Fuera del radar: ¿qué otras variedades probar de Argentina?

Fuera del radar: ¿qué otras variedades probar de Argentina?

Malbec. Ese parece el primer y último horizonte del vino argentino. Al menos desde el punto de vista del radar de un consumidor global. Pero el nuestro es un país grande. Tan grande, que incluso caben otros horizontes, que no caben en un radar que apunte desde afuera. Algo que en materia de variedades de uva se constata con una vuelta corta por una góndola de supermercado: junto al Malbec, que es el grueso de la producción y la venta, hay otras variedades obvias, como Cabernet Sauvignon o Syrah, entre las francesas. Pero también otras, menos conocidas, que tienen su lugar y su expresión.
Como el vino en Argentina nació con la inmigración europea, y como la inmigración buscó reproducir con nostalgia los sabores de su origen, es fácil encontrar algo de todo aquel pasado en nuestro país: desde Tempranillos, plantados por españoles memoriosos, a Lambruscos, cultivados con primor por los italianos venturosos. De todas las variedades que hay —más de un centenar con destino vínico—, están las que tuvieron vuelo propio más allá de la nostalgia y forman un capítulo jugoso del vino argentino y su historia.
Ellas abonan hoy un horizonte de diversidad, que cultivan con esmero la prensa y los entendidos del vino, tanto en sabor como en técnicas y regiones que las producen. Algunas son viejas conocidas de los bebedores del mundo, y otras, menos mentadas. Estas son las variedades que conviene probar para conocer los vinos que están fuera del radar.

Al norte, Tannat. Uva oriunda del sudoeste de Francia, la Tannat es famosa por sus cuatro pepitas, que le garantizan una importante carga tánica. Esa cualidad se traduce en un tinto que adora las zonas de larga y amable madurez, porque solo así consigue pulir ese carácter. En Argentina, la zona que produce los más complejos ejemplares es el Valle Calchaquí, entre Salta y Catamarca, aun cuando representa solo el 16% de las 827 hectáreas plantadas. Destaca por su perfume entre frutado y mentolado y por sus taninos elegantes, con una boca de volumen y sabor. Ejemplares para conocer: El Esteco Fincas Notables La Urquiza 2011, ganador de un Trophy en los Argentina Wine Awards 2016; también Finca Quara Single Vineyard 2011.

El blanco que adora la crítica, Semillón. Entre los blancos del mundo, a esta variedad se la reconoce como la bordelesa. En nuestro país supo ser el corazón de los blancos en otro tiempo, aunque fue cayendo en superficie por estar plantada en lugares cálidos. A la fecha, conserva unas honrosas 784 hectáreas, con Mendoza concentrando el 86%, mientras que Río Negro atesora unas 40, pero bien valiosas. Sucede que el Semillón vive hoy una suerte de revival, al menos en materia de especialidad. Y algunos de sus vinos enamoran por delicados y elegantes. Es el caso de Riccitelli Old Vines 2015, con Trophy en los últimos Argentina Wine Awards, o bien Mendel Semillón 2014 y Tomero Reserva 2014. El truco, la perfecta madurez y el amable paso por roble.

Las zonas frías despiertan al Syrah. Para los agrónomos, el Syrah es una “variedad optimista”: cuando el calor aprieta, más trabaja, como si estuviera convencida de que ya llega el frío y el agua. Por eso se la plantó largamente en zonas cálidas, desde Australia a Argentina, donde da buenos vinos de perfil aromático y voluminoso como Xumek 2012 y La Noche de San Juan 2012. La novedad con el Syrah argentino, sin embargo, llegó de otras regiones más bien frescas. En nuestro país los ejemplares que sorprenden, por nuevos y exóticos, son aquellos que proceden de la altura del Valle de Uco o del Valle de Pedernal: Mendoza y San Juan, respectivamente. ¿Cuáles probar? Los notables Iscay Syrah 2013, con un porcentaje mínimo de Viognier, o el flamante Pyros Barrel Select Syrah 2013. Un último dato: en los valles cordilleranos de La Rioja, hay ejemplares curiosos, como Altaland Syrah 2014.

La promesa en boca de todos, Cabernet Franc. Es curioso lo que sucedió con este varietal. Pasó de ser desconocido, casi innombrado en el mundo del vino, a ser la estrella del momento. Es cierto que en Chinon, Francia, da vinos singularísimos. Pero no es menos cierto que en Argentina encontró un lugar tan distinto al Loire, que ofrece un perfil único. Eso es lo que celebró la crítica internacional, hasta llevar a nombrarlo la próxima tendencia de nuestro país. La realidad numérica es otra: con 820 hectáreas (crece el 9% interanual), ofrece un puñado de grandes vinos. La razón es que en climas secos y soleados madura bien y morigera su carácter vegetal. Juguete de enólogos, algunos vinos renombrados para probar son El Gran Enemigo Single Vineyard Cabernet Franc 2012, Marcus Gran Reserva 2010, Pulenta Estate XI 2011, FIN Single Vineyard 2010 –Trophy Valles Patagónicos en Argentina Wine Awards 2014– y Casa Boher 2013.

El condimento Petit Verdot. Utilizado en todo el mundo, pero en especial en Burdeos, como un complemento minoritario para los cortes, a los que aporta tensión en boca y la frescura del mentol en los aromas, en Argentina se lo plantó con ese fin en 2002. Cubre hoy unas 600 hectáreas, de las que casi dos tercios están en Mendoza. Con el tiempo, devino en un vino de culto, precisamente por su carácter jugoso y expectorante, que los enólogos pronto aprendieron a apreciar. Así se lo embotella hoy en partidas limitadas de tintos especiales. Buenos ejemplares para conocer su carácter son Gran Lorca Poético 2008, Nina 2010, Terrazas Barrel Select 2011 y Casarena Lauren’s Vineyard 2012.

Bonarda para principiantes. Es la segunda variedad tinta plantada en Argentina, con viñedos que cubren en total 16.200 hectáreas, y aún es una completa desconocida. La razón es simple: se la ocupa para la mayoría de los vinos de gran venta. Desde 2002, sin embargo, se la trabaja también para dar tintos de otro porte. Y algunos de esos ejemplares le rinden buen tributo, con tintos fragantes y frutados, con ciertos trazos de eucalipto y un paladar blando y envolvente, bajo en taninos. Ideal para la mesa, hay dos estilos en Argentina: los que provienen de zonas frescas, de boca jugosa, como Alfredo Roca Dedicación Personal 2011 y el tirante Cara Sur 2014; y los que provienen de zonas más cálidas, como Gran Dante 2013, Durigutti Reserva 2013 y Colonia Las Liebres 2013.

Cualquiera de ellas ofrecerá un nuevo panorama de vinos para Argentina. Y si bien permanecen fuera del radar del consumidor, la próxima vez que mire bien en la góndola deberían aparecer algunos raros y ricos ejemplares. El truco está en descubrirlos. Igualito que con un radar.

Comentarios

Aún no hay comentarios. ¿Por qué no comienzas el debate?

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *