Cada año, millones de visitantes de todas partes del mundo llegan a la Patagonia argentina a explorar su geografía y recorrer sus bosques, lagos y cerros nevados en busca de relax o aventura. Pero hoy la Patagonia cuenta con mucho más que hermosas postales. Sus sabores se han convertido en un imán turístico que se paladea en festivales gastronómicos de talla internacional, junto con una novedosa ruta del vino. Y ahora, guiados por la boca y la nariz, los turistas del mundo encuentran en los faldeos de los cerros y sus bosques una gastronomía que está en plena ebullición creativa.
Patagonia al plato
La Patagonia ofrece un recorrido gourmet que se extiende desde Neuquén a Tierra del Fuego, 2.500 kilómetros de sabores inolvidables que hoy ofrecen un panorama en auge.
El secreto mejor guardado por sus chefs son las materias primas que la región ofrece: carnes de corderos que se alimentan de extensas pasturas, truchas arcoíris de sus lagos, mientras que las frías aguas de su mar aportan centolla, langostinos y merluza negra. Además, están sus frutales de fama internacional, como las peras y manzanas del Alto Valle de Río Negro, y los frutos de sus bosques, cassis, sauco, arándanos y berries que aseguran deliciosas salsas, dressings y postres. Productos que, en manos de una talentosa guardia gastronómica local, convocan a sibaritas del mundo a sentarse a la mesa de restaurantes escondidos en rincones de ensueño.
Estos productos y sabores son celebrados en los festivales culinarios de las ciudades más importantes de la región, eventos que anualmente convocan mayor número de visitas internacionales. Los que se destacan en este calendario gastronómico son Comodoro Invita y Madryn al Plato, ambos en la provincia de Chubut, Cocina por los Siete Lagos, a lo largo de la geografía neuquina, Bariloche a la Carta, en Río Negro, y Ushuaia a Fuego Lento, el festival gastronómico más austral del mundo. Se trata de encuentros que son una oportunidad ideal para observar de cerca a los talentos locales, como Mariana Müller, en las ollas de Cassis Patagonia restaurante, en Bariloche, Mariano Couly, de La Toscana, en Neuquén, Ernesto Vivian, de Kaupé, en Ushuaia, o Emiliano Schobert, representante argentino en la última edición del Bocuse D’Or.
También las bodegas de la región se hacen eco de esta nueva explosión gastronómica y apuestan por chefs jóvenes y de renombre. Por ejemplo, Ezequiel González, en el restaurante Saurus, de Bodega Familia Schroeder, y Pablo Buzzo, representante gastronómico de Bodega del Fin del Mundo. En cada caso, los menús se completan con las maravillas naturales del lugar y los aromas de los vinos patagónicos, acompañamientos ideales para cada bocado.
Los caminos del vino
Las provincias de Río Negro y Neuquén, en la margen norte de la Patagonia, no solo cuentan con reconocidos centros de esquí y vacacionales, sino que también concentran el mayor número de bodegas de la región. Sus polos vitícolas, Alto Valle de Río Negro y San Patricio del Chañar, respectivamente, trazan una ruta del vino que puede recorrerse en dos jornadas mientras se disfruta de atractivos originales, como parques jurásicos o travesías por sus ríos.
San Patricio del Chañar debe gran parte de su reputación a Bodega del Fin del Mundo, presente en tierra neuquina desde hace poco menos de dos décadas. Con más de 800 hectáreas de viñedos y una producción de ocho millones de litros anuales, es la bodega más grande de la región, y sus modernas instalaciones son un punto de partida ideal para los visitantes. Cuentan con diferentes programas de visitas al interior de la bodega, los viñedos y degustación. A solo veinte minutos de allí, se encuentra el resto de las bodegas, muy próximas unas de otras. Entre las abiertas al público, se destacan Secreto Patagónico, Patritti, Valle Perdido, NQN y Familia Schroeder. Las últimas dos, con restaurantes donde sus chefs ejecutan sabrosos menús a base de productos locales.
Entre los vinos de estas bodegas, se destacan los Malbec intensos y expresivos y los Pinot Noir de perfil moderno y profundo, actualmente embajadores internacionales de la provincia.
Para completar la jornada en este rincón vitícola, se puede visitar la Estepa de los Dinosaurios, un recorrido que invita a sumergirse en los tiempos en que la región era dominada por aquellos feroces animales. El Cañadón Escondido, con 20 kilómetros de longitud y hasta 80 metros de profundidad, en pleno desierto patagónico, es la escapada ideal para los amantes de la historia y la fotografía. Allí, sin mucho esfuerzo es posible encontrar, entre las rocas, pisadas de estos gigantescos colosos prehistóricos.
Solo cuarenta minutos hacia el sur separan al polo vitivinícola de Neuquén del Alto Valle de Río Negro, piedra fundacional de la vitivinicultura patagónica. Aquí la industria se instaló hace poco más de un siglo de la mano de Humberto Canale. Hoy su familia mantiene vivo su legado en la bodega original, una construcción que permite descubrir la historia del vino patagónico. En esta provincia, la búsqueda enológica es orientada a la tradición, con vinos elaborados a partir de antiguos viñedos de Pinot Noir, Semillón, Merlot y, lógicamente, Malbec. Próxima a Humberto Canale, se encuentra Bodega Agrestis, el emprendimiento de la familia Girardelli, especialistas en la producción de espumosos de Pinot Noir.
Apenas treinta kilómetros separan a estas clásicas bodegas de Mainqué, paraje donde se encuentran Bodega Chacra y Noemía, establecimientos que catapultaron la reputación del Pinot Noir y el Malbec patagónico. Estos alejados y exclusivos proyectos reciben visitas solo con reserva previa, pero el paraíso que los rodea bien vale la pena el intento.
Un destino curioso
Si al día de visita por bodegas se quiere agregar alguna actividad adicional, Río Negro ofrece un atractivo singular, el Zoológico Bubalcó, uno de los más modernos del mundo con una arquitectura integrada al medio ambiente que replica las condiciones naturales de sus habitantes. Pero si el plan es buscar una opción más relajada, disfrutar la puesta del sol en cercanía de las aguas del Río Negro promete ser un momento inolvidable si se lo acompaña con una copa de vino. Ya que, en materia de experiencia, la Patagonia ofrece el plan perfecto: comidas, vinos y paisajes, en un extenso territorio virgen y de ensueño.