto del Malbec: nos encanta a todos. Y habrá muchos Malbec, cada vez más con un claro sentido del lugar.