Fundada en 1997 en la provincia de Mendoza, Bodega Doña Paula se estableció sobre la base de una visión innovadora, que supo reconocer el potencial de Argentina como productor de vinos de clase mundial. Con una filosofía arraigada en la expresión auténtica del terroir argentino, la bodega sostiene su vigencia como un emblema de calidad, pero también de firme compromiso con la sostenibilidad en la industria vitivinícola.
En la década de 1990, mientras buscaba tierras para hacer inversiones, un empresario chileno advirtió que en el área de Luján de Cuyo era la zona donde se producía la mayor parte de los vinos de alta calidad del país. Esa fue la génesis de Bodega Doña Paula, que inició su camino en Luján de Cuyo. La bodega pronto expandió sus horizontes hacia el Valle de Uco, adquiriendo fincas en las zonas más prometedoras de Mendoza. Actualmente, la bodega cuenta con 730 hectáreas de viñedos distribuidos en las siguientes fincas: El Alto en Luján de Cuyo, Los Cerezos en el Valle de Uco, Los Indios en El Cepillo y Alluvia en Gualtallary.
Martín Kaiser vitivinicultor y experto en terroir junto con Cristóbal Toti Undurraga en la dirección enológica, trabajan con una enorme simbiosis y compromiso para, como define Martín, “obtener mediante la enología la mejor expresión del terroir”.
Bodega Doña Paula: sostenibilidad y viticultura regenerativa
Como explica Kaiser, el 100% de la producción de la uva de Bodega Doña Paula es propia, de modo que la sustentabilidad -incluso antes de ser mensurable- fue algo fundamental para el proyecto. “Desde el principio, nuestro objetivo ha sido producir grandes vinos, respetando la salud de los viñedos y del entorno. Trabajamos con coberturas verdes, riego de precisión y uso de nuevas tecnologías, como herramientas de medición y visualización para obtener el mayor potencial del terroir”.
Bodega Doña Paula se destaca por su firme compromiso con la sustentabilidad en todas las áreas de su operación. Cultivan sus campos de manera sustentable, empleando técnicas orgánicas de producción. Como muestra de este compromiso, fue una de las pioneras en obtener la certificación del protocolo de Bodegas Argentinas en 2018, y en 2023, la finca Los Cerezos recibió la certificación orgánica.
“Estamos entusiasmados de estar utilizando prácticas orgánicas para enriquecer la interacción del entorno con nuestros viñedos, los cuales son realmente únicos. Sin duda, esta iniciativa está contribuyendo significativamente al resultado de nuestros vinos, permitiendo que reflejen auténticamente las características distintivas de nuestro terroir. Estamos comprometidos con la calidad y la sostenibilidad, y esta estrategia es un paso importante en ese camino. Nuestro objetivo es lograr vinos excepcionales mediante una estrecha interacción entre el entorno del viñedo y el resultado final, al mismo tiempo que contribuimos a la salud de nuestros viñedos”, se entusiasma Martín Kaiser.
La búsqueda se centra en tener viñedos sanos, equilibrados, enriqueciendo sus suelos, que son biosistemas complejos que deben ser alimentados con materia orgánica, provista por el mismo viñedo o por especies complementarias cultivadas con aquel fin.
“Estamos trabajando e investigando para determinar el aporte de materia orgánica que realizan distintas especies de bacterias, hongos e insectos al suelo. El suministro de alimento que uno le dé al suelo genera más vida, sobre todo de la microbiota, pero también de la fauna. Un suelo más vivo genera un biosistema más resiliente, entonces todo el viñedo va a ser más resistente o más tolerante a nuevas amenazas que puedan aparecer, como una nueva plaga, períodos de calor intenso o sequías severas”.
Terroir in focus
Martín Kaiser recuerda que, en el año 2013 el equipo advirtió que la calidad de los vinos que producían dependía en gran medida de las diferencias climáticas que iban encontrando de acuerdo a la región en la que se producían. Y, al mismo tiempo, iban descubriendo una gran dispersión de estilos de personalidad en los vinos de acuerdo al tipo de suelo sobre los cuales habían sido plantados. Así nació “Terroir in focus”: un proyecto de investigación y desarrollo que se propuso estudiar cómo el clima, el suelo y el trabajo en el viñedo influyen en la calidad del vino, siendo hoy la base de los vinos de alta gama de Doña Paula.
Transformando desafíos en fortalezas
El sólido compromiso social de Bodega Doña Paula, integrado en sus iniciativas sostenibles, abarca diversas acciones. Un ejemplo es el programa «Fortalezas», diseñado para fortalecer a la comunidad y convertir desafíos en oportunidades de crecimiento. Este programa ofrece capacitación en varias disciplinas, educación y atención médica a los trabajadores y sus familias. Desde la alfabetización hasta cursos de formación en oficios, la bodega se ha convertido en un pilar fundamental para el desarrollo integral de la comunidad.
En ese sentido, dice, dentro de la Finca El Alto, cuentan con una escuela y un programa de alfabetización. “Actualmente, tenemos personas que han completado tanto la educación primaria como la secundaria gracias a estas iniciativas”. Asimismo, señala, tiene objetivos medioambientales, que incluyen acciones de concientización, reciclaje, capacitación y educación.
Innovación y excelencia
Doña Paula se encuentra en constante evolución, explorando nuevas fronteras en la producción de vinos de calidad y en el compromiso con la sostenibilidad. Con una visión audaz y un equipo apasionado, la bodega sostiene su misión de elaborar vinos únicos en el terroir de altura argentino.
De esta manera, la bodega busca elevar el prestigio de los vinos argentinos en el mundo, promoviendo prácticas responsables que aseguren un futuro próspero para las generaciones que vienen.