Con más de un siglo de historia, la provincia de Río Negro ofrece terruños con viñedos centenarios y vinos de cepas no tradicionales que la convierten en una región ideal para seguir descubriendo los matices del vino argentino.
Vinos de Río Negro, tierra de pioneros
La actividad vitivinícola comenzó en Río Negro a finales del siglo XIX con el desarrollo de los canales de riego. Aprovechan las aguas de deshielo que desciende de las montañas y alimentan al río que da nombre a la provincia.
Gracias a la creación de un complejo sistema de irrigación, que aún sigue vigente, nació un oasis productivo en mitad del desierto patagónico destinado al cultivo de frutales, principalmente peras y manzanas, además de vides.
Entre los encargados del desarrollo de aquella obra que transformó al Alto Valle de Río Negro en la primera región vitivinícola de la Patagonia se encontraba el ingeniero Humberto Canale, quien en 1909 inauguró su bodega en General Roca.
Desde entonces, numerosos productores siguieron los pasos de Canale, quien importó cepajes franceses para desarrollar sus viñedos. Más tarde, el trazado del ferrocarril permitiría que aquellos primeros vinos patagónicos llegaran a Buenos Aires y así la región vería expandirse la superficie de viñedos.
Un terroir singular
Actualmente, los vinos de Río Negro se elaboran gracias a que la provincia cuenta con 1628 hectáreas de viñedos (0,75% del total nacional) que se distribuyen a lo largo de 500 kilómetros sobre la margen norte del río.
Las viñas se extienden desde General Roca hasta San Javier, un pequeño paraje a solo 70 kilómetros del Océano Atlántico.
El 60% de estos viñedos se encuentra en el Alto Valle de Río Negro en localidades como General Roca, Fernández Oro, Mainqué y Valle Azul.
“El Alto Valle de Río Negro se encuentra a 38° de Latitud Sur y a una distancia equidistante de 600 kilómetros de los océanos Pacífico al oeste, y Atlántico al Este”, detalla Juan Vidiri, jefe de viñedos de Bodega Humberto Canale.
Esta ubicación define un clima continental, desértico y seco, de carácter fresco a templado, con una marcada amplitud térmica durante el período de madurez de las uvas.
Además, los vientos constantes que soplan desde el oeste colaboran con el control de la humedad, mientras que la buena insolación es otra característica para destacar del Alto Valle, un rasgo que lo diferencia de otros terruños próximos a cursos de ríos como Burdeos o Mosela (descontando los efectos de la latitud diferente).
Plantados entre la costa del Río Negro y las bardas que marcan el inicio de la estepa patagónica hacia el norte, los viñedos están sobre suelos “heterogéneos de origen aluvial y fueron formados por la presencia de glaciares que moldearon la superficie patagónica durante millones de años”, detalla Hans Vinding Diers, de Bodega Noemia.
Durante el proceso de desglaciación, se originaron capas con diferentes materiales. Por esto mismo es posible encontrar suelos pobres y permeables con material rocoso, arenas, arcillas y limo.
Vinos de río
Todas estas características particulares abonan a una sanidad natural extraordinaria que asegura una calidad consistente cosecha tras cosecha, con buen balance natural entre todos los componentes de las uvas.
Debido al protagonismo del Río Negro y sus aguas en la formación de los suelos, y a su influencia sobre el microclima del Alto Valle, los productores de la zona recurren a la expresión “vinos de río” para definir el carácter de sus vinificaciones.
Aquí, el Malbec representa el 25% total de la superficie con viñedos y ofrece un carácter moderado que permite elaborar vinos equilibrados de perfil sobrio, elegante y con interesante potencial de envejecimiento.
A su vez, las variedades como Merlot, Pinot Noir, Sauvignon Blanc y Semillón han sido las que mejor performance han dado por décadas en las bodegas patagónicas. Hoy se suman curiosidades como Trouseau y Riesling, de viñedos añosos.
Ejemplos de jerarquía
Para saber qué vinos de Río Negro son indispensables para comprender la expresión de este terroir lo mejor es hacer un recorrido por los diferentes productores.
Por ejemplo, en el caso de Bodega Humberto Canale su línea Gran Reserva cuenta con un Malbec de perfil clásico muy interesante y un Merlot que se luce con notable impronta bordelesa.
Otra de sus líneas a tener en cuenta es Humberto Canale Old Vineyards, una colección de varietales entre los que se destacan el Semillón y el Riesling.
Marcelo Miras es un winemaker con larga experiencia en la región y en su bodega familiar obtiene vinos donde el carácter del lugar se aprecia en cada copa como sucede con sus Malbec, Merlot y su curioso Trousseau.
Bodega Noemia es un productor indispensable para comprender el sabor del Malbec del Alto Valle de Río Negro, en especial su Noemia Malbec elaborado con una selección de vides plantadas en 1932 en la localidad de Mainqué y que mantienen con prácticas orgánicas y biodinámicas.
Bodega Aniello es otro productor que se debe considerar, principalmente por su colección de Pinot Noir que cuenta con una versión tinta, una rosé y un curioso blanco seco de este varietal. Además, la especialidad de la bodega es un Trousseau de estilo borgoñón.
En esta región también destaca Bodega Chacra, reconocida internacionalmente por sus Pinot Noir de viñas viejas que han logrado algunos de los puntajes más altos que Argentina obtuvo ante los críticos internacionales.
Ubicada en Fernández Oro, Bodega del Río Elorza con sus vinos Verum elaborados por el winemaker español Elías López es un notable productor de Malbec y Cabernet Franc, así como también de Chardonnay. Sin dudas una bodega a la que no se le puede perder el paso.
Quien también cuenta con viñedos en Alto Valle de Río Negro es Hervé Joyaux Fabre, propietario de la bodega mendocina Fabre Montmayou, en Vistalba. Aquí nace su marca Infinitus cuyo Merlot Reserva es una exquisita opción para amantes de los sabores bordeleses. Mientras que Ojo de Vino, bodega de Agrelo con viñedos de Choele Choel elabora sus vinos orgánicos de Malbec y Pinot NOir, Ojo Negro.
Por último, otra apuesta interesante para los vinos de Río Negro es la colección de Old Vines que Matías Riccitelli elabora a partir de viñedos que descubrió en un viaje de investigación. Sin dudas, sus dos mejores creaciones patagónicas son un varietal de Bastardo y su Merlot elaborado con uvas de Allen.
También se pueden sumar las burbujas de Familia Agresti, una de las más reconocidas en la zona y especializada en la elaboración de espumosos mediante el método tradicional.
A todos ellos se suma un cluster de pequeños productores de grandes vinos como Favretto Hermanos, Gerome Marteau, Cuvillier, Glanz, Aonikenk y Videla Dorna.
Este rosario de bodegas y productores termina con Bodega Wapisa, ubicada en San Javier, en la zona de influencia oceánica y ya casi sobre la desembocadura del Río Negro.
Allí, producen un Malbec de cuerpo medio y un Sauvignon Blanc cítrico y de acidez vibrante, además de ser la primera bodega en añejar sus vinos en el fondo del océano.
Publicado el 21/06/2021. Última modificación: 26/07/2021