Ubicada en el centro sudeste de la provincia de Buenos Aires, la ciudad de Tandil se erige en un valle fértil rodeado por las sierras del sistema de Tandilia. Es en este territorio donde los especialistas del INTA, INTI y el equipo de los viñedos Cordón Blanco, tras diversos estudios, concluyeron que las características únicas del área justifican la creación de una Indicación Geográfica (IG). Esta distinción, con límites políticos definidos, se basa en un origen geológico singular y una composición de suelos que difiere de otras zonas vitivinícolas tradicionales del país.
IG Tandil: un reconocimiento a la singularidad y calidad de los vinos
La Asociación de Productores Vitivinícolas de Tandil (APVT), nacida en 2022, impulsó esta nueva IG y actualmente cuenta con 15 productores. «La nueva IG Tandil significa un reconocimiento oficial a la singularidad y calidad de los vinos producidos en nuestra región. Nos brinda una oportunidad única de posicionar nuestros productos en el mercado nacional e internacional con una identidad propia, garantizando a los consumidores la autenticidad y las características únicas de nuestros vinos», comparte con orgullo Esteban Sarabia, propietario junto a su esposa del viñedo San Eusebio y cofundador de la APVT.
No obstante, alcanzar la IG no fue una tarea sencilla y requirió un año de trabajo realizando estudios y análisis. «El primer paso fue formar un equipo de trabajo en conjunto con especialistas en clima, edafología y geología del CONICET, INTA e INTI. Una vez que tuvimos claro hacia dónde apuntábamos, nos sentamos a redactar y recopilar información relevante que sería la base para destacar la identidad de los vinos del lugar.», asegura Matías Lucas, socio con sus hermanos en Bodega Cordón Blanco.
Esta región cuenta también con la Denominación de Origen (DOT) del Salame de Tandil y la IG del Queso Banquete de Tandil y es en este marco que «la trazabilidad total de procesos nos posiciona como producto diferenciado, con el valor tangible de la marca Tandil en productos ya reconocidos, como los quesos y salames», comparte el ingeniero agrónomo Alejandro Bonadeo, socio fundador del viñedo y bodega turística Finca 74.
La Provence, el sur de Francia o Australia
En las sierras de Tandil pueden encontrarse grietas y cavernas conformadas por cuarcitas y areniscas. Este entorno otorga características diferenciales a los vinos de la región. «La frescura debido a la acidez natural, los aromas herbáceos como parte de la identidad del lugar donde predomina la flora autóctona, son vinos que van más por la suavidad que la potencia aromática, y más por la frescura que por la estructura. En Cordón Blanco tenemos dos perfiles bien identificados: uno calcáreo, que otorga vinos con más ´nervio´, y otro de granito, de donde resultan vinos más ´minerales´ en su perfil», explica Lucas.
Mónica Elizabeth Olave, propietaria junto a Francisco Olares de Don Francisco, añade: «Aquí destaca la amplitud térmica y los suelos se asemejan, al menos en nuestra zona, a la Provence en Francia.» En esta misma línea, Gerónimo Agustín Antonetti, ingeniero agrónomo y enólogo asesor de Estancia La Manga comparte: «Nuestra región tiene similitudes con zonas como Canelones en Uruguay, el sur de Francia o Australia.»
Oscar Barbini, fundador de Calaguala, agrega: «Tandil tiene un clima muy apto para hacer vinos de calidad, con mucha personalidad, amables y elegantes. Tiene semejanzas con zonas vitivinícolas emblemáticas de Europa como Burdeos o el norte de Italia. En nuestro caso, estamos en la cima de un cerro, estimo que es uno de los viñedos más altos de la provincia. Aquí el aire es muy puro y las plantas nativas regalan un aroma especial y único mientras crecen entre las vides.»
Las variedades plantadas en toda la región incluyen cabernet franc, carmenere, syrah, sauvignon blanc y merlot. No obstante, existen zonas más adecuadas para cada cultivo. «Dentro de Tandil destacan las áreas cercanas a las sierras y pedemontes, como los viñedos en La Elena y Don Bosco. Estas zonas se benefician de la altitud, el buen drenaje y la exposición solar, lo que favorece la producción de uvas de alta calidad con una excelente concentración de sabores. Además, la zona del llano, incluyendo localidades como De La Canal y Gardey, tiene suelos más ricos y mayor humedad, lo que también contribuye a la diversidad y calidad de los vinos producidos en la región», comenta Sarabia.
Del hobby a la oportunidad comercial
Muchos productores comenzaron sus proyectos vitivinícolas como un hobby, pero hoy ven una oportunidad comercial, como en el caso de Adriana Bernaola, propietaria del viñedo Don Gregorio, que comenta: «Nuestro proyecto comenzó hace seis años, plantando media hectárea con unas 1500 plantas de cabernet sauvignon y sauvignon blanc. No conocíamos el cultivo y, sumado a que nuestro trabajo es de oficina, era muy difícil de entender. Perdimos muchas plantas, pero seguimos apostando por conseguir buenos frutos en esta región. Hoy, gracias al asesoramiento profesional, vamos por el buen camino.».
Tandil no está exenta de algunas problemáticas habituales del sector. «Las desventajas de la producción aquí son las fumigaciones de la zona agrícola y también las heladas tardías», dice Olave. Mientras que Lucas añade: «Como desafío, tenemos que lograr posicionar cada vez más la zona y relacionarla con la calidad.»
En este contexto, también hay oportunidades. «Vemos que hay una demanda insatisfecha de tener más actividades ligadas al enoturismo, donde se desarrollen eventos asociados al proceso productivo, la gastronomía y la venta de productos regionales», comenta Bonadeo. Pensando en el futuro, Lucas señala: «Un lindo proyecto sería empezar a generar microzonas más diferenciadas, ya que hay mucha heterogeneidad dentro de Tandil.» Por su parte, Sarabia concluye: «Veo un futuro prometedor para la región vitivinícola de Tandil. Con el reconocimiento de la IG, tenemos una base sólida para continuar mejorando y expandiendo nuestra producción.»