A principios del siglo XXI, algunos hechos inéditos cambiaron para siempre la vitivinicultura nacional y la imagen del vino argentino. Entre otras cosas, surgieron las bodegas boutique lideradas por figuras muy reconocidas de la enología local.
Aquellos emprendimientos se distinguieron por cubrir un segmento del mercado novedoso en la Argentina de aquellos años, el de los fine wines, vinos exclusivos y de partidas limitadas con la firma de grandes winemakers, como Walter Bressia, cuya bodega Bressia Casa de Vinos acaba de cumplir sus primeras dos décadas de vida.
Bressia Casa de Vinos, un sueño familiar
El enólogo Walter Bressia es el epicentro de una familia dedicada al vino. Su nombre es sinónimo de la transformación de la actividad vitivinícola en Argentina y sus vinos sobresalen por ser “delicados, exclusivos y trascendentales”.
Bressia cuenta con una amplia trayectoria: se formó en Nieto Senetiner, fundó Viniterra y ganó múltiples y prestigiosos premios. Además, fue el presidente de Bodegas Argentinas en dos periodos y en la actualidad director ejecutivo y responsable del área de enoturismo en esa institución.
Desde hace veinte años es dueño de Bressia Casa de Vinos, su propia bodega, que se destaca por la altísima calidad de sus creaciones y por los reconocimientos cosechados a partir de productos con una identidad única.
“Comenzamos en 2001, un año complicado para Argentina, sin embargo, confiaba mucho en el vino nacional y en el modelo de empresa familiar; sabía que funcionaba en el mundo y lo quise replicar. Mi trayectoria fue un diferencial para hacer frente al gran poder económico de otras bodegas y nos permitió posicionar una marca y encontrar nuestro lugar en el mundo del vino. Rápidamente nos hicimos un espacio dado que la prensa, los dueños de restaurantes y las vinotecas apoyaron el proyecto”, recuerda el alma mater de Bressia Casa de Vinos.
Un porfolio de nombres poéticos
Con los años, Walter Bressia forjó un portfolio de grandes etiquetas que llevan su sello y que son muy valoradas tanto en el mercado interno como en las góndolas internacionales. “Son contemporáneos con perfil clásico”, define.
“Busco armonía, que la madera no sea invasiva y que la fruta sea limpia, sin defectos. Si puedo conseguir que el nombre Bressia se identifique como producto, me doy por satisfecho. Si el cliente en la góndola entiende qué es lo que va a tomar con solo leer ese nombre es una misión cumplida”, dice el enólogo.
Para elaborar sus distintas líneas de colección elige las mejores uvas que luego pasan por crianza en barricas o en foudres, lo que alarga el potencial de envejecimiento. El resultado, vinos muy apreciados por su increíble potencial de guarda.
Pertenecen a esta familia Última Hoja, un exclusivo blend de las mejores barricas de la bodega; Conjuro –blend de Malbec, Cabernet Sauvignon y Merlot, elaborados con uvas de Tupungato–; Profundo, el primer vino de la bodega –un blend de Malbec, Cabernet Sauvignon, Merlot y Syrah–; Piel Negra Pinot Noir, Del Alma Merlot Petit Verdot y el exquisito Lágrima Canela –un blend de Chardonnay y Semillón–.
Bressia también lanzó su primer Malbec DOC Luján de Cuyo, la denominación de origen que él mismo impulsó durante sus años al frente de Nieto Senetiner, y cuya misión es proteger la identidad del Malbec de esta importante región de Mendoza.
Además, entre sus creaciones más importantes están Saro, homenaje a su padre; Walter Bressia Grand Blanc, un gran blanco de montaña; Royale Brut Nature, un espumoso hecho con método champenoise a base de Chardonnay y Pinot Noir; y la grapa Alma de Uva.
Bressia Casa de Vinos también cuenta con dos líneas entry level: Monteagrelo, compuesta por distintos varietales con estilo sobrio (Cabernet Franc, Malbec, Cabernet Sauvignon, Syrah y Chardonnay) y Sylvestra, la línea de varietales jóvenes (Sauvignon Blanc, Torrontés, Malbec y Pinot Noir Rosé, y los espumantes La Vie en Rosé –100 % Pinot Noir– y Extrasecco – 100% Sauvignon Blanc al estilo Prosseco italiano–).
La apuesta a futuro
Los Bressia trabajan con objetivos comunes fundados en la razón y la experiencia, siempre mirando hacia adelante.
En 2017 sumaron el Bressia Wine Bar a sus instalaciones en Mendoza. En este moderno espacio ofrecen degustaciones de los vinos de la familia a partir de sofisticados dispensers en los que se prueban copas de las importantes etiquetas de la bodega.
También diseñaron distintas propuestas para turistas con opciones de sunset y visitas guiadas por los viñedos y las instalaciones.
En la actualidad, junto a otros socios trabajan en la construcción de una bodega en Purmamarca (Jujuy), que estará a cargo de Álvaro, el hijo agrónomo del enólogo.
“Considero que allí se pueden hacer grandes vinos teniendo en cuenta el potencial del suelo, el clima y la altura (2.400 msnm). Estas características permiten obtener uvas más sanas, de muy buena concentración de taninos y polifenoles que dan como resultado vinos de gran expresión cromática, aromática y de muy buen volumen en boca”, comenta Walter.
Estos desafíos de la bodega se enmarcan dentro de la misma filosofía que guía sus pasos desde sus inicios: «Bressia Casa de Vinos continúa trabajando siempre en búsqueda de la calidad a través de nuevos proyectos, creando vinos apasionados, elegantes y memorables».