Para la mayoría, el Malbec se convirtió en la puerta de ingreso al mundo del vino argentino. Atraídos por su aromas y sabores, los wine lovers encuentran en el paladar suave y sabroso del Malbec un confort tan grato que no van más allá. Pero deberían. Y el paso siguiente, para seguir en sintonía fina, es avanzar sobre blends de Malbec que proponen diversidad de estilos y sabores para ampliar el universo local. A continuación, recorremos las clásicas y curiosas combinaciones donde al Malbec le toca compartir el escenario.
Viejas amistades. Mucho antes de que el Malbec se luciera como varietal de proyección internacional en Argentina, en la década de 1980 sus aromas frutales y paladar mullido eran la clave del equilibrio de los tintos más clásicos del país. Por aquellos tiempos, el hijo pródigo de Cahors, junto al Cabernet Sauvignon y al Merlot, daban vida a la versión vernácula de los Bordeaux blends, tintos en que el Cabernet aportaba carácter, el Merlot, elegancia, y el Malbec, altos decibeles de sabor. Gracias a esta fórmula, se delinearon etiquetas que hoy son históricas, como Felipe Rutini, Fabre Montmayou Grand Vin, Perdriel Centenario y Flichman Dedicado, vinos que más tarde fueron inspiración de otros más modernos, como Cheval des Andes, Zuccardi Zeta, Mendel Unus, Salentein Numina y Quimera de Achával Ferrer.
Dupla exitosa. Para los que gustan de los vinos intensos y sofisticados, la combinación de Malbec con Cabernet Sauvignon es, sin dudas, la apuesta más segura. En estos tintos, el perfil sobrio y complejo de la cepa ícono de Bordeaux sirve de contrapunto a la exuberancia frutal y el paladar jugoso del Malbec. De este modo, se consiguen vinos expresivos que logran redondez con pocos años de maduración, pero a la vez aseguran un importante potencial de guarda. Uno de los más conocidos es Rutini Malbec-Cabernet, mientras que el novedoso Luigi Bosca Cabernet-Malbec es otro para buscar. También son varios los íconos de la alta gama que se consolidaron con esta receta, como son los casos de Alto de Alta Vista, Caro, Chañar Punco de El Esteco, Magdalena Toso, Salentein Gran Valle de Uco y Poesía.
Mejores amigos. Del mismo modo que dos personas pueden congeniar en solo minutos y entablar una amistad de por vida, el Malbec y el Bonarda son tal para cual. Basta degustar un vino elaborado a partir de estas uvas para comprobar lo bien que se complementan. Mientras el Malbec ofrece un perfil que recuerda a frutos rojos y violetas, el Bonarda despliega, además de aromas frutales, buen caudal balsámico. La unión de estos perfiles da lugar a tintos de expresión simple pero atractiva que además se beneficia de un paladar con el buen cuerpo y jugo del Malbec y la frescura del Bonarda, como es el caso de Malbón, Tikal Patriota y Mora Negra o del reciente lanzamiento de Bodega Santa Julia, Tintillo.
Nuevas amistades. Si hay una cepa que sirvió para sofisticar los vinos de Malbec, esta fue Cabernet Franc. Convertida en la nueva vedette local, esta cepa típica de Bordeaux, con su perfil exótico de matices herbales y especiados con buena tensión y frescura, cumple la función de realzar la expresión frutal del Malbec y aligerar su cuerpo envolvente y redondo. De algún modo, el Franc redefine la complejidad en estos vinos, además de aportar balance y elegancia, tal como sucede con Per Se La Craie, Trapiche Iscay o 2 Km de Finca Beth.
Raras compañías. Así como existen combinaciones obvias para muchos, también existen vinos muy curiosos en que el Malbec es partenaire en fórmulas impensadas. Entre estas alianzas vínicas, la del Syrah, con sus tonos terrosos, especiados y cárnicos, es la que define algunos de los vinos más exóticos con paladar delgado pero sabroso, como sucede con Fuego Blanco Malbec-Syrah. El Pinot Noir quizá sea el compañero menos pensado para el Malbec, pero basta probar vinos como Ji Ji Ji o Familia Schroeder Malbec-Pinot Noir para sorprenderse con el resultado, ambos tintos complejos y originales donde la clave es la textura sedosa y carnosa a la vez. Otro resultado con identidad propia es Viniterra Malbec-Carménère, vino que conjuga frutos rojo y tonos balsámicos con un paladar caudaloso e intenso. Un cepaje que podría convertirse en aliado del Malbec en el futuro es el Grenache, tal como lo demuestra DV Catena Malbec-Grenache con su aromática compleja y paladar delicado.
Enamorados ya del Malbec, ahora sus blends ofrecen una nueva vertiente para redescubrir en el panorama de vinos argentinos. Nada más hay que lanzarse a probar para volver a enamorarse.