En 2009, la Asamblea General de las Naciones Unidas designó al 22 de abril como el Día Internacional de la Madre Tierra, con el objetivo de visibilizar la problemática ambiental a nivel mundial. En la Argentina, las prácticas orgánicas, biodinámicas y sostenibles en la manera de cultivar y trabajar la tierra avanzan a paso firme. Y hoy muchas bodegas siguen este camino.
Día internacional de la Madre Tierra: conciencia y visión de futuro
También desde hace un tiempo, en Argentina se empezó a hablar de agricultura regenerativa, un tipo de agricultura que se vale de técnicas para reconstruir la materia orgánica de la biodiversidad de un suelo, con el propósito de revertir los efectos generados por el calentamiento global.
Esta agricultura permite tener suelos más saludables, donde los cultivos tienen mayor capacidad de absorber los nutrientes y de resistir condiciones climáticas adversas. Se puede decir, a grandes rasgos, que esta agricultura sirve para reparar los daños generados por el modelo de la agricultura tradicional.
Matías Ciciani es el enólogo responsable de elaborar los vinos de Bodega Escorihuela Gascón, que adoptó y profundizó prácticas orgánicas y biodinámicas en su viñedo de El Cepillo, Valle de Uco, Mendoza.
“La viticultura orgánica y biodinámica son para mí una forma de interpretar la agricultura. En el caso de la biodinamia tiene que ver con una filosofía de vida, entender que todos somos parte de nuestro cultivo, no sólo mirar desde nuestra perspectiva de viticultores sino entender que hay un microcosmos, un equilibrio que ya pre existía en el lugar, que hay que cuidar. Es un concepto filosófico y la viticultura y la ecología lo están entendiendo. Nuestra misión es llevar con pasión toda la pureza del lugar a los vinos”, reflexiona.
Una apuesta a largo plazo
Otra bodega que adoptó la agroecología como forma de trabajo es Cheval des Andes. Noelia Pérez, responsable de la comunicación, explica: “Entendemos la agroecología como la agricultura al servicio de la ecología, y a través de nuestras prácticas vitícolas y agroecológicas vamos a contribuir con la protección del medio ambiente, específicamente de nuestras dos fincas”.
En la bodega, ubicada en Las Compuertas, entienden a la agroecología como un eje fundamental dentro de su filosofía de Alta Viticultura, que engloba la presencia de coberturas vegetales en el 100% de sus parcelas, la práctica de la agroforestería y la búsqueda del “policultivo”, alejándose del monocultivo.
“Los verdaderos protagonistas -continúa Noelia- de este manejo van a ser los microorganismos del suelo, la flora y fauna de cada lugar, así como también las personas que trabajan el viñedo, que al comprender el por qué de sus acciones se convierten en verdaderos ‘artesanos’ en la elaboración del vino.”
Además, en 2020 Cheval comenzó la transición a la producción orgánica, obteniendo la certificación en 2023.
“Algo muy importante para nosotros es ser conscientes de que hacemos todo esto para poder preservar en el tiempo la calidad de nuestros dos terroirs, ubicados en Las Compuertas y Paraje Altamira, y el sabor de nuestro vino para las próximas generaciones, protegiendo el lugar donde nace Cheval des Andes”, concluye Noelia.
La resiliencia: el sustento del Día internacional de la Madre Tierra
Esta biodiversidad en la tierra, la cobertura vegetal y de las plantas en los cuarteles tiene como fin crear un ecosistema más robusto y resiliente a los eventos climáticos cada vez más violentos que sufren, como la sequía, el viento zonda y las olas de calor.
Si hablamos de prácticas biodinámicas en el cultivo de la vid, la bodega Chakana Wines es un referente. El ingeniero agrónomo Facundo Bonamaizón explica por qué decidieron adoptar esta filosofía de trabajo. “Con respecto a la biodinamia, todos conocen el calendario de cosecha y el uso de algunos preparados en los cuernos, pero nadie sabe que implica una serie de prácticas que se llevan a adelante desde hace más de 100 años.
Haciendo un link con la agricultura regenerativa, son las mismas prácticas que se están proponiendo ahora: la rotación de cultivos, la promoción de la biodiversidad, el uso de animales como complemento de los sistemas de cultivos, la utilización de compost por su aporte a la fertilidad y a la mejoría química, física y microbiológica de los suelos y la mirada holística del sistema.”
En Los Chacayes, Valle de Uco, se encuentra la Bodega Piedra Negra, del viticultor y empresario francés Françoise Lurton, que trabaja con un especial cuidado del medio ambiente.
Su director de vinos América latina es Thibault Lepoutre, y a tono con el Día internacional de la Madre Tierra, explica cómo fue el proceso de reconversión de los viñedos:
“La decisión de convertir la finca a orgánico se tomó en 2010, y la terminamos de certificar al 100% en 2015. Fue un proceso lento pero cuidadoso. Estamos en el pedemonte de la Cordillera, una zona que tiene suelos pobres y vírgenes de actividad humana. Tenemos que formar nuestros suelos, enriquecerlos, darle vida y la agricultura convencional, con herbicidas y fertilizantes, los volvía un simple soporte, completamente inerte”.
Por eso decidieron dejar los herbicidas y que la vegetación del viñedo se recuperara. Hoy ya han inventariado unas 150 plantas, entre autóctonas y las introducidas en el viñedo. También iniciaron un programa de agroforestería, plantando en los cuarteles de la finca árboles de especies autóctonas como chañares, algarrobo y cina cina.
“Estas plantas -continúa Thibault- fijan el carbono del aire, y cuando las reincorporamos al suelo alimentan un complejo de microbios que enriquecen nuestras tierras en nitrógeno y nutren las viñas. Estos hongos, sensibles a los pesticidas y al trabajo del suelo, aportan a la vid elementos esenciales como nitrógeno, agua y fósforo.”
Estas prácticas de trabajo tienen como fin mejorar las condiciones donde crece una planta para “transmitir lo transparente del lugar y el trabajo del hombre para tener año a año una fotografía de esa vendimia y ese viñedo”.
