Se sabe: la vibra de una ciudad se respira en sus bares y cafés. En el caso de Buenos Aires, esto no es solo una frase hecha. Los cafés forman parte del ADN porteño, tanto como el fútbol, el tango, el obelisco y el teatro Colón.
Quien visite la ciudad tiene una cita con alguno de los más de 80 cafés y bares notables de Buenos Aires que existen en sus barrios. Son «notables» por su legado: en muchos casos declarados Patrimonio de la Humanidad, se trata de edificios históricos que se destacan por su arquitectura admirable y por su memoria urbana. Fueron y son el espacio de reunión de grandes personalidades y escenario de diversas actividades culturales.
Entre los más antiguos están el Café Tortoni, famoso por ser visitado por las escritoras Alfonsina Storni y Silvina Ocampo, la cantante de tango Tita Merello, la pianista Martha Argerich, el escritor Jorge Luis Borges o el cantor Carlos Gardel; y La Biela, en plena Recoleta, donde solían juntarse los pilotos de carreras de autos, como el ilustre Juan Manuel Fangio. Otro ineludible: Confiterías Las Violetas, en el barrio de Almagro, un clásico para el té.
En los últimos tiempos, varios bares notables de Buenos Aires fueron puestos en valor tras años de descuido y vuelven a convocar a los habitués, a turistas y a jóvenes que disfrutan de la experiencia renovada.
Estos edificios son el reflejo de una Buenos Aires gloriosa: basta observar los detalles como la boiserie en las paredes, el mármol en pisos y columnas, los vitrales originales y los muebles de época. Muchos fueron catedrales del tango que albergaron a las grandes orquestas y esa mística aún se vislumbra.
A continuación, cuatro cafés y bares notables de Buenos Aires cercanos a la Plaza de Mayo, al Congreso y al Obelisco, para hacer un alto en el paseo y «vibrar» otros tiempos.
Bares notables de Buenos Aires
Confitería La Ideal
En la calle Suipacha 384, este ícono porteño reabrió sus puertas tras casi 6 años de remodelaciones que estuvieron a cargo del mismo estudio de arquitectura que trabajó en la restauración del Teatro Colón y en la cafetería La Puerto Rico, entre otros lugares emblemáticos de la ciudad.
Fundada en 1912 por un comerciante español, La Ideal siempre fue un espacio de vanguardia. Ninguna otra confitería en la ciudad tenía su edificio propio ni ofrecía un servicio similar, como, por ejemplo, asistir a distintos presidentes argentinos en la Casa Rosada.
Lugar de encuentro de protagonistas de la cultura de todas las épocas, revive ahora su antiguo esplendor con un servicio de gastronomía que respeta la historia del lugar y ofrece opciones modernas. Además del té hay propuestas de almuerzos y cenas y vermuts por las tardecitas.
Para no perderse: además del mobiliario original, vale la pena pasar varios minutos observando su increíble cúpula y sus vitrales completamente restaurados. Por supuesto, un gran plan es tomar el clásico té que trae, además de pastelería de excelencia, los típicos sándwiches de miga (cuenta la leyenda que se inventaron en La Ideal y hoy son parte del patrimonio culinario de la ciudad).
La Puerto Rico
Uno de los bares notables de Buenos Aires más antiguos de la ciudad, fundado en 1887, acaba de renovar su fachada original -en la que se destacan las tradicionales letras rojas con su nombre- y su salón interior.
Así, este típico espacio de la ciudad en Adolfo Alsina 416, ofrece una carta clásica que rinde tributo a las costumbres de siempre: la especialidad de la casa son sus cafés con granos tostados especialmente en el lugar, sus medialunas, cremonas, palmeritas y tortas como la Rogel o la de ricota. Sin embargo, hay que probar su famoso tostado, el sándwich por excelencia de los porteños.
En la renovación sumaron una barra en la que se sirven tragos clásicos y todos los días se puede disfrutar de aperitivos y platitos para acompañar. Quien quiera almorzar o cenar, podrá comer más platos porteños: milanesa, bife de chorizo, pastas y más.
Atención a la agenda de La Puerto Rico, puede haber noches de tango, cantantes, una milonga.
La Giralda
Famoso por su chocolate con churros, este antiquísimo bar de la Av. Corrientes 1453, ubicado en medio de los más famosos teatros y cerca del Obelisco, recuperó su luz de antaño.
Las nuevas mesas con tapa de mármol emulan a las que siempre estuvieron allí. Antiguamente, un cartel de neón anunciaba: «Chocolate con churros, submarino, sándwiches y Toddy»; pero ahora solo dice «Chocolate con churros». Los dueños actuales aseguran que la receta sigue intacta y que se hace como siempre, con los chocolates Fénix y Colonial, dos marcas ancestrales de la Argentina.
Allí está -inalterable- el mostrador de madera original que exhibe las campanas de vidrio para proteger los sándwiches y medialunas; sus espejos tallados y los grandes estantes cubiertos de botellas de todo tipo. Algunas cosas cambiaron, pero la esencia de La Giralda sigue allí.
Para cerrar, vale contar que otro edificio emblemático -frente al Congreso de La Nación- sigue los mismos pasos que los que aquí se reseñaron. Se trata de la Confitería El Molino (Rivadavia 1815), inaugurada en 1917 y declarada Monumento Histórico 80 años después. Mientras ultiman detalles para la reapertura, realizan visitas guiadas con cierta frecuencia. En la página del Gobierno de la Ciudad se puede encontrar información completa.
Buenos Aires y sus cafés, una leyenda que siempre sigue viva.
