Más allá de la producción de vinos orgánicos, cada vez mayor en Argentina, en los últimos tiempos muchos productores se suman a las filas de la biodinámica y del vino natural.
Con algunas polémicas, estas prácticas y definiciones encuentran entre los viticultores locales un terreno fértil, principalmente con las nuevas generaciones que se incorporan al negocio. Sin ánimos de poner en duda la naturaleza del vino, bien vale hacer un recorrido entre los productores que hoy buscan dejar un mensaje de sustentabilidad con sus botellas.
El origen bio
Si hiciéramos un poco de historia, habría que destacar que fueron los primeros productores biodinámicos quienes sembraron la semilla para que hoy tengamos que diferenciar entre vinos orgánicos, bio y naturales. Esto fue hace ya diez años, cuando bodegas como Colomé, Krontiras o Cecchin abrían la puerta a las enseñanzas de Rudolf Steiner, sus preparados y los calendarios lunares a la hora de trabajar la viña y las vinificaciones.
Con el tiempo, estos pioneros hicieron escuela al punto que hoy bodegas como Alpamanta, Escorihuela Gascón, Luna Austral, Finca Dinamia, Chakana y Pucara engrosan la lista de productores certificados por Demeter. Para comprobar la actualidad de estos vinos en Argentina, vale la pena buscar, entre los Brevas de Alpamanta, un Sauvignon Blanc sin filtrar y un rosado de Syrah, o bien el Malbec Ayni de Chakana, o quizás el nuevo Pet Nat de Familia Cecchin, o el novedoso Malbec Natural de Krontiras.
Hoy, a ellos se suman productores que, sin intención de certificar sus vinos, siguen las mismas prácticas. Muchos se proclaman productores de vinos naturales, mientras que otros prefieren mantenerse al margen de las discusiones, aunque sus ejemplares son una verdadera declaración de la vitivinicultura de la mínima intervención.
Pero antes, ¿qué es un vino natural?
En Argentina, al igual que en el resto del planeta, no existe una definición oficial para los vinos naturales. Por esto mismo, el tema no deja de alimentar polémicas entre los que insisten en que el vino es siempre natural, ya que la única materia prima involucrada es la uva fresca.
Sin embargo, es sabido que en el mundo cada vez son más los que buscan diferenciar sus vinos de los elaborados por establecimientos de gran escala. En nuestro país, algunos de estos productores organizaron una agrupación en la que buscan divulgar las prácticas que ellos consideran naturales. Ernesto Catena, productor de vinos biodinámicos y orgánicos, fue el impulsor de SNOB (Sociedad de Naturales, Orgánicos y Biodinámicos), que también integran Bodega Stella Crinita y Finca Las Payas, ambas de Mendoza; Noble de San Javier de Córdoba, y Solo el Amor Salvará al Mundo de El Bolsón, en la Patagonia. Básicamente, definen al vino natural como una bebida elaborada con uvas frescas sin añadir ni quitar nada a ellas. De este modo, este jugo de uvas fermentadas naturalmente será el fiel reflejo de la tierra en la que nace el vino.
Basta con visitar su sitio www.vinosnaturales.com.ar para conocer su manifiesto. Por decirlo de algún modo, el vino natural es el obtenido con la mínima intervención posible en todos los procesos y solo a partir de levaduras indígenas, las propias del viñedo. Además, el cultivo debe ser ecológico por conciencia, ya sea con o sin certificado. A la hora de hablar de uno de los aspectos más sensibles en la elaboración de estos vinos, destacan que no se debe confundir vino natural con vino sin sulfitos, ya que existe una tolerancia para su uso, muy baja pero permitida. De modo que el diferencial principal es un cultivo respetuoso con el medio ambiente por medio de la agricultura ecológica o biodinámica o el uso exclusivo de productos naturales y el respeto por los ciclos naturales.
Más allá de las definiciones
Ahora bien, las prácticas y los postulados de los que bregan por un vino más natural no son exclusivas de quienes se organizan en estas agrupaciones. Hoy, en cada una de las regiones vitivinícolas argentinas existen decenas de productores que elaboran sus vinos con un claro compromiso por el medio ambiente y la naturaleza.
La mayoría de sus vinos bien podrían ser considerados naturales aun por algunas agrupaciones europeas, mucho más rigurosas en cuanto al uso de sulfitos. Por ejemplo, Bodega Chacra cuenta con un Pinot Noir cuyo nombre es ni más ni menos que SIN AZUFRE, en una clara declaración de principios. Por su parte, Matías Michelini, reconocido productor de vinos exóticos y originales, trabaja de manera natural todos los vinos de su marca Vía Revolucionaria, entre los que produce un vino naranjo de Torrontés, un rosado de Moscatel elaborado en contacto con hollejos y un Bonarda de maceración carbónica, todos sin sulfitos y siempre fermentados con levaduras nativas.
Lógicamente, entre los productores más representativos de este movimiento que interpreta que en la mínima intervención está la expresión más pura del terroir se encuentran bodegas de pequeña escala que, de todas maneras, logran hacerse notar. Destaca el enólogo Germán Masera con sus vinos Livverá, entre los que cabe resaltar un Malvasía naranjo. También, el agrónomo Francisco Bugallo de Cara Sur con vinos elaborados a partir de un antiquísimo viñedo de altura con uvas Criollas, Bonarda y Moscatel. Asimismo, el estadounidense radicado en Mendoza Pol Andsnes con sus vinos Pol Opuesto y Canopus, cuyos ejemplares La Nave Va y Pintom respetan las prácticas biodinámicas y orgánicas, aunque no cuentan con certificación.
Después de repasar esta curiosa faceta de la vitivinicultura argentina, hay que destacar que la elaboración de vinos a partir de levaduras nativas con uvas de viñedos orgánicos o con manejos naturales es cada vez más frecuente en el país. Sin dudas, esta es solo una presentación de un movimiento que promete seguir creciendo.